“Pensar sin diferencias es, muy a menudo,
pensar banalidades, es decir: no pensar.”
Pierre-François Moreau.
Antes del inicio, dos salvedades:
1ª. Como reza la expresión anglosajona: “This is not personal”. Esto no es otra cosa más que el análisis sobre un candidato a la Presidencia de una Nación; en este caso, la uruguaya.
2ª. Al finalizar la anterior entrega, dije que en esta iba a ocuparme del pensamiento del candidato respecto del Estado. Pero no conseguí llevarlo a cabo pues no hallé tal pensar, salvo eslóganes y un compendio de intenciones que es, en definitiva, su programa de gobierno.
Programa que, con demoras, finalmente vio la luz pública. Se trata de una suerte de compendio desiderativo en el cual en vez de hallar estructura y planificación con contenido denso en propuestas, lo más que puede destacarse es el empleo reiterado de términos tales como: mejorar, reforzar, profundizar, etcétera.
Es decir que el candidato en cuestión parte de una voluntad, o suma de voluntades, con su andamiaje publicitario, complementado con una buena asesoría de imagen, pero sin que se le conozca otras virtudes que su pasaje por la Cámara de Representantes.
Lo que sucede, lo que motiva estas indagaciones es el caso en sí: un candidato, sin experiencia de vida acorde con lo que está en pugna (salvo los antecedentes políticos y no políticos de su familia), que tiene como rival a un candidato con experiencia exitosa y probada, tanto en lo político, como en lo socioeconómico.
Y que, además, tiene en su haber el haber sabido dejar a un lado su deseo, ante un asunto específico en Política Exterior, de su Gobierno, para finalmente avenirse a lo que tanto el Programa del Frente Amplio, cuanto la orgánica de dicho Partido opinó en contrario.
Es decir, toda vez que pudo marcar su impronta personal, lo hizo, pero cuando esta entró en contradicción tanto con el Programa como con la interna del Frente Amplio, respetó ambas instancias de la Estructura y siguió adelante en su primera gestión al frente del Gobierno del Uruguay.
Asimismo, el señor Vázquez, en esta oportunidad, también cuenta con un programa articulado, no por “la fórmula”, sino por su Partido, el Frente Amplio Programa que mereció un extenso análisis y posterior discusión, todo lo cual fue hecho con la antelación debida a estas instancias electorales. Para tal fin, trabajaron diversos equipos en las más variadas esferas del acontecer nacional.
De lo cual se desprende, además, que el señor Vázquez, lejos de contar con “asesores”, cuenta con equipos multidisciplinarios, experimentados y conocidos, para de ahí poder determinar quiénes le habrán de acompañar, en caso de ganar, en su segundo gobierno Nacional.
En tanto que el señor Lacalle, con gran derroche de energía y voluntad, diríamos hasta simpáticamente, sobre el final de la campaña va colocando, aquí y allá, personas que aparentemente ocuparían determinados puestos de gobierno, pero que dista de ser un equipo elegido con la antelación y los contrapesos debidos, a la vez que consensuado con todos los sectores partidarios, de cara a esta instancia en particular.
Por eso lo del título: los artilugios de los que se vale el candidato nacionalista, con gran esfuerzo y casi sobre la instancia electoral mayor, lo hacen digno del mayor elogio pero también, y he aquí la cuestión, desnudan su principal desventaja: el ser, a la postre y con el mayor respeto, una incógnita política y social.
Y de lo que se trata es de la suerte, del porvenir de una Nación. Por eso, repetimos, nuestro interés primero en analizar a esta figura política ascendente.
Si a esta supuesta interrogación, le sumamos la incertidumbre que vivimos tanto en lo regional como en lo internacional, daría para entrever que la suerte está echada. Pero, y felizmente para una democracia crecientemente participativa como la uruguaya, esto no es así. Cada cual tiene su oportunidad y el soberano, juzgará y decidirá.
Poco más tenemos para agregar: por ejemplo que luego de luchar por debatir con el ex Presidente Vázquez, y no lograrlo, lo criticó de manera sistemática.
Así continuó hasta beber de su propio brebaje, puesto que terminó haciendo lo propio con el tercer candidato en discordia.
Es así que dejó al descubierto, una vez más, las contradicciones que lo visten. Puesto que le reclama al que está por sobre él, en todas las encuestas, lo que le niega, pública y tajantemente, al que está por debajo de él, en todas las encuestas.
En conclusión: un candidato desiderativo, inexperto y contradictorio.
Creo que no hay nada más que decir.-
Por Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo.
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