Los plebiscitos, algo muy parecido a la democracia directa

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Mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana. J.G . Artigas.

Desde 1917 hasta hoy se ha consultado a la población por el mecanismo de plebiscitos o referéndums veintisiete veces. Los resultados han sido repartidos. En doce oportunidades las iniciativas fueron aprobadas y en catorce no. Las consultas han abarcado desde reformas constitucionales hasta leyes sobre empresas públicas. Seis Constituciones fueron aprobadas. Asignaciones presupuestarias, autonomías de recursos para poderes, voto exterior, fueron motivo de consulta. Por supuesto algunas de las consultas han tenido hondas huellas en nuestra sociedad. El Plebiscito del ochenta y la Ley de Caducidad, las leyes de Defensa de las Empresas Públicas fueron quizás las que más hondo impactaron a nuestra sociedad.

Tiene la consulta a la población el límite a como esté formulada y por supuesto a lo tajante de su conclusión, sí o no. Pero es sin duda el mecanismo por el cual la gente sin intermediarios expresa su voluntad.

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La relatividad que necesariamente matiza las conclusiones lo dan quienes promueven la iniciativa, el contexto en el que se realiza y por supuesto la publicidad con que se fundamenta o contradice a la consulta.
En octubre plebiscitaremos una iniciativa para bajar la edad de imputabilidad de los menores infractores de dieciocho años a dieciséis. Surgió como propuesta de Pedro Bordaberry y del Partido Colorado como presunta respuesta a la ola de delitos crecientes y a la sensación de inseguridad que nuestra sociedad está viviendo. Se asoció este fenómeno a la participación de jóvenes cometiendo delitos violentos. En el transcurso de la campaña se hizo explícito el acompañamiento del candidato blanco Luis Lacalle Pou. Con esta adhesión quedó más o menos conformado un espacio conservador y de derecha que homogéneamente adhiere a la iniciativa. La argumentación que sostiene y que tuvo en sus primeros tiempos un alto índice de aceptación se basó en el miedo y en la “mano dura” jurídica como solución.

La Comisión Nacional NO A LA BAJA, se conformó como colectivo diverso que nucleó a sectores sociales y políticos que se opusieron a la iniciativa. A esta altura y a pocas semanas de la consulta la contundencia de los argumentos que han expresado especialistas en diversos órdenes, médicos, psicólogos, educadores, instituciones de DDHH, la UDELAR, distintas congregaciones religiosas y recientemente en la voz de Monseñor Sturla la Iglesia Católica, el movimiento obrero a través de su central, el FA, PI y sectores del PN y PC, han ido modificando claramente la tendencia de opinión.

Creo que este plebiscito es profundamente ideológico. Estará en cuestión como los uruguayos queremos resolver nuestros problemas. La señales reflexivas y serias que desde nuestra juventud han partido, no hablo de los mil y pocos de jóvenes infractores, hablo de los miles de muchacha/os que se involucraron en contra de la iniciativa y nos han ido haciendo reflexionar a todos. Esa juventud provocó la catarata de definiciones por el NO A LA BAJA será la gran protagonista del Uruguay más progresista y humano que seremos si no aprobamos este mamarracho de consulta. El Uruguay de los cambios integrador o el que apela al “mucho palo pa´ que aprenda” como forma de vivir estará en cuestión.

El domingo de octubre cuando le diga NO A LA BAJA, estaré profundamente orgulloso de ir detrás de la marea joven que se levantó como muro solidario, inteligente e integrador en contra de la derecha reaccionaria de nuestro país.

Por Walter Martínez
Columnista uruguayo

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