EUA elecciones 2016: incertidumbre y temor (l)

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Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de Norte América, tienen, como es sabido, una primera e ineludible fase en las elecciones internas de sus dos Partidos, el Republicano y el Demócrata.

Estas elecciones internas tienen un sistema complejo tanto de elección de delegados como también a posteriori de su dilucidación en las jornadas partidarias donde, electos todos los delegados partidarios de cada uno de los Estados, se aprestan a elegir al candidato, o la candidata, que buscará ganarle a su adversario en las elecciones presidenciales que, a su vez, basan su determinación final no en la suma de los votos de cada ciudadano sino de los delegados estaduales.

De manera creciente en los últimos decenios, los partidos Republicano y Demócrata son, en los hechos, expresión acabada de los “brazos políticos” tanto del establishment norteamericano, como asimismo de las corporaciones trasnacionales con intereses estratégicos de los EUA.

Es sabido que, desde hace ya muchas elecciones, la votación, en la jornada electoral final, ronda el 50 por ciento del electorado, lo que de por sí es una expresión tan baja como preocupante de la real representatividad ciudadana de quien, finalmente, se alce con la victoria a nivel nacional.

Hector-Valle-2016Lamentablemente, ahora se le suma la pauperización misma del sistema, corroído por las mega sumas de dinero que “es preciso” emplear para tener miras de éxito o, por lo menos, para poder llegar a la previa de las elecciones internas de cada partido con cierto poder de negociación.

Todo esto, como se comprenderá,, ha contribuido a deslizar al sistema democrático norteamericano – a una democracia de escenografía electoral.

¿En qué nos basamos para afirmar esto?

Pues, sencilla y muy tristemente, que ese es uno de los factores determinantes.

Valga acotar que tal “escenografía electoral” se ha mostrado tan endeble como para poner en serio entredicho al propio sistema electoral.

Nos referimos, ciertamente, a la elección entre los señores Al Gore y George W. Bush que llevó a perder al primero siendo que, según los equipos técnicos que trabajaron para el candidato demócrata y otras organizaciones sociales, por “fallas” técnicas y/o de procedimiento. Luego, el sistema electoral norteamericano en sí mismo es o puede ser falible al punto de definir una elección presidencial en el sentido contrario a lo que decidió la mayoría de los votantes en esa instancia superior (recordemos que la abstención suele ser casi igual a la suma de los votos).

Esto, con ser mucho, no es todo.

Lo más lamentable para con el pueblo norteamericano, ha sido la caída abrupta, en un plano inclinado que parece no tener fin en su ida hacia abajo, de un sistema democrático que va dejando tras de sí a vastos sectores de población en temas caros a los Derechos Humanos, como por ejemplo, la salud, la educación, la seguridad social y, ciertamente el empleo.

Aislacionismo clásico, en progreso; dogmatismo que prende en vastos sectores alienando o propiciando la alienación de grupos diversos, sea por sus creencias, como por sus prácticas, otrora aceptadas en una Nación que, trágicamente, va perdiendo el apego que tenía, que tampoco era demasiado, a lo diverso y a lo diferente.
Desde otra perspectiva se percibe cómo en los E.U.A., y por el derrame de la llamada “mundialización” o “globalización”, la plutocracia avanza y en a su paso paquidérmico la persona humana ve resentida y poco a poco neutralizada sus posibilidades reales de libertad, de dignidad y de desarrollo existencial a la par del otro, en la diversidad.

Conculcadas importantes conquistas sociales de los años sesenta, desde Reagan hasta la fecha, el trabajador común debe tener un multiempleo para poder arañar lo que hace unas décadas se lograba con un solo empleo.

La salud es un lujo para pocos y la educación, incluso la privada resulta ser, para los norteamericanos, o bien inalcanzable o bien alcanzable pero a costa de un endeudamiento tremendo del alumnado (que ha alcanzado ribetes peligrosos, sea por su magnitud, sea por la imposibilidad fáctica que dicho joven pueda cancelarla en su vida activa).

En suma, es notorio el avance del utilitarismo, de la despersonalización, toda vez que es notorio tanto en los EUA, como en otras naciones (pensemos en algunos países de la Unión Europea, por ejemplo) van dejando de lado a la persona humana como centro de sus desvelos para que en su lugar se entronice la “utilidad”, la ganancia, a como dé lugar.

Toda esa rituálica pagana, abstrusa y anti humanística, a la vez que empobrece la democracia, afirma más y más la plutocracia, al entronizar a los mega millonarios o, como suele decirse, a ese 1 % de la humanidad.

Seres de nuestra especie que acaparan para sí, con el auxilio y complicidad de algunos gobiernos centrales, la concentración grosera de la riqueza y todo lo que posibilita su alcance, restándoselo a vastas capas de las poblaciones de esas naciones.

En este contexto, convengamos, estas elecciones son, en sí mismas, un mero espectáculo, aunque también para no pocas personas el intento sincero de variar en algo una suerte que ya fue determinada por otros.

Infelizmente, este “mero” espectáculo puede llegar a ser la antesala de otro pero dantesco, dependiendo de qué facción venza. Pero eso ya será materia para otra reflexión.

Toda democracia que es tomada por uno u otro de sus extremos, a la corta o a la larga, deviene en otra cosa, en otro sistema, que por más que guarde las apariencias no es sino un burdo ejemplo de totalitarismo per se.

Ojalá que una nación de la pujanza histórica en democracia como los Estados Unidos de Norteamérica pueda escapar a esa fatalidad y, así, por derrame (globalización mediante) el mundo entero.

Ojalá que partidos que tuvieron a representantes tales como Abraham Lincoln y a John F. Kennedy, recuperen más temprano que tarde, su conciencia crítica.

Pero, por sobre todo, ojalá que nuestros hermanos norteamericanos, ciudadanos todos, hombres y mujeres de a pie, hoy postergados y desoídos por el aparato que busca controlarlo todo, puedan ir no solamente recuperando sus libertades perdidas sino también recuperen la posibilidad de volver a tener ese sueño americano del que tanto aprendimos y que hoy, según todo lo da a entender, ha devenido en una pesadilla sin fin.

Asimismo, hacemos votos porque la diversidad humana, en su expresividad más vasta, venza, finalmente, a la barbarie de un sector tan ignorante como despótico y violento que en nada refleja a sus padres fundadores y, más acá en el tiempo, al movimiento por los derechos civiles que, en la década de los años sesenta del siglo pasado dio, en EUA pero para el mundo todo, ejemplos tan claros del camino a seguir, bien como mártires que hoy son espejo y referente para nosotros y nuestros hijos.

A la Nación de los Paine, de los King, de los Steinbeck y de tantos otros hombres y mujeres cuya vida fue un legado de coraje en la defensa, y práctica, de los valores éticos y morales que aúpan al ser humana a una escala superior por más digna y respetuosa, para sí como para los otros, en particular los diferentes, le deseamos lo mejor, dentro de la escala humana y pese a la barbarie que parece avanzar.

Continuaremos.-

Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo

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