Israel descubrió que no hay enemigo chico

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La fuerza militar más poderosa de Medio Oriente no sólo subestimó la magnitud del ataque del 7 de octubre cuando éste se iniciaba, sino que fracasó en la recopilación previa de inteligencia “principalmente debido a la arrogancia y a la suposición errónea de que Hamás era una amenaza contenida”, concluyó el New York Times, NYT. No supieron porque no procuraron saber.

Según la investigación del NYT, la primera señal la tuvo el jefe de seguridad interior de Israel

Ronen Bar a las 3 de la madrugada hora local; en principio, le pareció que lo que estaba sucediendo era simplemente otro ejercicio militar de Hamás.

En la sede del servicio de inteligencia pasaron horas monitoreando la actividad de Hamás en la Franja de Gaza, que encontraron inusualmente activa en mitad de la noche. Eran funcionarios del Shin Bet, el servicio de inteligencia interno, convencidos, igual que sus mandos, de que Hamás no tenía ningún interés en ir a la guerra.

Si hubieran estado escuchando el tráfico en las radios portátiles de los militantes de Hamás la conclusión hubiese sido otra, pero dejaron de hacerlo hacía un año, considerándolo un desperdicio de esfuerzo.

Con el paso de las horas, el jefe Bar consideró que Hamás podría intentar un asalto a pequeña escala; lo discutió con los principales generales de Israel, y ordenó el despliegue en la frontera sur del equipo Tequila. un grupo de fuerzas antiterroristas de élite. No consideraron que la situación ameritara despertar al primer ministro Benjamín Netanyahu.

Pero en cuestión de horas, las tropas de Tequila se vieron envueltas en una batalla con miles de hombres armados de Hamas que penetraron la poderosa valla fronteriza de Israel. Los atacantes sobrepsaron a esas tropas y fueron a toda velocidad en camiones y motocicletas hacia el sur de Israel, atacando a su paso aldeas civiles y bases militares.

Ante la arrogancia de los ojos cerrados de la inteligencia israelí, firme en la convicción de que Hamás era una amenaza contenida, fuerzas de Hamas habían recibido un extenso entrenamiento para el asalto durante al menos un año sin ser detectados Los combatientes, que estaban divididos en diferentes unidades con objetivos específicos, tenían información meticulosa sobre las bases militares de Israel y la distribución de los kibutzim.

Con explosivos y tractores, Hamás abrió brechas en las barricadas fronterizas, lo que permitió que 200 atacantes pasaran a través de la primera oleada y otros 1.800 ese mismo día, dicen los funcionarios. En motocicletas y camionetas, los agresores irrumpieron en Israel, invadiendo al menos ocho bases militares y perpetrando ataques terroristas contra civiles en más de 15 pueblos y ciudades.

En el desarrollo del ataque de Hamás, se envió un alerta a los soldados israelíes que custodiaban la frontera con Gaza, según dos altos funcionarios de seguridad israelíes. Pero la advertencia no se cumplió, ya sea porque los soldados no la entendieron o no la leyeron, informa NYT.

Poco después, Hamas envió drones para desactivar algunas de las estaciones de comunicación celular y torres de vigilancia del ejército israelí a lo largo de la frontera, impidiendo que los oficiales de servicio monitorearan el área de forma remota con cámaras de video: las fuerzas israelíes quedaron a ciegas. Los drones también destruyeron ametralladoras controladas a distancia que Israel había instalado en sus fortificaciones fronterizas, eliminando un medio clave para combatir un ataque terrestre.

Los cuatro funcionarios dijeron que el éxito del ataque, según su evaluación inicial, se debió a una serie de fallas de seguridad por parte de la comunidad de inteligencia y el ejército de Israel, y entre ellas:

  • Falta de vigilancia por parte de los agentes de inteligencia de los canales de comunicación clave utilizados por los atacantes palestinos;
  • Dependencia excesiva de equipos de vigilancia fronteriza que los atacantes desactivaron fácilmente, lo que les permitió asaltar bases militares y matar soldados en sus camas;
  • Agrupación de comandantes en una única base fronteriza que fue invadida en la fase inicial de la incursión, impidiendo la comunicación con el resto de las fuerzas armadas;
  • Y la disposición a aceptar al pie de la letra las afirmaciones de los líderes militares de Gaza, hechas en canales privados que los palestinos sabían que estaban siendo monitoreados por Israel, de que no se estaban preparando para dar batalla, disuadidos por la capacidad israelí.«Gastamos miles de millones en reunir información de inteligencia sobre Hamas», dijo Yoel Guzansky, ex alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de Israel. “Luego, en un segundo”, añadió, “todo se derrumbó como fichas de dominó”. La otrora invencible sensación de seguridad del país quedó destrozada; fue el peor ataque en sus 75 años, y ni siquiera supieron que venía.

La soberbia que enceguece fue y es comandada por Netanyahu, a quien la guerra le facilita el evitar un marcado deterior político por la masiva y firme resistencia ciudadana a sus muy resistidas medidas de disminuir el alcance de la justicia en Israel, y evitar el o los juicios que le esperan por tres casos de corrupción.

Se sabe ahora que los funcionarios de seguridad israelíes pasaron meses tratando de advertirle que la agitación política causada por sus políticas internas estaba debilitando la seguridad del país y envalentonando a los enemigos de Israel. El primer ministro continuó impulsando esas políticas. Un día de julio incluso se negó a reunirse con un general de alto rango que vino a entregarle una advertencia de amenaza basada en información de inteligencia clasificada, según funcionarios israelíes.

Los funcionarios israelíes juzgaron mal durante años la amenaza que representaba Hamas, y esto se agudizó en el período previo al ataque. La evaluación oficial de la inteligencia militar israelí y del Consejo de Seguridad Nacional desde mayo de 2021 fue que Hamás no tenía interés en lanzar un ataque desde Gaza que pudiera provocar una respuesta devastadora por parte de Israel, según cinco fuentes del NYT. En cambio, la inteligencia israelí evaluó que Hamás estaba tratando de fomentar la violencia contra los israelíes en Cisjordania, controlada por su rival, la Autoridad Palestina.

La creencia de Netanyahu y altos funcionarios de seguridad israelíes de que Irán y Hezbolá, su fuerza proxy más poderosa, presentaban la amenaza más grave para Israel desvió la atención y los recursos de la lucha contra Hamás. A finales de septiembre, altos funcionarios israelíes dijeron al NYT que estaban preocupados de que Israel pudiera ser atacado en las próximas semanas o meses en varios frentes por grupos de milicias respaldados por Irán, pero no mencionaron la posibilidad de que Hamás iniciara una guerra con Israel desde la Franja de Gaza.

En los últimos años, las agencias de espionaje estadounidenses habían dejado en gran medida de recopilar información de inteligencia sobre Hamas y sus planes, creyendo que el grupo era una amenaza regional que Israel estaba manejando.

En general, la arrogancia entre los funcionarios políticos y de seguridad israelíes los convenció de que la superioridad militar y tecnológica del país sobre Hamás mantendría al grupo terrorista bajo control.

La última vez que la convicción colectiva de los israelíes en la seguridad de su país quedó igualmente devastada fue 50 años antes, al comienzo de la Guerra de Yom Kippur, cuando Israel fue tomado por sorpresa por un ataque de las fuerzas egipcias y sirias. Haciendo eco de ese ataque, Hamás tuvo éxito ahora porque los funcionarios israelíes cometieron muchos de los mismos errores que se cometieron en 1973.

La Guerra de Yom Kippur fue “un ejemplo clásico de cómo la inteligencia falla cuando las comunidades de política e inteligencia construyen un circuito de retroalimentación que refuerza sus prejuicios y los ciega ante los cambios en el entorno de amenazas”, dijo Bruce Riedel, ex alto analista de Medio Oriente en la Central Agencia de Inteligencia.

“Pudieron engañar nuestra recopilación, nuestro análisis, nuestras conclusiones y nuestra comprensión estratégica”, dijo Eyal Hulata, asesor de seguridad nacional de Israel desde 2021 hasta principios de este año.

Muchos altos funcionarios han aceptado la responsabilidad, pero Netanyahu no.Culpó a los servicios militares y de inteligencia por no proporcionar cualquier advertencia sobre Hamás. “Bajo ninguna circunstancia y en ningún momento se advirtió al primer ministro Netanyahu sobre las intenciones de guerra por parte de Hamás”, decía el comunicado del primer ministro. “Por el contrario, la evaluación de todo el escalón de seguridad, incluido el jefe de la inteligencia militar y el jefe del, fue que Hamás estaba disuadido y estaba buscando un acuerdo”. Ante la airada reacción que esto provocó, Netanyahu se disculpó con el Shin Bet.

 

 

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