“La chica danesa”: la tensión entre el ser y el querer ser

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El conflicto entre el cuerpo y la verdadera identidad sexual en un tiempo histórico de intolerancia es el controvertido tema que aborda “La chica danesa”, el film del realizador británico Tom Hooper, ganador del Oscar al Mejor Director en 2011 por la inolvidable “El discurso del rey”.

Si bien esta es también una película biográfica que remite a personajes reales, la radical diferencia es su alta carga de polémica por el tema abordado.

Aunque la historia está ambientada hace más de ochenta años, es evidente que los problemas de identidad de género siguen suscitando acalorados debates.

LA CHICA DANESA (1)No en vano algunas de las leyes aprobadas en los últimos diez años en nuestro país, como la de matrimonio igualitario y la de derecho a la identidad de género y cambio de nombre, aun concitan resistencias.

Evidentemente, nuestra sociedad no ha madurado lo suficiente como para asumir esas realidades, que -pese a quien pese- son realmente incontrastables.

En ese contexto, “La chica danesa” es un film osado y provocador, en tanto recrea las diversas derivaciones de una de las primeras operaciones de cambio de sexo.

Los protagonistas de este drama son la exitosa pareja de artistas plásticos daneses integrada por Einar (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander), quienes, hace más de ochenta años, desafiaron al statu quo cultural de la época.

Todo comenzó inocentemente en el taller de Gerda, cuando la modelo contratada para posar debió cancelar la sesión. Como la pintura debía ser terminada a tiempo, la artista le pidió a su marido que luciera medias y zapatos de mujer.

Esa experiencia de mutación, que inicialmente pareció divertida, se transformó luego en un problema para la pareja.

Fue el comienzo de un cambio radical en sus vidas, porque Einar descubrió que se sentía más cómodo vestido con ropas femeninas y en el rol de mujer.

En 1931, el artista se sometió a una intervención quirúrgica de cambio de sexo y, desde entonces, asumió la identidad de Lili Elbe, erigiéndose en pionero de la cultura transgénero.

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Inspirado en la novela homónima de David Ebershoff, este es un drama íntimo e intimista que plantea un tema virtualmente no abordado por el cine.

Por cierto, el controvertido tópico de la convivencia de dos sexos en un mismo cuerpo, sigue originado diversas disquisiciones científicas.

Empero, el caso del protagonista no deja de ser paradigmático, en tanto luchó obsesivamente por transformarse en mujer en tiempos en que la ciencia médica no estaba tan desarrollada como en el presente.

No obstante, la narración se centra realmente en torno a la convivencia de la pareja, a partir de la sorprendente revelación y la ulterior operación.

El film corrobora las dificultades de adaptación derivadas de este radical cambio físico y fisiológico y cómo este afectó la relación matrimonial entre los protagonistas.

Empero, también resalta el valor del amor, en tanto la esposa del artista se transforma en cómplice de una experiencia que, por entonces, era poco menos que inaudita y contraria a los supuestos preceptos morales de la época.

Esa es precisamente otra de las vertientes que explota la película, que se adentra en la mentalidad de un tiempo en el cual las conductas sexuales contrarias a lo convencional eran poco menos que pecaminosas, “monstruosas” y, en algunos casos, hasta pasibles de ser penalizadas.

Más allá de eventuales pacaterías, que por cierto nunca faltan, la obra convoca a una profunda reflexión sobre las radicales mutaciones culturales registradas en los últimos ochenta años.

Tom Hooper construye con plausible esmero una escenografía de conflicto, en la cual abundan las tensiones entre el deseo y las posibilidades de concretarlo.

Esta es la enconada lucha de un hombre por vivir y asumir la identidad que le dicta su cuerpo, en un contexto ciertamente nada propicio a esa crucial transformación.

Es también el testimonio de un gran desafío y de una auténtica aventura existencial, que debe enfrentar los prejuicios de una sociedad absolutamente refractaria a asumir que existen otras realidades.

“La dama danesa” es una película singular y provocadora, en tanto aborda un tema controversial, mediante una puesta que privilegia el minucioso retrato de una época caracterizada por rígidas pautas de convivencia.

Es muy plausible la actuación protagónica de Eddie Redmayne componiendo un doble papel pleno de previsibles complejidades, lo cual significó un auténtico reto a sus cualidades histriónicas, luego de haber cosechado el Oscar a Mejor Actor por su inolvidable interpretación en “La teoría del todo”.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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