Luego del impedimento de la reunión del 25/04 por el repentino quebranto de salud de Lula, el Palacio del Planalto tiene prisa por fijar una nueva fecha para el encuentro de Lula con el presidente chino, Xi Jinping; es hoy la máxima prioridad de Itamaraty. El asunto fue discutido este lunes (27) con el jefe de la Asesoría Especial de la Presidencia, el exministro Celso Amorim, informa O Globo. La prioridad se debe a la importancia estratégica de China, que es el principal socio comercial de Brasil, y para reforzar la intención del gobierno de inaugurar un nuevo momento en las relaciones comerciales con los chinos.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, propondrá un “club de paz” con China para mediar en el fin del conflicto en Ucrania cuando concrete su viaje a Beijing para reunirse con el presidente Xi Jinping. El líder brasileño de izquierda busca restaurar la influencia diplomática de Brasil tras el relativo aislamiento del gobierno anterior de Jair Bolsonaro, pero se ha resistido a alinearse con los países occidentales que envían armas a Ucrania para repeler la invasión de Rusia.
“Estamos muy interesados en promover algún tipo de reunión que conduzca a un proceso de paz”, dijo al Financial Times Mauro Vieira, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil. “El presidente ha dicho tantas veces que escucha mucho sobre la guerra pero muy pocas palabras sobre la paz. Le interesan las conversaciones de paz”. Lula dijo a principios de este año que promovería la idea de un grupo de países mediadores y dijo que “es hora de que China se ensucie las manos”.
Una propuesta de paz presentada por México a fines del año pasado ganó poca fuerza después de que Ucrania la descartó como un “plan ruso”. Vieira dijo que el planteado viaje a China, el mayor socio comercial de Brasil, demostró el regreso de su país a una política exterior más proactiva. Durante la administración derechista de Bolsonaro, Brasil evitó en gran medida las iniciativas multilaterales a favor de relaciones cercanas con aliados ideológicos como Estados Unidos bajo el entonces presidente Donald Trump.
En una llamada telefónica al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, Lula, de 77 años, prometió visitar el país en el “momento adecuado”. Pero los dos líderes transmitieron mensajes marcadamente diferentes después de la reunión. Mientras Zelenskyy se centró en la “importancia de defender el principio de soberanía e integridad territorial de los estados”, Lula destacó el compromiso de Brasil con “cualquier iniciativa relacionada con la construcción de paz y el diálogo”.
En su oficina en Brasilia, el canciller Vieira se comprometió a restaurar la tradición de la política exterior de Brasil de “mantener contacto con todos los países”, y agregó: “Queremos recuperar el tiempo que se perdió recientemente. Y, por supuesto, no habrá alineaciones automáticas”. Tanto China como Rusia son socios comerciales importantes para Brasil. Bolsonaro visitó Moscú poco antes de que lanzara su invasión a gran escala de Ucrania en febrero pasado para asegurar el suministro de fertilizantes para el floreciente sector agroindustrial de Brasil. El comercio de Brasil con China está dominado por las materias primas, en particular la exportación de soja y mineral de hierro al país asiático. El intento de Lula de involucrarse en Ucrania no es su primera incursión en asuntos internacionales espinosos. Como presidente en 2010, viajó a Irán y, con el primer ministro de Turquía, logró un acuerdo sobre el programa nuclear del país. Pero el pacto, criticado por Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, fue rápidamente roto por Teherán.
Sabrina Speranza
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