CINE | “Priscilla”: La historia real de una mujer abusada

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La historia real de una mujer cuya existencia discurrió entre la apoteosis de la gloria y el drama del abuso y la segregación, es el núcleo temático de “Priscilla”, el film biográfico de la talentoso realizadora cinematográfica Sofía Coppola, que explora la tormentosa vida de la esposa del icónico y malogrado rey del rock and roll Elvis Presley.

Esta película, que recrea la vida de la única esposa de Elvis Presley, ratifica la predilección de la cineasta por hurgar en las vidas de mujeres que han padecido existencias turbulentas y que, de algún modo, se han logrado mimetizar con el poder político y el poder económico.

No en vano, en 2006, Coppola estrenó “María Antonieta”, que reconstruye la breve peripecia existencial de la reina que gobernó Francia junto al pusilánime monarca Luis XVI. Ambos, luego de años realmente muy tensos y complejos, fueron guillotinados.

La mujer, que era archiduquesa de Austria, celebró un matrimonio por conveniencia familiar con el monarca galo, con el propósito de unir a dos reinos de la Era Moderna. Desde el comienzo, la joven noble concitó la antipatía del pueblo francés, que la acusó de dilapidar la fortuna de la corona, en lujos innecesarios y para financiar su adicción al juego.

La consecuencia fue que, al igual su marido, fue condenada por un tribunal luego de consumada la Revolución Francesa y la abolición de la monarquía. Cuando su cabeza cortada por la guillotina cayó en el cesto, la muchedumbre festejó.

Este personaje femenino real, que estaba en el lugar menos indicado en el momento menos indicado, es recreado con singular frontalidad y sin miradas complacientes, en una película que, más allá de sus deslices, destaca particularmente la autonomía de una mujer que era una adelantada para su época.

En efecto, pese a que ingresó a la pomposa corte francesa como una joven inexperta en protocolos reales, logró mimetizarse rápidamente y hasta manejar a su antojo las finanzas del reino. Es decir, fue una fémina emancipada y depositaria de un poder absoluto.

Como se recordará, Sofía Coppola debuto en el formato del largometraje con “La vírgenes suicidas” (1999), un film que tiene también como protagonistas a mujeres, y luego conoció el éxito con “Perdidos en Tokio” (2003), tal vez su película más conocida y promocionada.

Su producción cinematográfica, que ha sido destacada por sus altos valores artísticos, incluye también “En un rincón del corazón” (2010), “The Bling Ring” (2014) Y “El seductor” (2017).  

Sofía Coppola, que antes de dedicarse a la dirección incursionó en la actuación, tiene genes de cineasta, porque es hija nada menos que del icónico realizador Francis Ford Coppola, quien ganó cinco premios Oscar y dirigió, entre otros magistrales largometrajes, “El padrino” (1972) y “El padrino 2” (1975), que fueron premiadas con el máximo galardón que otorga Hollywood a la Mejor Película.

Sofía debutó prematuramente en el cine bajo la dirección de su padre cuando era apenas un bebé, en la recordada escena del bautismo, que sobresale porque, mientras se celebra el oficio religioso, Michael Corleone, el nuevo padrino, encarnado por Al Pacino, se deshace de todos sus enemigos mafiosos, que son asesinados casi simultáneamente.

Incluso, Sofía Coppola participó en “El padrino 2” en un mero cameo y luego desempeñó un papel protagónico en “El padrino III”, encarnando a la hija del capo mafioso del clan Corleone, nuevamente interpretado por Al Pacino.

Todas estas experiencias fueron capitalizadas por la realizadora como aprendizajes, que luego volcó en su trabajo como directora. Se trata, en efecto, de una cineasta sin techo, por su reconocida sapiencia artística y sensibilidad.

En tal sentido, la radical diferencia existente entre “María Antonieta” y “Priscilla”, no es sólo que las peripecias de ambas mujeres se desarrollan con casi dos siglos de diferencia, sino también sus actitudes con respecto al poder, político y económico en el primer caso, y meramente económico en el segundo.

En efecto, mientras la monarca logró mimetizarse con la fauna aristocrática de la monarquía francesa y alcanzó singular influencia incluso política, Priscilla, en cambio, fue el prototipo de la “mujer trofeo”, concepto acuñada por la cultura patriarcal aun hegemónica en las décadas del cincuenta, el sesenta y el setenta del siglo pasado.

Como la película está inspirada en la biografía de la propia Priscilla Presley, obviamente la principal fuente que nutre el guión es el testimonio de esta mujer, que, en pocos años, pasó del cielo al infierno y al calvario de padecer los excesos de un esposo famoso, pero drogadicto, mujeriego y derrochón.

En este film, a diferencia de lo que sucede en “Elvis” (2022), de Baz Luhrmann, el icónico ídolo es casi una suerte de agonista, porque la verdadera protagonista es su joven y sufrida esposa.

En efecto, la historia revela la mirada de esta atribulada chica, quien siendo apenas una adolescente, conoce, casi por casualidad, al astro, que por entonces ya brillaba en el firmamento artístico.

En este caso, el rol protagónico es interpretado por la joven actriz Cailee Spaneny y el de Elvis por Jacob Elordi, quienes se conocen en la Republica Federal Alemana, donde la joven vivió junto a su familia a fines de la década del cincuenta, cuando su padre, que era militar, fue destinado a ese país como parte de las fuerzas de la OTAN. Por entonces, Elvis Presley, que estaba haciendo el servicio militar, también vivía en el mismo país. Es decir, más que una casualidad fue una causalidad.

En esas circunstancias y pese a la fascinación de la joven con ese hombre que destacaba por su talento artístico, su fama y su belleza física, su padre inicialmente se opuso al vínculo entre ambos, alegando, con razón, que Priscilla era apenas una adolescente y su prioridad debería ser terminar su bachillerato. Incluso, el progenitor de la joven no era proclive a que su hija saliera con un hombre diez años mayor que ella y con experiencia de vida.

En esta coyuntura aflora la primera referencia al machismo empedernido de la época, cuando los padres no atendían las demandas de sus hijos –particularmente de las hijas- y les imponían su voluntad. Hoy, afortunadamente, la situación es radicalmente diferente, ya que los jóvenes gozan de su derecho a la autonomía que les era negado en el pasado.

Empero, la férrea resistencia de la joven al autoritarismo de su progenitor sumado a la insistencia del astro logró que el vínculo entre ambos se fuera canalizando lentamente, hasta culminar finalmente en romance.

Antes, la protagonista debió padecer el desencanto de la separación física y la incertidumbre, aunque, cuando ya desesperaba, una llamada telefónica modificó radicalmente su talante emocional. Ese fue para ella el comienzo de una nueva vida y una suerte de cuentos de hadas.

Empero, la adolescente, que amaba con devoción al astro y era correspondida en sus sentimientos, pronto descubrió que el mundo de fantasía que le ofrecía su novio y luego esposo, era realmente casi una reproducción del universo patriarcal y machista que había padecido en su hogar natal.

En ese contexto, afloran algunos puntos de contacto entre esta película y la exitosa “Elvis”, que reproduce el esquema de sumisión y sometimiento no exento de humillación de una mujer a un hombre, que, por añadidura, era famoso.

Luego del ensueño inicial y de la sensibilidad con la cual el hombre inició sexualmente a su pareja, la convivencia comenzó lentamente a transformarse en un infierno para Priscilla.

En ese marco, pese a que se acostumbró a una vida de lujos, de pompa y de abundancia, la protagonista debe padecer la salvaje adicción de su esposo a las drogas (anfetaminas), que ella compartió inicialmente para no generar conflictos.

Obviamente, no faltaron los celos por las infidelidades del hombre y la violencia física y emocional que este ejercía sobre su mujer, a quien  siempre consideró, hasta la separación, una suerte de propiedad privada, acorde a la cultura machista hegemónica de una época caracterizada por la radical desigualdad de género.

Aunque los conflictos entre ambos no son ciertamente tan explícitos como en “Elvis” y la figura del representante del artista, el trucho empresario apodado “Coronel” Tom Parker es en este caso meramente marginal, Priscilla debió padecer toda suerte de abusos.

Incluso, le resultaba sumamente incómoda la corte de parásitos alcahuetes que rodeaban a su esposo y se abusaban de su generosidad. En efecto, casi a toda hora la mansión del ídolo estaba virtualmente invadida por supuestos amigos que comían gratis y disfrutan de la piscina, entre otros tantos beneficios.

La azarosa existencia cotidiana de Priscilla es la crónica de una mujer abusada, maltratada y ninguneada, por un marido famoso que, si bien la cuidaba para que no le faltara nada y le ofrecía una vida de lujos y aparentemente de ensueño, no la entendía ni la consideraba como persona. Es decir, fue una mujer trofeo o un mero galardón, de los tantos que detentaba el cantante por su exitosa carrera profesional.

Este es el descarnado retrato de una víctima y de su victimario y de un hombre que ostentó fama y poder económico, pero no pudo frenar sus patológicos excesos. En efecto, dilapidó impunemente su fortuna, contaminó su cuerpo y su alma, exhibió una  rampante soberbia y transformó su atlético cuerpo en enfermedad, por el agotamiento físico y emocional. Además, padeció la soledad como una condena. Esa dramática coyuntura derivó en su prematura muerte, con apenas 42 años, cuando, pese a su juventud, su estrella ya comenzaba a declinar, por sus propios errores.

Todo eso debió padecer la Priscilla adolescente que creció y se hizo mujer antes de tiempo, que tocó el cielo con la punta de los dedos y luego descendió aceleradamente al inframundo.

Este film recrea la radical mutación del encanto al desencanto, de la felicidad a la infelicidad y de la degradación del amor, horadado por la infidelidad y el desprecio.

A diferencia de lo que sucede en “Elvis”, aquí no hay secuencias de multitudinarios conciertos musicales con fanáticos bailando frenéticamente ni segregando adrenalina a raudales. Tampoco hay ensayos o  grabaciones de estudio, porque esta película denuncia el lado más oscuro de un ídolo y de su víctima, que fue realmente la única mujer que lo amó con devoción.

Esta adaptación cinematográfica de una historia real es la crónica de una mujer enamorada y soñadora, quien, junto a su hija, padeció el más severo de los abandonos y la segregación, por más que materialmente vivió en la abundancia. En efecto, su célebre esposo le dio todo lo tangible, a excepción de la comprensión y de su lugar como persona.

Aunque “Priscilla” dista de ser una de los mejores producciones de Sofía Coppola, vale igualmente como testimonio de vida y denuncia del abuso que suelen padecer algunas mujeres, en este caso la compañera de ruta de una autentica leyenda de la cultura universal como lo es, sin dudas, el gran Elvis Presley.

En efecto, este relato demuele en parte el mito que se ha construido en torno a un destacado referente del rock and roll, que se contaminó a sí mismo y contaminó a su entorno, ya que amaba bastante más a su bien ganada fama que a las personas que lo amaban.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

FICHA TÉCNICA

Priscilla (Estados Unidos 2023. Dirección: Sofia Coppola. Guión: Sofia Coppola, Priscilla Presley, Sandra Harmon. Producción. Sofía Coppola, Youree Henley, Lorenzo Mieli. Fotografía: Philippe Le Sour. Música: Phoenix. Edición: Sarah Flack. Reparto: Cailee Spaeny, Jacob Elordi, Ari Cohen, Dagmara Dominczyk, Tim Post y Lynne Griffin. 

 

 

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