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El país de “los malla” oro

No es un invento uruguayo. El individualismo por sobre la comunidad, sobre la sociedad toda, es un fenómeno mundial creado y alimentado por el neo capitalismo. Ya Rifkin alertaba sobre la mutación del capitalismo frente a toda contingencia, renaciendo históricamente con mayor ímpetu acompañado de sus peores características.

La exaltación del éxito focalizado en las personas aún a costa de su entorno social, alimenta al emprendedor de la época centrado en el éxito personal por sobre su efecto en la comunidad.

Empieza desde muy pequeños

El sistema educativo, otrora basado en valores humanistas e universales, hoy hace propaganda desde instituciones privadas, incluso nacidas para enseñar y ejercer al servicio del prójimo, un servicio focalizado en el beneficio personal. Sus premiaciones han logrado que el sistema estatal apenas logre compensar las becas y empleos que son un verdadero trueque comercial, entre instituciones privadas y estudiantes. Que más que alumnos son en verdad clientes.

La profesión así conseguida, basada en el pago, no puede escapar al objetivo de amortizar su importante costo en el ejercicio, omitiendo con todo derecho la contraprestación que la enseñanza gratuita de la República, obligaba para con la sociedad. Salvo, nobleza obliga, la brindada por excepción.

Creando ídolos o diablos

El imparable individualismo conlleva una cuota elevada de ego exhibida en cada medio de comunicación y en las redes. Las crónicas de “expertos” y emprendimientos se encuentran en Suplementos semanales y programas de Televisión. La realidad es que buena parte de los “expertos” no son tales, cuando mucho detentores de diplomas y títulos no verificados. Y cada vez más emprendedores, exitosos en esas promociones, son “ídolos con pies de barro”. Los ejemplos abundan pero sólo referiré a uno de actualidad en un contexto que conozco: los emprendedores de barrios de viviendas en nuestro país. En verdad hay Empresas serias, con profesionales idóneos, alguna de las cuales comenzaron cuando todavía ejercía. Con respaldo financiero y garantías genuinas. Pero algunos advenedizos, impulsados como reseño, ponen al descubierto el peor de los componentes de la actividad privada: el riesgo trasladado a sus clientes al no poder asumirlo. Y de una, por eso mismo, irresponsable gestión, transfieren las pérdidas a los mismos. En el caso de actualidad, a cientos de familias que incluyen… miles de personas.

Luis Fabre

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