El jueves 15 de junio se realizó una ceremonia con motivo de la celebración de los 20 años de la Casa de los Escritores del Uruguay.
En el Cabildo de Montevideo se fueron juntando cerca de cinco decenas de escritores y escritoras, se saludaron entre ellos, por unos minutos se formaron corrillos, grupos de personas que hablaban entre sí hasta que el presidente actual, el poeta y bandoneonista Diego Cubelli hizo uso de la palabra.
Fue breve y lo más importante de su discurso fue el recuerdo del escritor Carlos Liscano, fallecido recientemente, y que fuera el primer presidente de la Casa de los Escritores. En ese sentido confirmó que el concurso de narrativa y poesía joven llevará el nombre de Carlos Liscano y una biblioteca dedicada a los autores nacionales de la Casa tendrá el mismo nombre, como un homenaje permanente.
Llamó, también, a seguir profundizando en torno al Proyecto Tarifario, en el sentido de que los escritores y escritoras puedan tener un arancel por las distintas actividades literarias y/o culturales relacionadas. En ese sentido, Cubelli dijo que no habían encontrado el modo de comprobar si este proyecto, que funciona como una guía arancela4ria, estaba siendo cumplido o no. También dejó en claro que había opiniones diferentes sobre el proyecto en sí y su alcance, por lo que era necesario seguir conversando.
Luego, sobre los comienzos de la Casa de los Escritores, Miguel Ángel (“el Cristo”) Olivera contó: “En el 2003, la Intendencia nos cedió un espacio en el Mercado de la Abundancia… Era un pequeño baldío de piso de tierra, surcado por cuerdas en las que colgaban los manteles lavados los boliches del mercado… No había instalación de luz. La primera reunión la hicimos alumbrados con velas y con unas sillas que nos prestó la vecina Asociación de la Prensa…”.
Posteriormente “el Cristo”, leyó un poema en honor a Carlos Liscano.
Por último, se hizo una mesa con la primera Comisión Directiva y Comisión Fiscal y un reconocimiento a la trayectoria de socios de la Casa de los Escritores del Uruguay (Teresa Puglia, Sonia Otero, Miguel Angel “Cristo” Olivera, Melba Guariglia, Julia Galemire, Adelaida Fontanini y Betti Chiz).
Solo quedó hacer un brindis. La cultura respira y se mueve.
Todos somos navegantes
Salen de sus refugios
vienen llegando
de la jungla espesa
naúfragos/ supervivientes/ escondidos
pescadores de costa/ aborígenes
fugados/ perseguidos/ olvidados
grumetes/ polizones/ pasajeros
capitanes sin barco
tripulación de un sueño…
juntan
maderas/ hojas/ ramas/ yesca
arman un fuego
—el fuego—
rodean el fogón/ asan sus peces
calientan sus escalofríos
comparten el abrigo el alimento
pactan un horizonte/ fijan un rumbo
acuerdan
un punto cardinal/ una canción
—la cantan—
y
el viaje —el largo viaje—
vuelve a ser posible
entre
la restinga
y
la playa
flotan
palos/ lonas/ restos del naufragio
algún cabo cortado
rozos del foque/ la gavia/ la cangreja
vestigios de un velamen
conocedor
e mástiles enhiestos
y
de vientos propicios
hasta que no…
navegantes de a pie
arrojados del mar a estas orillas
juntan
tablas/ amarras destrozadas/ pedazos de aparejos
y
una bandera indemne
salvada por milagro del puro navegar…
con paciencia de náufrago
pondrán
mano/ horizonte
maderas/ nudos/ sangre
más paciencia/ sudor/ harapos/ ilusiones
reconstruirán el sueño
y
algún día de estos
tomarán la pleamar
dejarán esta isla
y
enfilarán los ojos hacia el sol…
(volverán a zarpar/ a continuar el viaje/ una vez más…)
Miguel Angel Olivera
Por Sergio Schvarz
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