“Papá cuéntame otra vez, esa historia tan bonita, de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia…” Ismael Serrano
Con las motivaciones idealistas más vigentes que nunca, la gesta estudiantil del ´68 es un blasón que nos llena de legítimo orgullo. Hoy procuramos, con la mayor parte de esa generación, honrar la vida, para así honrar los que dan la suya por un mundo mejor.
No estábamos equivocados… y no lo estamos ahora en que las prioridades conceptuales de los años 70 son asumidas obligaciones del 2018. Compañeros de entonces trabajan en altos cargos por aquellos valores. Por esa época mi motivación, unida a la necesidad de viviendas, era la terrible situación de los niños en nuestra américa. Escribe Fritjof Capra _ “Una diferencia importante entre los seres humanos y los demás primates es que las crías humanas precisan de mucho más tiempo para llegar a la infancia e igualmente los niños humanos tardan más en alcanzar la pubertad y la madurez, que ninguna otra especie de simios” (1). Mientras en facultad de arquitectura la corriente funcionalista de Gropius desde la República de Weimar nos instruía para el diseño, Henri Lefebvre publicaba su revulsivo ensayo político en Francia. En “El derecho a la ciudad” explicaba la mutación desde un histórico “valor de uso” del espacio urbano a un “valor de cambio” que hasta hoy mercantiliza y se apropia de todo lo construido. (2). Agregado como ejercicio un trabajo de campo en la Unidad Casavalle aprendimos que, para bien o mal, deberíamos hacer la ciudad entre todos.
La arrasadora, cruelmente reprimida, movilización que tomó las calles de Paris, otras ciudades de Europa y algunas en América se remitió a una consigna no explicita; cuestionar todo. Casi al mismo tiempo, entre nosotros “El que no cambia todo no cambia nada” cantaba Alfredo Zitarrosa. No obstante muchas cosas han cambiado, pese a que en la actualidad la inequidad e injusticia parecen un inmenso muro. Aún así, dice una amiga_ parece impenetrable a distancia pero si nos acercamos se perciben fisuras que pueden ahondarse hasta que la acción de muchos logre derrumbarlo. Quiero creer en eso; no irme de la vida sin ahondar al menos una fisura. En tanto ya veterano, adquirida por ósmosis un poco de sabiduría, mantengo mi adhesión a las causas populares. Con un agregado indisoluble para preservar la autenticidad de las mismas: comprometer éticamente a los líderes.
Fritjof Capra “La trama de la vida” Editorial Anagrama SA Barcelona 1998. Pag. 268
Henri Lefebvre “El derecho a la ciudad” Artes Gráficas Cofás.Mostoles (Madrid)
Por Luis Fabre
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