El nuevo hombre ludens

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El juego nació antes que el hombre. Los animales saben distinguir claramente entre la lucha por su vida y el juego. Éste cumple para ellos funciones vitales preparando destrezas para la supervivencia. Las sociedades humanas acuden al juego fuera del raciocinio, como ejercicio de gratificación y placer. Numerosos tratados dan cuenta, a través de las épocas, de la relación del juego en referencia a la organización social y económica de los pueblos. A la idea prosaica de la “utilidad” en el siglo dieciocho, le siguió en el diecinueve con la revolución industrial, el ideal del trabajo. “Consecutivamente la sobrestimación del factor económico en la sociedad y el espíritu humano fue, en cierto sentido, el fruto natural del racionalismo y el utilitarismo…”1 Y el juego, lo lúdico, se supeditó a ello. A tal grado que sus modalidades comenzaron a manifestarse en la investigación científica, en la creación de dispositivos tecnológicos, en las carreras deportivas, en la política…

3  Arq-Luis-Fabre--200x230En la actualidad
Aún vigente estos paradigmas como referencia de vida, en nuestra sociedad el juego se integra como un producto y en muchos casos su práctica como actividad remunerada. El tiempo libre derivado de la super-producción de bienes y la simultánea conquista de más derechos humanos propusieron el ocio y la diversión como objeto de consumo. La modalidad actual más impactante es la producida por los medios tecnológicos de la sociedad de la información que hacen de la red el mayor campo de juego (virtual) de la historia, abarcando todo el planeta. Y la incertidumbre producida por la segmentación y precarización del trabajo, la disgregación de la familia, la movilidad social y otros tantos fenómenos de la actual sociedad necesitan del mismo como un antídoto.

La percepción de que una vida más extensa y mejor pasa por neutralizar el estrés causado por la intensidad de la misma y sus vertiginosos cambios, vuelve a poner (aunque sea como vía de escape a las alineaciones presentes) la atención en el ocio y lo lúdico. Esa toma de conciencia lleva a adoptar el ejercicio físico contra las consecuencias del sedentarismo y conduce a prácticas de juego donde se integra lo lúdico

En nuestro país
Mientras la generalización del juego traducido a deportes se consolidaba en todo el planeta con la organización de las olimpíadas modernas, Batlle y Ordoñez promovía en el primer tercio del siglo pasado la participación ciudadana, superviniendo a la modalidad de paseo y solaz en los parques urbanos copiada de Europa multiplicados escenarios deportivos. Ya desde tiempo atrás, el futbol concitaba el doble atractivo de participar como jugador y espectador, y las plazas públicas de Deportes albergaban diversas actividades incluyendo las disciplinas atléticas.

Aniversario
Por estos días, hace 100 años de la inauguración de la Nº 3, una de las primeras plazas de deportes montevideana. Nos tocó en suerte participar en el desarrollo de la última versión de actividades deportivas en ese privilegiado lugar del Parque Rodó que denominamos Centro Nacional de Tenis.

Allí, durante veinte años, aportamos entre muchos para que en ese espacio se ejerza docencia para el juego y su práctica atendiendo el fair play, para ejercer un control social que lo mantiene libre de drogas, exclusiones, de la segregación racista y de género. Y hasta de mala educación. Con respeto entre muy distintas generaciones, entre usuarios y funcionarios. Un espacio casi de tiempo completo que la sinergia de estas prácticas ha transformado en una escuela de formación ciudadana que merece ser replicada.

En Montevideo
Asistimos a una reapropiación de los espacios públicos con actividades colectivas como las corre-caminatas, una masiva expresión de grupos de afinidad en competencias cuyo principal objetivo es disfrutar de la misma haciendo ejercicio.

Simultáneamente, afrontando la saturación del tránsito vehicular motorizado, la bicicleta y tímidamente el peatón ponen en valor sus derechos promoviendo, sin proponérselo, una nueva sociedad urbana integrada. Espero ver ocupar los parques con otras actividades. Por grupos de reflexión, de meditación, de oratoria. De práctica musical y de canto. De conocimiento de flora, de avistamiento de aves. De educación canina (y de sus poseedores). De simple lectura. Algunos nuevos equipamientos habilitarán, como los aparatos de ejercicio físico ya lo hacen, esas actividades. Algunos como las bibliotecas rodantes, están siendo provistos. Estamos en buen camino.

1.Johan Huizinga Homo ludens.Alianza Editorial.Madrid.pag 226

Por el Arq. Luis Fabre
luisfabre@gmail.com

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