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La calamidad de la guerra, la solidaridad, el desarraigo y el más crudo y despiadado de los desamparos son los cuatro ejes temáticos que propone “Noticias del gran mundo”, el atípico western del cineasta británico Paul Greengrass que integra la propuesta de la plataforma Nexflix, en un contexto de espacios privados de visionado de la producción cinematográfica, a raíz de la persistencia del cierre de salas exhibidoras por la pandemia que sigue azotando con rigor a Uruguay.

La película, que ha concitado a nivel global críticas dispares, rescata el espíritu de un género clásico que tiene ya más de un siglo y que lucha denodadamente por sobrevivir y competir con la hegemonía de las nuevas tendencias del cine contemporáneo.

Obviamente, en estos más de cien años de ininterrumpida trayectoria en los estudios de la industria y en la intransferible magia de la proyección de sala, el western ha transitado por diversas etapas, que marcaron la evolución de las preferencias del público y hasta la iconoclasta ruptura de mitos largamente arraigados en el imaginario social.

No en vano, en primera instancia el género cumplió en Estados Unidos el chauvinista rol de entronizar al típico héroe americano, en taquilleras producciones destinadas a escribir o reescribir la propia épica fundacional de la potencia imperial del Norte.

Esa iconografía se caracterizaba y aun se caracteriza en el presente, por la exaltación de vaqueros impecablemente vestidos, con testas cubiertas por sombreros tejanos y relucientes pistolas de empuñaduras anacaradas, que cabalgan a través de vastas praderas, viven en ranchos o grandes haciendas. Por supuesto,  algunos de ellos son trashumantes y, en muchos casos, se dedican a exterminar indios o bien a despojarlos y expulsarlos de sus tierras.

A esa singular estética pertenecen, por ejemplo, recordados cineastas de la talla de Howard Hawk,  William Wellman, Budd Boetticher y, por supuesto, el icónico maestro John  Ford.

En tanto, el denominado western crepuscular –que también marcó a fuego una época- tiene sus más relevantes referentes en realizadores de la talla y el indudable talento de Arthur Penn, la intensidad de Sam Peckinpah, el vuelo artístico de  Clint Eastwood, el esplendor de Lawrence Kasdan y el indudable dramatismo del italiano Sergio Leone, entre otros.

Por supuesto, en este caso los personajes, que eran diametralmente opuestos a los del western conservador de las décadas del cuarenta y el cincuenta del siglo pasado, eran una suerte de antihéroes, sucios, desalineados, taimados y violentos y, a menudo, despojados de toda humanidad.

“Noticias del gran mundo”, que marca el “debut” del dos veces oscarizado y talentoso actor Tom Hank en el género a los 64 años de edad, retorna en cierta medida a las fuentes de una vertiente cinematográfica cuya postergada defunción viene siendo pronosticada hace décadas.

En este caso, el protagonista de esta película ambientada en 1870, es el capital Kidd (Tom Hannks), un veterano de la Guerra de Secesión que acaba de epilogar con la rendición del Sur esclavista, quien se dedica a leer noticias de los diarios en míseros pueblos alejados de los grandes centros urbanos, a cambio de una tarifa de apenas diez centavos.

Esa circunstancia le requiere naturalmente proveerse de la materia informativo indispensable y relatar los hechos noticiosos a los lugareños, incorporando creativos giros de humor para dotarlos de mayor atractivo.

En la mayoría de los casos, su auditorio está integrado por personas bastante rudimentarias, analfabetos e ignorantes, que consumen el producto y, en muchos casos, cuestionan lo que está sucediendo en un país en proceso de mutación.

En ese contexto, afloran los odios de los sureños perdedores hacia los norteños que ganaron la guerra civil –a quienes califican de prepotentes- así como el racismo exacerbado alimentado por la intolerancia.

Ese hombre cansando y desarraigado que ha abandonado su hogar para combatir en un conflicto fratricida pero con la promesa de regresar en algún momento a su hogar, es realmente un trashumante pero también un solitario empedernido.

Empero,  su vida cambia radicalmente cuando casualmente se encuentra con Johanna Leonberger (Helena Zengel), una adolescente huérfana de origen alemán, quien, cuando sólo era una niña, fue secuestrada y criada por los indígenas de la tribu kiowa. Por ende, sólo tiene recuerdos de su vida junto a los aborígenes y la única lengua que conoce es la de ellos.

Luego de perder a su familia biológica masacrada por los indios, ahora vuelve a quedar sola en el mundo y experimenta la más agobiante de las orfandades, situación que conmueve al ex militar, quien se compromete a entregarla a unos tíos. En ese marco, no duda en proteger a la adolescente como si fuera su propia hija, aun arriesgando su propia vida.

Evidentemente, se trata de una inocente víctima de las atrocidades mutuas perpetradas por dos bandos que luchan y se disputan el control de un territorio que a nadie pertenece. Por ende, está más acostumbrada a sufrir que a ser feliz.

En el primer tramo de esta historia, se plantean claramente tres temas centrales inherentes a la milenaria peripecia de la condición humana: la violencia desenfrenada, el abandono y la soledad.

El relato está concebido mediante un ritmo moroso y sosegado no demasiado habitual en el género western, que prioriza particularmente los diálogos en tres lenguas (inglés, alemán y kiowa)  y las miradas, acorde con la compleja comunicación de dos personas que necesitan vincularse para sobrevivir pero pertenecen a mundos radicalmente diferentes.

El film destaca también por su plausible y si se quiere poética formulación estética, que condensa una fotografía que privilegia los planos generales pero también tomas aéreas de superlativa belleza y potencia expresiva.

Obviamente, sobresalen nítidamente las actuaciones protagónicas del consagrado Tom Hanks y de la debutante adolescente alemana Helena Zengel, quien sorprende con una interpretación que realmente impacta y conmueve.

“Noticias del gran mundo” es una película de tono y lenguaje intimista, que reivindica -con respeto no exento de admiración- al cada vez más infrecuente género western y reflexiona sobre temas tan cruciales y hasta cotidianos como la violencia, la soledad, el desamparo y la solidaridad.

En tal sentido, no faltan referencias no tan subliminales al odio racial, la prepotencia y la dicotomía entre la tolerancia y la intolerancia, que un siglo y medio después siguen subyacentes en una sociedad turbulenta, enferma de furia, resentida y socialmente fracturada como la estadounidense.

 

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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