Argentina tras la unidad sin matices

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/ Argentina no será un caso aparte. Las victorias del progresismo en América Latina hoy son defensivas ante el crecimiento de la ultraderecha, afirma Carlos Raimundi, ex embajador plenipotenciario argentino ante la OEA y hoy político opositor. La calificación del actual proceso como «segunda ola de gobiernos progresistas en la región», de Álvaro García Linera, le parece «tremendamente optimista».

No se niega la importancia de la la victoria de Claudia Sheinbaum en Mexico, de Gustavo Petro en Colombia, la posible de Hugo Chávez en Venezuela, «pero Lula, para poder ganar, tuvo que hacer una alianza con sectores que habían apoyado el golpe contra Dilma Rousseff».

La acción defensiva se explica en «la determinación de los sectores progresistas, de izquierda nacional y populares; «los distintos rótulos que uno le ponga de acuerdo con las circunstancias», de frenar ese avance de la ultraderecha. Ante la necesidad de pararla, «a veces no se puede profundizar tanto como uno quisiera, porque para conseguir mayorías parlamentarias, sociales y políticas. uno tiene que conquistar el apoyo de sectores que en lo ideológico estarían más en el centro».

Esto es una necesidad «en particular en la Argentina. Por lo que yo he vivido, creo que hay que trabajar por la unidad a pesar de los matices, a pesar de las diferencias».

Raimundi señala similitudes entre la actualidad argentina y el proceso histórico, en el que «EEUU le gana la batalla al bloque socialista e instala el proceso neoliberal en los años 90. «Pero mucho antes habían utilizado al cono Sur como laboratorio de prueba, primero con el golpe de Pinochet en el año 73 (y meses antes, también en Uruguay) y después con el golpe en Argentina».

«Yo creo que ahora están haciendo algo similar: la Argentina se ha convertido en un laboratorio de prueba del anarcocapitalismo es decir de un sistema que directamente entrega la gobernanza. Son las corporaciones las que se hacen cargo de la política, y lo único que le dejan reservado al sistema público es el aparato represivo. El Estado pasa a ser el Ministerio de Seguridad del sistema, pero todo lo demás está administrado por los CEO de los grandes laboratorios y conglomerados. O sea, servidores digitales, comercio electrónico, armamento, laboratorios, alimentos, semillas, minería, petróleo y más; todo en mano de sus propios dueños. Ése es el plan de Milei.»

Cuando finalmente llega –y si llega– la alternancia al gobierno de la derecha «y asumimos con un gobierno progresista, no llegamos al mismo punto en que habíamos dejado, sino mucho más atrás. Esto, porque se va destruyendo y gangrenando el tejido productivo, el tejido tejido social, la cultura, la educación, el endeudamiento. La propiedad del sistema productivo es entregada a los tribunales internacionales: ya no hay más tribunales locales sino que es la justicia internacional» la que dirime demandas contra lo concretado por la derecha.

«Del viejo anarquismo toman la renuncia al Estado, pero no para transferir poder a las masas obreras sindicalizadas sino para transferírselo a estos grandes grupos. Expresan así lo más totalitario del fascismo y lo más ultra liberal del neoliberalismo. Por ejemplo, la Argentina tendría que haber ingresado al BRICS desde el primero de enero; no lo hizo, y así nos saca del mundo que está en ascenso. Y nos repliega a una alianza incondicional con los dos países más decadentes en este momento, la decadencia económica y en todo otro sentido de los Estados Unidos, y la decadencia moral estrepitosa del gobierno de Israel. Y el tercer gran aliado es (Volodymir) Zelensky: nos pone como aliados de estos países en decadencia que además están perdiendo las guerras.»

«La prédica antipolítica, anti Estado y a favor de los sectores más neofascista, implica obviamente en la Argentina un cambio dramático, absoluto, en los paradigmas respecto a los Derechos Humanos, y cuestiona todo ese liderazgo que Argentina supo tener en el tema, y que ya no se refiere únicamente a la lucha contra el terrorismo de Estado sino a los nuevos derechos, a la alimentación, a la soberanía alimentaria, a la cultura, a la vivienda, a la diversidad y más».

«Hay una condición común en los afectados que es lo plebeyo y eso es lo que hay que expresar. Después, algunos tendrán sus raíces y están las comunidades urbanas más ligadas a las nuevas orientaciones sexuales, a las nuevas prácticas, a los nuevos principios; todo eso. Pero Milei corta grueso y es un negacionista a ultranza y además criminaliza la protesta social.»

«Hoy estamos volviendo a lo mismo que en la dictadura; al inventar un enemigo interno. El enemigo no es la agresión exterior, no es otro ejército, no es el crimen organizado, no es el narcotráfico; es el que va a protestar a una marcha porque le quitaron el empleo o porque le quitaron el salario o porque no puede mandar sus hijos a la escuela, o porque le quitaron la comida de su comedor popular. Ése es el enemigo de Milei, esa es la política tanto internacional como interna que representa este sujeto.»

«A mí todavía me cuesta creer que ésta es la realidad. A veces pienso que estoy viviendo una pesadilla cuando lo veo. Por todas las deficiencias que tuvo nuestro gobierno anterior, al que yo traté de representar dignamente, pero que particularmente a nivel interno fue muy, muy malo. Nuestro pueblo quedó fatigado, quedó fastidiado, quedó desorientado. Y cuando uno está muy desorientado, cuando uno pierde el norte como pueblo, recurre a lo primero que tiene en la mano. Y el que le ofrecía el cambio era este hombre.»

«Pero también creo en que el pueblo argentino tiene reservas. Yo estoy seguro, convencido, de que la realidad nos va a poner de nuevo frente a un pueblo que recupere esa capacidad de lucha y de dignidad que siempre ha tenido el pueblo Argentino.»

«Es muy difícil anticiparse a los tiempos del pueblo. Pero Argentina ha tenido hitos que en el momento que se produjeron, la historia, que parecía ir hacia un lugar, cambió de rumbo porque el pueblo argentino salió a la calle.»

Juan Domingo Perón estaba preso en 1945. Le había escrito una carta a su esposa Eva Perón –recuerda Raimundi– en la que le decía ‘Bueno, mirá, cuando a mí me saquen de la cárcel nos vamos a vivir al sur, a la Patagonia. Ya lo que teníamos que hacer está hecho’. Y resulta que las masas trabajadoras amanecieron un 17 de octubre, poblaron las calles y lo convirtieron en el líder que luego fue. Pasó algo parecido en un evento, el Cordobazo, que se produjo en el año 1969, y pasó en el año 2001″.

«Hoy, pasado este cuarto de siglo desde esa última gran movilización popular, nuestras sociedades –o al menos la Argentina– son más heterogéneas. No es tan sencillo lograr esos movimientos; no es tan sencillo hablar del movimiento obrero organizado, de la clase trabajadora, porque las formas de vida han variado tanto. Se han interferido las plataformas, las redes, se ha fragmentado la sociedad.»

«Lo que antes era una gran rama de la industria que se ocupaba al mismo tiempo de alimentar a sus obreros, del transporte, de la indumentaria, está hoy todo dividido en empresas más pequeñas. Y a eso debemos sumarle la tecnología digital, que es una tecnología de disgregación, que vemos que realmente lo que trata es de fragmentar hasta el hiper individualismo los comportamientos. Además, los efectos del aislamiento con el COVID, que afectó sobre todo a las familias más humildes. Esto generó un enorme sentido de hartazgo en la población y Milei lo convirtió en un valor político: la libertad. Él supo interpretar mucho mejor y manejar mucho mejor que nosotros el contacto de las redes de los jóvenes con las redes de la incertidumbre que está en la vida de los jóvenes, la falta de futuro, la falta de horizonte; él capitalizó ese descontento en los jóvenes.»

«El tercer gran universo que Milei capitalizó fue el del trabajo informal, que no está sometido a los derechos laborales que debe garantizar el Estado; es una manera de relacionarse que prescinde del Estado. Y él capitalizó todo eso. Lo que nos dejó planteado cómo nosotros volvemos a representar a estos sectores que nunca debimos dejar de representar. Y sin embargo, los dejamos de representar. Dejaron de dialogar con nosotros, dejaron de querer hablar con nosotros, dejaron de querer escucharnos.»

«Así las cosas, los procesos de maduración de la rebelión popular son más difíciles, duran más tiempo. Un día afecta a las familias más pobres, al otro día a los estudiantes, al otro día a los trabajadores de un área, después a las familias de clase media. Y es así hasta que todo eso va construyendo un conglomerado. Entonces, ahí sí, se produce lo que García Linera llama el punto de inflexión, el punto de bifurcación de la historia a partir de un gran movimiento. de una gran movilización popular, y en paralelo vamos reagrupádonos.»

«Y recomponer eso no es sencillo. En definitiva, creo que la Argentina está entre un proceso de acumulación y de cansancio de la sociedad. Que ya te digo, no es lineal; es acumulativo, Un día la marcha por el género, el otro día la marcha por el salario, el otro día la marcha por la universidad hasta que se juntan todas las marchas y van hacia el cambio de modelo, y en paralelo la recomposición de nuestra organización política y sindical.»

 

 

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