Tensa crónica de un enigmático secuestro

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La intriga como disparadora de una escenografía criminal plena de tensiones y sospechas, es la propuesta de “En invierno nunca pasa nada”, la novela policial del periodista y escritor Fernando Barboza, publicada por Editorial Planeta.

Este relato, que está construido con singular esmero e intensidad dramática, contiene todos los ingredientes de la tradicional literatura de género.

Aunque los personajes puedan a priori parecer estereotipados y hasta convencionales, estos responden a las pautas que marca un argumento deliberadamente complejo y enrevesado.

El propio título es una suerte de caprichosa paradoja, en tanto toda la acción transcurre precisamente en los meses invernales en un balneario uruguayo.

EN INVIERNO 2Normalmente, durante los meses de frío poco o nada sucede en esos parajes de veraneo, habitualmente consagrados al descanso y el veraneo.

Sin embargo, la ocurrencia de un secuestro en el cuasi desértico Arboleda da por tierra con ese axioma de fuerte arraigo en el imaginario social.

El protagonista del relato es Yamandú Silva, un periodista cuasi retirado que reside permanentemente en el lugar, a quien el impactante acontecimiento motiva a regresar a la actividad.

No en vano la raptada es una poderosa empresaria inmobiliaria, en torno a quien se mueven importantes intereses económicos.

El prestigio social de la mujer, sumado a lo infrecuente del delito en nuestro país, transforma el acontecimiento en una noticia de primera plana.

Desde las primeras secuencias, Barboza imprime a su historia una superlativa tensión, que es maximizada por las misteriosas circunstancias que rodean el ilícito.

Aparentemente, no existen pistas concretas que puedan conducir al paradero de la secuestrada ni de los captores, lo cual genera en la población una sensación de incertidumbre.

En ese contexto, abundan los comentarios en torno a la inseguridad ciudadana, alimentados por el sensacionalismo de los medios audiovisuales.

Esas sensaciones son los primeros indicios de malestar en la comunidad que retrata el escritor, en una novela que apuesta fuerte al cuadro costumbrista.

Apoyando su relato en el desencantado y viejo comunicador que regresa al ruedo para participar en la investigación del crimen, el autor indaga en las conductas individuales y colectivas de los pobladores del lugar.

Evidentemente, el protagonista no tiene nada que perder, en tanto ha sido virtualmente abandonado por una esposa desaprensiva que está permanentemente de viaje.

Por ende, dispone de tiempo para despuntar el vicio de indagar, recabar testimonios y consultar diversas fuentes, a los efectos de elaborar informes para una publicación que ha contratado sus servicios.

La escenografía humana se completa con un joven periodista de investigación que lo apoya en su pesquisa, un enigmático abogado y una mujer también solitaria que aprovecha la ausencia de la esposa para seducirlo.

Ese es el cuadro novelesco que propone Fernando Barboza, quien añade a su relato otros personajes secundarios no menos importantes: un par de poderosos empresarios con pasado más bien oscuro y dos o tres marginales que sobreviven en la periferia de la sociedad y son meras víctimas de las circunstancias.

Mientras dos misteriosas muertes aportan una cuota de violencia y sordidez al relato, la investigación del equipo de prensa se torno una experiencia cuasi traumática.

En esta historia nada es lo que parece ser, en tanto el escritor va deslizando paulatinamente las pistas hasta un desenlace realmente impactante.

Una de las mayores virtudes el autor es su indudable capacidad para narrar y describir personajes, en el contexto de una enmarañada madeja de enigmas sin resolver.

Empero, Barboza construye una historia bastante más ambiciosa, que indaga también en la condición social de sus personajes, que, según los casos, se encuentran situados en la cúspide o en el llano de la sociedad.

Asimismo, también hay alusiones a la dictadura y recurrentes apelaciones a un pasado singularmente ominoso, que nuestro país padeció durante once largos años de pesadilla y terrorismo de Estado.

“En invierno nunca pasa nada” es un relato policial atrapante, que conjuga el suspenso, la violencia, la codicia, la política y hasta el sexo.

Fernando Barboza dota a su libro de todos esos ingredientes, los cuales administra con ponderación y sin dejarse seducir por los cantos de sirena del exceso.

Más allá de la mera intriga -que es el disparador de esta novela- el narrador propone una prosa aguda e incisiva que también indaga en la psicología de una sociedad gobernada por el miedo, los prejuicios y la incertidumbre.

 

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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