No es casualidad

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Tras 40 días prófugo y una cadena de atracos espectaculares, cayó finalmente el delincuente apodado “Pato Feo”. Protagonista de una fuga -con ribetes cinematográficos- aprovechando las bondades de un injustificado traslado médico, se dedicó a realizar robos a bancos y locales de redes de cobranza junto a su banda, con la particularidad de ser el único de la misma que lo hacía a cara descubierta. Una clara señal de buscar prestigio tanto como una desafiante forma de intentar ridiculizar a la Policía que iba tras sus pasos. Y fue precisamente esa desafiada Policía la que, herida en su amor propio, hizo gala de todo el caudal de conocimientos adquiridos en la última década para terminar con las andanzas de este palmípedo que hizo honor a su apodo dando un paso en falso dejando el rastro propio de cualquier pato.

Reír último
Fueron varios atracos muy bien planificados, donde exhibiera un alto poder de fuego. A cara descubierta y hasta de forma expresa, dejaba en cada asalto su imagen nítida portando armas largas ejerciendo el liderazgo en las acciones. Era el único que se desplazaba a cara descubierta a pesar de la requisitoria ampliamente difundida con su foto, en una clarísima señal de desafío hacia la autoridad y en busca de prestigio con el cual lidiar en el ambiente del crimen.

Un prestigio que se refuerza con la idea -lanzada en las redes sociales- de inmortalizar su historia criminal en un libro tal cual apareció por estos días en la red social Facebook posteado por un familiar cercano. Un libro de puño y letra que ya estaría terminado y en el cual cuenta toda su verdad, según consigna el posteo.

A cada golpe que protagonizaba, la difusión mediática era un impulso más para una fuerza policial que -silenciosamente- seguía sus pasos y estaba tras la pista que posibilitara la captura. No faltaron las burlas y la exigencia de quienes aspiran a hacer de la gestión de la cartera de Interior un botín de guerra, buscando sumar una derrota vergonzante para Bonomi. No contaban -a esta altura ya debieran haberse convencido- con que los cambios operados en la Secretaría de Estado no fueron un simple relato sino una realidad incontrastable que dotó a la Policía Nacional de cualidades que hoy le permiten obtener resultados exitosos.

Así ocurrió tras el secuestro de la Dra. Milvana Salomone, la desocupación del CODICEN o ahora con la captura de toda la banda del Pato Feo sin disparar un solo tiro. Una Policía que hace gala del análisis criminal para combatir el crimen, que no se desespera por obtener los resultados sino que los analiza pacientemente a sabiendas que serán resueltos aplicando lo aprendido.

Ya no existe el patrullaje por intuición, el mismo fue sustituido por uno basado en evidencias derivadas del estudio estadístico del comportamiento criminal. Hoy se previene el delito pero claro, lo que no ocurre no vende y menos se promociona.

A pesar de los datos crudos de la realidad delincuencial, la mediatización de casos como este de la banda del Pato Feo construyen un relato alternativo que ocupa los noticieros. Sin ser la realidad, afectan la percepción de la ciudadanía que lo consume.

Casualidad no… causalidad
Cualquier desprevenido podría pensar que los resultados que vienen registrándose en materia de seguridad son fruto de la casualidad. Es que solo un desprevenido podría pensar así, pues alguien que haya seguido la gestión de la cartera con interés republicano -no con la mezquindad de querer obtener un rédito electoral- sabe bien que los resultados operados últimamente son fruto de un proceso de cambios y no mera casualidad.

No es casualidad que los delitos violentos hayan empezado un retroceso irreversible según muestran las tendencias de la evolución del delito que procesa el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad. No es casualidad que hoy contemos con un registro minucioso del comportamiento criminal para ser usado en mejorar la respuesta policial a partir del análisis científico, eliminando la mera intuición como respuesta.

No es casualidad que contemos con verdaderos profesionales en el combate del delito con una oficialidad que empieza a recibirse tras una formación en clave de derechos humanos y cuya principal consigna es la protección de los ciudadanos para el libre y sano goce de su vida en sociedad.

No es casualidad que el Policía uruguayo haya recuperado su dignidad laboral, percibiendo una remuneración que le permita ejercer con libertad su profesión y en la que el honor vuelve a ser parte indisoluble de su formación.

No es casualidad que las nuevas tecnologías empiecen a contar con efectivos avezados en el uso de las mismas permitiendo mejores resultados a la hora de combatir el crimen.

No es casualidad que los conflictos en los establecimientos penitenciarios se resuelvan rápidamente sin llegar a crisis o motines, a pesar de casos aislados de violencia que aún pulsan en un sistema penitenciario nacional que empieza a dar muestras de cambios sostenibles. Cada vez más privados de libertad estudian y/o trabajan, los niveles de hacinamiento de otros tiempos son historia… los cambios operados vinieron para quedarse.

No es casualidad el resultado policial de la caída del Pato Feo y su banda; la verdadera razón es causal, y la causa de esa caída no es otra que los cinco años de transformaciones operadas en la Policía Nacional. Un proceso que iniciara en el año 2010 y aún antes. Porque la transformación de esta institución necesitó de un período de gobierno para conocer el terreno, otro para operar los cambios y un tercero para empezar a recoger los resultados.

Un nuevo marco jurídico, mejores ingresos para los Policías, más capacitación, mejor armamento, incorporación de tecnologías (comunicaciones, software de análisis criminal, vehículos de última generación, etc.), hicieron posible los cambios.

No hay casualidad en nada de lo que ocurre con el Ministerio del Interior, hay una causalidad evidente que no reconocen quienes durante décadas sumieron al abandono a la Policía e hicieron siempre lo mismo esperando obtener resultados diferentes.

No señores… no es casualidad.
el hombre esperaba un resultado,
el perro, una casualidad…

Por Julio Fernando Gil Díaz – El Perro Gil

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