Corrían las primeras horas de la noche del 26, me dicen que Jaime me estaba buscando, para que pasara por Sierra, “lo antes posible”. Estaba en el edificio central de la UdelaR, donde funcionaba el Consejo Directivo Central (CDC), el Rectorado y también el Consejo Federal de la FEUU. Llegar a Sierra 1720, el local central del PCU, era sencillo.
*«Sierra» era como se denominaba la Casa Central del Partido Comunista
Entre, y de parado, Jaime Pérez me dice: Está noche se da el Golpe de Estado. Las fábricas comenzarán a ocuparse desde la madrugada. Es importante reunir al CDC y que la Universidad discuta su posición ante el Golpe, los compañeros del “sector” (universitario) ya tienen la información. Supongo en los gremios también se iniciará la discusión y acciones)
Durante años se había manejado la posibilidad de que el Golpe se diera, de hecho del 1964, cuando comenzó la dictadura en Brasil, era una posibilidad, incluso las definiciones de la CNT fueron claras al respecto, y el movimiento estudiantil, también estuvo con posturas similares.
La Universidad, transitó por muchos años, a partir del artículo 2 de su Ley Orgánica del ´58, batalló en forma permanente contra el proceso de vaciamiento institucional que vivió el país, en particular desde los años 67 y 68, enfrentando ataques permanentes institucionales, políticos y también de asfixia económica. El asesinato de estudiantes, iniciado con Liber Arce, Susana Pintos y Hugo de los Santos fueron ejemplo de la pérdida de libertades y vigencia de los derechos humanos de todo ese período, sustentados en las Medidas Prontas de Seguridad, la implantación de la “Justicia Militar”, el “estado de guerra interno”, el desarrollo de los escuadrones de la muerte.
Esto en un cuadro de agravamiento de la realidad económica, el crecimiento del movimiento popular, así como acciones armadas desarrolladas por el MLN – T, no siempre coincidente en los objetivos coyunturales.
Incluso ya se habían tenido dos ingresos, violando la autonomía universitaria. Una desarrolla por Víctor Castiglione y la policía, con argumento de buscar información sobre posibles acciones con la llegada de Rockefeller al Uruguay, en particular en la Facultad de Arquitectura y otra al propio edificio Central de la Udelar, en octubre 1972, creo recordar, por parte del mismo grupo armado que había ingresado al local central del PCU en abril 1927, con disfraces y pelucas, que no terminó en masacre por la llegada de Héctor Gutiérrez Ruiz, Rodney Arismendi y Jaime Pérez. Esa noche éramos cientos en una reunión (activo) de la UJC. También sacaron al boliche de la esquina un grupo de compañero como rehenes por si “pasaba algo”.
Pero, “una cosa es hablar del diablo, y otra que el diablo se te aparezca”. El golpe se daba, contra muchos que decían “eso acá no va a pasar” y comenzaba la dictadura, que se prolongaría hasta marzo 1985. Nadie entonces sabía como sería el desenlace, y por cuanto tiempo. Pero la HUELGA GENERAL se lanzaba y la condena a la dictadura comenzaba a ser la respuesta del movimiento popular un número importante de demócratas.
Salí a ver como contactar al Rector, Samuel Lichtensztejn, y el Comité Ejecutivo de la FEUU para efectivizar lo que se entendiera correspondiera adoptar para apoyar las acciones del pueblo uruguayo.
Paso la noche, hay muchos relatos de lo ocurrido y del decreto de disolución de las Cámaras.
Al otro día el CDC se reunió, junto con los otros dos delegados de la FEUU participamos, José Luis Canel y Carmen Díaz, estuvimos presentes. La Universidad adoptó sus posiciones, y fue parte de esos históricos días en defensa de la democracia y contra el dictador Juan María Bodaberry que fue apoyado por las Fuerzas Armadas, miembros del Partido Colorado, Partido Nacional, dirigentes de gremiales empresariales, entre otros.
El 6 de julio, de la UdelaR salió una manifestación encabezada por las autoridades universitarias, en esas mismas horas asesinan a Ramón Peré. El Rector sobre el medio día se retira hacia su casa, junto a cuatro estudiantes de UTU lo acompañamos, pero en Eduardo Acevedo y Guayabo fueron interceptados detenidos, subidos a un ropero. A Samuel lo dejaron proseguir. Fuimos detenidos y llevados, en primera instancia a la comisaría de la calle Paysandú. Al otro día nos trasladaron al Cilindro, siendo los primeros en “inaugurarlo” como cárcel. Hoy queda una placa en el lugar como “sitio de memoria”, mal allá de que no existe como tal.
El 9 de julio allí llevaron a la inmensa mayoría de los detenidos en la manifestación de “las cinco de la tarde en punto” y los trabajadores de El Popular. Llegamos a ser mas de 500. También allí llegaron compañeros que eran torturados en diversos cuarteles, como algunos de los que participaron en la “apagada de la llama de ANCAP”, que había pasado por el cuartel del km 14 de Con Maldonado.
Han transcurrido 50 años, queda mucho aún por hacer para el esclarecimiento de todo lo ocurrido, pero lo que sí estoy seguro es que, sino se hubiera enfrentado la dictadura desde el primer momento, si miles y miles hubieran hecho posible el “no dar un minuto de tregua a la dictadura” durante esos años, con la capacidad de unir voluntades y esfuerzos para derrotarla, en el esfuerzo cotidiano de las familias, los vecinos, desde la clandestinidad, en las cárceles, en el exilio y en los últimos años en la conquista de cada espacio de legalidad, no se hubiera podido alcanzar un 1ero de marzo de 1985.
Benjamín Liberoff
(Senador suplente de Mario Bergara -Marea-FR/FA)
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