En la era del inmediatismo, los tiempos de planificación se reducen. Parece que todos los trenes son el último y corremos tras ellos con riesgo cierto de caernos. Está pasando con nuestro gobierno nacional. Las grandes iniciativas se reducen a opiniones versus conclusiones fundadas a favor de las primeras. Ministros, Intendentes y hasta el Presidente se manejan con deseos (convencimiento según ellos) cuya credibilidad se apoya a lo sumo en opiniones de expertos autodenominados en su mayoría y propuestas de lobby empresariales.
Ambos promocionados a través de los medios con periodistas…también expertos. Todos agregan datos, referencias y estadísticas que no obstante veraces, dada la complejidad de temas como la movilidad y el habitar de la sociedad actual, no valen como acción y reacción.
La intervención
Ambas cuestiones necesitan soluciones al presente y un futuro cercano. Pero la crisis de los colectivos organizados, directamente involucrados, muestran una tibia participación. Hace años sostengo el principio de que la ciudad democrática debe hacerse entre todos. Sean Ciudadanos votantes o no votantes y las instituciones. Para ello, derivada del mismo, la genuina expresión física de la urbe en estas y similares realizaciones es un Concurso. Nacional o internacional en la medida que lo requieran las Bases del mismo integrando en ellas los cambios sociales para que sean respetados en etapas de un Plan de obras. Agrego que las organizaciones idóneas deberían reclamar con mayor énfasis su intervención. Y, a pesar de no integrarla, una efectiva participación de la Sociedad de Arquitectos, como representativa y neutral en encargos de tal magnitud.
Daños colaterales
Podemos enumerar los casos de enormes errores y perjuicios por decisiones de gobernantes sin otro sustento que el de asesores propios consultados. Un ejemplo significativo se sitúa en la ciudad de Paysandú en la cual hace un par de años el Intendente contrató directamente un Estudio de arquitectura europeo, un Proyecto íntegro para soluciones en la zona urbana inundable costera sobre el rio Uruguay. Pasado el tiempo y más allá de unos spots publicitarios elementales, la ciudad y sus habitantes permanecen ajenas a toda obra. Salvo unas docenas de árboles plantados!
Por Luis Fabre
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: