“Fuego! Mujeres modelo… para armar”

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“Fuego! Mujeres modelo… para armar” mi último libro contiene 18 ensayos de los que éste me pareció interesante por ser uno de los pocos que se discuten en esta tibia campaña electoral para el balotaje; ambos bandos lo detectan como problema: la educación.

Cuando la I.P.A. (International Psychonalitical Association) me invitó a la mesa inaugural del Encuentro organizado para el homenaje de los 100 años de su fundación escribí un artículo titulado “La Salud del Psicoanálisis”.

Allí relataba que en 1968 Ana Freud, en su alocución en el New York Psychoanlytic Institute decía: “las motivaciones de los jóvenes que en los años 20 buscaban y encontraban el camino hacia el psicoanálisis, eran que… el psicoanálisis, fascinaba como impulso revolucionario en la liberación de las barreras sociales y la moral burguesa, allí se encontraban outsiders: personas no convencionales, inconformistas, cuestionadoras y sedientas de saber.” (…) “Entre ellos había seres fuera de lo común, peculiares, soñadores, sensibles… Las producciones escritas, dan testimonio de su capacidad para el trabajo analítico…sólo una minoría de ellos buscaría y encontraría hoy en día, acogida en nuestros institutos”.

Doris Hajer

Al momento de escribir este artículo no era de mi interés fundamental la enseñanza en general, sino alguno de los problemas de la formación de los psicoanalistas y las diferencias en la educación universitaria básica para acceder a esta profesionalización.

Decía en este artículo luego del siguiente acápite que me parece muy a propósito citar hoy: “En 1934 Rosenzweig, le proponía a Freud medir la libido y poner su nombre (un freud) a la unidad de medida, este respondía: No comprendo lo suficiente de física como para dar un juicio fiable en la materia. Pero si Ud. me permite un favor, no llame a su unidad con mi nombre. Espero poder morir un día con una libido no medida”

Releyendo la cita y algunos de los párrafos siguientes pensé que si bien la discusión en torno a la enseñanza se refiere fundamentalmente a la enseñanza básica y secundaria, la reflexión resultaba sumamente pertinente de todos modos.

La frase de Ana Freud me hizo hojear “El buscador de almas” de Georg Groddeck, un libro sumamente polémico en su época, que sin embargo despertó tanto interés en Freud que sugirió su publicación en la editorial de la Asociación. Un raconto de los avatares de la obsesión del protagonista de la novela, en búsqueda de la erradicación de las garrapatas. Historia jocosa que para Freud consistió en la mejor descripción de una neurosis obsesiva, hasta el punto de sugerir a su autor, subtitularla con el nombre de “Una novela psicoanalítica”.
Groddeck pasó a ser desde allí miembro de la Sociedad Psicoanalítica de los miércoles. Peculiar, soñador, sensible… era el antihéroe que Freud invitaba a su grupo.

Decía entonces y es lo que deseo destacar hoy: “Groddeck tendría que presentarse con un título, hacer un postgrado aquí en APU o en nuestra Facultad de la UdelaR, que incluiría una tesis, El Buscador de almas habría de cumplir con los requisitos de una revista arbitrada: Mostrar los antecedentes de su investigación, objetivos generales, objetivos específicos, impacto de sus hallazgos y conclusiones de una investigación que tal vez podría ser cualitativa, siempre y cuando la metodología a ser utilizada fuera un grupo focal, entrevistas en profundidad, o creación de caso.”

Decía también que: “Ningún pensamiento científico es ajeno a su época y contexto socio-cultural y político. El psicoanálisis surgía en un tiempo de cambio, el fin del Imperio Austrohúngaro. Según Schorske, tiempo parricida, de revolución subjetivadora en la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, la historia, la filosofía y la política; de Klimmt, de la Secesión, de la novela intimista de Zweig.”

Los tiempos son otros, la globalización, el pasaje por el fin de la historia, la necesidad de asegurar el pensamiento a través de reconocimientos objetivables, el resurgimiento a raíz de la globalización del pensamiento positivista y eficaz, hacen a un paradigma opuesto al del advenimiento del psicoanálisis; subjetivo, profundo, sin tiempo, sin mediciones.

Las Neurociencias nos reclaman objetividad, las Empresas de Salud: eficacia y rapidez, la Academia; epistemologías adecuadas a las exigencias de rigor científico.

Los manuales de psiquiatría como el DSM eliminan terminologías y nuestras estructuras más elementales. El TOC no supone un buscador de almas… “En la mayor parte de los países del mundo el psicoanálisis ha salido de las Universidades Estatales pues no ha podido adaptarse a los requisitos y en muchos países se ha dejado de hacer investigación cualitativa en la academia.
Se fundan universidades privadas de psicoanálisis, en Viena -la cuna- hoy existe la Universitaet Sigmund Freud, dedicada puramente al Psicoanálisis. En Nueva York el Psicoanálisis se enseña en la New School of Social Research, dentro de Ciencias Políticas, con revistas arbitradas, maestrías, postgrados, doctorados. Sus egresados no están autorizados a ejercer el psicoanálisis, pero lo hacen.”

Frente a la crisis de la Educación, y con ello no refiero a algo que no esté en la cabeza y en boca de uno solo de los candidatos presidenciables, sino que aparece como preocupación real de las izquierdas y temática de acusación por haber encontrado una falla indiscutible supuestamente del partido de gobierno, en boca de las derechas. Seguro en los equipos especializados de partido de gobierno debe estar la idea aproximada que la solución debería acercarse a un lugar que no sólo se deba al mayor financiamiento de escuelas, liceos, docentes, edificios, etc., etc sino que pueda ser temática de profunda discusión general con mirada psicológica al menos, si no psicoanalítica incluso, en torno al porqué del desinterés en aprender y la consecuente desidia de los docentes ante tanto desestímulo a su tarea. Pues la docencia y el aprendizaje se han tornado en una falaz tarea de cumplimiento con improbables normas de concretud, eficacia y aceptación impensada de una máquina-niñ@ sin espíritu, alma, ni qué pensar: inconsciente.

Difícil expectativa la de una sociedad que solicita la atención a los derechos del niño, que no pasen por trabajar sobre sus realidades duras y puras y sus efectos más profundos. ¿Cómo formar seres humanos, usuarios y defensores de derechos humanos sin comenzar por analizar, investigar y respetar los mitos que hoy los rigen?

Las respuestas no son simples, no están a mano.
¿Cómo? Creo que no queda otra alternativa que dejar de lado dogmatismos y mirar y escuchar el mundo que nos rodea, en las subjetividades de seres de todas las clases sociales. Algunas concepciones caerán, otras resurgirán con mayor fuerza, otras quedarán en suspenso por un tiempo, otras habremos de reformularlas con otros lenguajes, apoyados en otras interdisciplinariedades, a la búsqueda de aquellas ciencias -que no irrumpan desde la falta de ética y de respeto al ser humano- sino que permitan investigaciones creativas que nos ayuden a reencontrar al sujeto en toda su plenitud y no a los remedos maquinales de un ser humano globalizado, en una esencialidad que no le es propia.

¿Y las nuevas religiosidades no estarán diciéndonos algo en respuesta a estas posturas poco afines a las necesidades de cada ser humano, que entonces en lugar de buscarse en el psicoanálisis, van hacia soluciones mágicas exactamente opuestas a las de los laboratorios rigurosamente científicos?

Creo que hemos cometido errores, a veces encerrándonos en conceptos, sin investigar su subsistencia contextuada en realidades diferentes a las de los tiempos de los soñadores, peculiares y sensibles de los tiempos de la creación y hasta subyugamiento con el psicoanálisis por tanto con el trasfondo maravilloso y misterioso del inconsciente humano, o su alma o su espíritu o como pueda llamársele aún.

Un poquito de pensamiento vivo me rescata de la difícil exigencia de lo expresado y lo voy a citar de una entrevista a la poeta argentina Diana Bellessi, ciudadana ilustre de la Argentina, pues nos permite la ilusión: “¿La revolución?: es distribución de la riqueza y las responsabilidades; la celebración de la diversidad; reconocimiento de la belleza de lo útil y de lo aparentemente inútil como alimento del alma humana; y que el cerrojo del sentido es el amor… La felicidad nos vuelve generosos; si tuviéramos vidas dignas y fuéramos educados en mecanismos de autorregulación donde halle su lugar el exceso de libertad y el cuidado, sería posible que ese mundo diferente adonde la continua revolución nos lleve, se manifieste para volver a cambiar, una y otra vez.

A esa revolución… la creo realmente posible; diría que la sola existencia del anhelo le otorga ya su virtualidad posible.

A la sangría de los años 70 se la suele archivar como fracaso sin retorno.
Fracasar también significa aprender, mejorar los sueños y los caminos para acercárseles. (…) (Como) la tierra, que siempre vuelve a brotar y nos asombra con sus creaciones, sus accidentes. Como la historia. ¿Soñar con un mundo mejor o diferente? (…) sería fácil decir «diferente». Pero si «mejor» significa mejorar las vidas humanas y no empeorarlas de otra manera, (…) le daría la bienvenida a un mundo mejor y guardaría en un escapulario, cerquita al pecho, el sueño de un mundo diferente, para que no se me olvide. A veces nos acercamos al sueño, y otras, las más, sólo a su pesadilla.

Tal vez el próximo gobierno del Frente Amplio recordará, necesariamente, algún aporte posible del psicoanálisis y dejará de exigir resultados de improbables pruebas Pisa concretos, medidos, inhumanos; para comenzar a buscar en cada chico, chica, docente, maestra, profesor, decana, etc., qué fue lo que los hizo estar donde están, para qué y por qué, para volver a tratarlos como seres humanos con deseos, ilusiones, futuros y no simples y pobres rendimientos, eficacias y calidades sólo medibles cuantitativamente.

Por Doris Hajer
Psicoanalista. Docente Area de Psicoanálisis – Facultad de Psicología. Universidad de la República Oriental del Uruguay.

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