Cuatro días después del nacimiento en Chile del Foro para el Progreso de América del Sur (PROSUR) -al que adhirieron ocho países y del que fue expresamente excluida Venezuela-, el asesor de seguridad del gobierno de los Estados Unidos, John Bolton, anunció en Washington que los días de Nicolás Maduro “están contados”, estimando como un hecho irreversible su derrocamiento. Bolton se reunió el martes 26 de marzo en la capital de la Unión con el ministro de Defensa de Brasil, Fernando Azevedo, y con el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, con quienes analizó por separado la situación venezolana, y luego escribió en su cuenta de twiter: «Tuve una buena conversación con Azevedo esta mañana. Esperamos trabajar juntos. La región está unida y los días de Maduro están contados».
Ya anteriormente, el 1º de febrero, sin ocultar su injerencia, Bolton había amenazado al mandatario venezolano diciendo que si no abandonaba rápidamente el gobierno, terminaría internado en la base de Guantánamo, en territorio de Cuba ocupado por Estados Unidos que tiene allí una prisión para sospechosos de “terrorismo”.
El pasado 22 de marzo, siete presidentes y un embajador de países sudamericanos se reunieron en el palacio de La Moneda, en Santiago de Chile, para el lanzamiento del PROSUR, con el que pretenden enterrar definitivamente a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) -fundada en 2008 por once de los doce Estados de la región- y dar forma a una peña de camaradas de la derecha, afines a las políticas del Departamento de Estado y el Pentágono y que tienen en la mira inmediata a Venezuela.
Con los cambios políticos y la derechización que se han producido en los últimos tiempos en la comarca, Washington ha afianzado sus alianzas con los gobiernos neoliberales. En el terreno diplomático, esto ha ido de la mano del tenue renacimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) -conducida por su aplicado secretario general, el uruguayo Luis Almagro, dedicado a tiempo completo a satanizar a Venezuela- y que ha pasado a ocupar algunos espacios que, en tiempos de Chávez, Kirchner y Lula, se habían ganado el Mercosur, la UNASUR y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que reúne a la totalidad de los países del continente americano con la excepción de Estados Unidos y Canadá.
Ahora, la Declaración de Santiago manifestó la voluntad de los firmantes de “construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva que nos permita contribuir al crecimiento, progreso y desarrollo de los países de América del Sur”, estableció que “los requisitos esenciales para participar en este espacio serán la plena vigencia de la democracia, de los respectivos órdenes constitucionales” y dispuso que Chile sostendrá la Presidencia Pro Tempore durante los próximos 12 meses, y luego será entregada a Paraguay.
Firmaron la Declaración del PROSUR los presidentes Mauricio Macri (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil), Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia), Lenín Moreno (Ecuador), Mario Abdo Benítez (Paraguay) y Martín Vizcarra Cornejo (Perú) y el embajador de Guyana, George Wilfred Talbot.
Uruguay, Bolivia y Surinam enviaron solamente observadores y se abstuvieron de firmar. Venezuela no fue invitada. En cambio, Chile y Colombia convocaron a Santiago al autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela, Juan Guaidó, quien finalmente no asistió al encuentro.
La creación del PROSUR había sido anunciada por el colombiano Duque el 14 de enero, once días antes de que se desatara la ofensiva contra Venezuela que, después del fracaso inicial del envío de camiones con ”ayuda humanitaria” que supuestamente habría de provocar un levantamiento que no ocurrió, ha continuado con apagones y la denuncia del presidente Maduro de un sabotaje al sistema eléctrico mediante ataques “cibernéticos” y “electromagnéticos” dirigidos por Estados Unidos con apoyo de la oposición. Los opositores, en cambio, dicen que la crisis se debe a la “falta de inversión en infraestructura y mantenimiento” y a “casos de corrupción”.
El lunes 25, un nuevo corte de energía dejó a oscuras a Caracas y al menos a 17 de los 23 estados del país. Ese apagón se produjo 18 días después de que un gigantesco apagón mantuviera paralizado al país durante una semana.
Coincidencias
Los dichos de Bolton a poco del nacimiento del PROSUR no parecen ser simples coincidencias, como tampoco lo han sido otros raros episodios de los últimos meses.
Como, por ejemplo, el hecho de que nueve días antes de que Juan Guaidó se autoproclamara “presidente encargado” de Venezuela, 21 ex jefes de Estado latinoamericanos y de España firmaran una carta de respaldo al flamante mandatario “encargado”. Lo curioso es que lo hicieron cuando Guaidó aún no había dado ese paso, como si todo estuviera ya guionado pero la carta se hubiera adelantado por la equivocación de algún editor. La nota fue difundida por la CNN y el diario opositor El Nacional de Caracas el 14 de enero, pero Guaidó se autoproclamó “presidente encargado” recién el 23 de enero durante una concentración callejera de la oposición.
“Declaramos nuestro firme respaldo al presidente encargado de Venezuela, diputado Juan Guaidó, a objeto que, realizando sus competencias constitucionales como cabeza del Estado y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada, guíe el cabal restablecimiento del orden constitucional y democrático, y pueda convocar las elecciones presidencias que se encuentran pendientes”, expresaba la carta. Entre los firmantes figuraron el chileno Ricardo Lagos, el ecuatoriano Jamil Mahuad, la panameña Mireya Moscoso, el costarricense Óscar Arias, el español José María Aznar y los uruguayos Luis Alberto Lacalle y Julio María Sanguinetti. (No es novedad que políticos de la derecha uruguaya respalden a golpistas de otros países. En 1935 el dictador colorado Gabriel Terra reconoció a la facción del generalísimo Francisco Franco que se había levantado en armas contra el gobierno constitucional de la República española).
El presidente Donald Trump creyó oportuno ofrecer un gesto personal y antes de finalizar el mes de marzo recibió en la Casa Blanca a Fabiana Rosales, la esposa de Guaidó, y aprovechó para decir que “Rusia debe irse de Venezuela”. Se refería a la presencia de dos aviones rusos estacionados en el aeropuerto internacional de Maiquetía “Simón Bolívar” que transportaron a personal ruso, medicinas y materiales a Caracas. Al mismo tiempo, el vocero de la Cancillería china, Geng Shuang, advirtió que América latina “no es propiedad de ningún país, ni tampoco es patio trasero de ningún Estado”, en respuesta a los dichos de los funcionarios estadounidenses.
El paso dado con la creación de PROSUR –con el apoyo de Washington- parece ser una bisagra que marcará una dispersión de las organizaciones más activas para garantizar la integración regional con solidaridad y autonomía, como UNASUR y la CELAC.
La UNASUR fue fundada en 2008 y se designó como sede permanente de la Secretaría General a Quito (Ecuador) y del Parlamento a Cochabamba (Bolivia). En 2018 la Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y Paraguay anunciaron su disposición a retirase del bloque, que consideraban “inoperante”, y a quienes se sumó Ecuador cuyo presidente, Lenin Moreno, reclamó la devolución del edificio donde funciona la secretaría general.
El canciller boliviano Diego Pary dijo el pasado 17 de marzo en el programa “El pueblo es noticia” que la UNASUR sigue vigente, aunque admitió la existencia de algunas dificultades. Bolivia ocupa la presidencia pro tempore. La organización “tiene dificultades; seis naciones pidieron suspender su participación pero sigue vigente y mientras todos no decidan otra condición, seguirá existiendo. Cada país tiene los mecanismos para su retiro del bloque y hasta el momento solamente Colombia ha seguido ese procedimiento, los demás siguen siendo miembros”, explicó Pary.
La organización ha cumplido un papel destacado en la región. El 4 de mayo de 2010 el argentino Néstor Kirchner se convirtió en el primer secretario general de la UNASUR con el acuerdo unánime del bloque y le imprimió una gran dinámica a su funcionamiento. En agosto de ese año tuvo éxito en su gestión de mediador en el grave conflicto que enfrentó a Colombia y Venezuela, se reunió con los mandatarios Álvaro Uribe y Hugo Chávez y consiguió que ambos países restablecieran sus relaciones diplomáticas. Casi enseguida, en septiembre de 2010 Kirchner motorizó la cumbre urgente que se hizo en Buenos Aires tras el intento golpista en Ecuador contra Rafael Correa y en menos de 24 horas logró reunir a José Mujica, Evo Morales, Alan García, Sebastián Piñera, Juan Manuel Santos y Chávez. Estas cosas no se habían hecho antes en la región.
Aníbal García Fernández, máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió que si ocurriera la disolución de UNASUR, también se produciría “el abandono de derechos como los permisos temporales de trabajo que hoy benefician a más de tres millones de trabajadores, la utilización de los documentos nacionales de identidad, como pasaportes, o los descuentos de valor de medicinas y vacunas, obtenidos por el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud, ISAGS”. Explicó que “la salida de la UNASUR implica la renuncia al trabajo concertado y acumulado durante más de diez años y se traduce en las agendas sectoriales en materia electoral, de salud, educación, infraestructura, lucha contra el crimen organizado, cultura y defensa”.
En Venezuela, mientras tanto, Guaidó anunció para el fin de semana un primer simulacro de una “operación libertad” cuyos detalles no se conocen, al tiempo que su convocatoria a ganar las calles ya no parece entusiasmar demasiado a sus seguidores cumplidos dos largos meses del inicio de la arremetida internacional contra Maduro. Las calles parecen seguir siendo de los chavistas, que no han decaído ni aún con los apagones.
Por William Puente
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