En el Uruguay post dictadura los gobiernos liberales colorados y blancos sabían muy bien que los asentamientos irregulares de población eran, en el territorio, la expresión física de la exclusión .Con la prescindencia del Estado en políticas sociales, la porción de compatriotas disgregados por la desindustrialización, el despoblamiento rural y el desempleo generalizado- emigrantes en su propia tierra- apelaba a la periferia urbana para instalarse fuera de una formalidad que no podía pagar.
Esta generalizada válvula de escape a la presión de los reclamos sobre el estado antes paternalista, ahora prescindente, trajo una enorme ventaja para estos gobiernos: ya no tenían que construir la ciudad que, precariamente, hacía la población. Una superficial mirada sobre la ocupación oculta el hecho de que se debieron hacer sendas y calles, dividir y marcar lotes, hacer cunetas de desagües y pozos negros, tirar caños y cables….y levantar casillas y casas.A lo largo de toda la historia esto es hacer ciudad.
Con su advenimiento al gobierno departamental de Montevideo la izquierda rompió el status de necesidades básicas libradas a la oferta y demanda del mercado. La atención de la salud, la movilidad urbana, la accesibilidad al saneamiento, la restauración de los espacios públicos, ocuparon también el quehacer municipal. En esta inédita asunción de funciones omitidas por el Estado se intentó abarcar la construcción de viviendas, con escasos resultados dada la magnitud del problema. Mientras tanto, desde el gobierno de Luis Alberto Lacalle se optaba pragmáticamente por una acción sobre los efectos y no sobre las causas de sus propias políticas. Se obtuvo un préstamo del Banco Mundial para neutralizar las carencias físicas de los cientos de asentamientos registrados y se embarcó al país en préstamos externos para la construcción de viviendas básicas agrupadas en predios urbanizados. La variedad de origen y extracción social de los adjudicatarios dificultó la integración en los conjuntos construidos, pese a la paralela actuación de asistentes sociales en los mismos.
Debe rescatarse de esas viviendas la adecuada relación costo producto y, sobretodo el menor tiempo de ejecución en relación a los necesitados en el pasado por el propio Estado. No obstante las organizaciones cooperativas, profesionales y académicas tuvieron una actitud crítica hacia estas modalidades. Las referencias a una muy buena pero arcaica producción estatal y una proficua producción cooperativa distorsionaron el análisis sobre la actualidad del país, las nuevas técnicas constructivas y un hecho incontrastable; con financiación exclusiva del Fondo Nacional de Vivienda y dado el déficit acumulado se postergaba indefinidamente en el tiempo la construcción de las necesarias viviendas. Sobretodo apelando al arcaico objetivo de “vivienda digna” supeditado a muros de ladrillo dobles, hormigón armado en cimientos, estructura y cubiertas más otros etcéteras.
La continuación del déficit se verificó con claridad en la demanda insatisfecha de viviendas para pasivos, a cuenta de una necesidad acotada por el calendario. Por fin, en este período de gobierno el Estado comenzó a avalar sistemas alternativos de construcción. Como hemos desarrollado este tema en el que somos protagonistas, solo diré que aporta como un componente a las diversas soluciones que también, por fin, se canalizan para acceder a vivienda en todo el país.
La percepción del presente es que, actuando sobre las causas, los gobiernos progresistas parecen superar una sociedad excluyente y tender hacia una inclusiva, actuando sobre prestaciones sociales que atienden derechos básicos, con políticas económicas de pleno empleo y salarios defendidos en los Concejos del mismo nombre. Trabajando así, tratando a todos los habitantes urbanos como ciudadanos de primera Regularizar los asentamientos adquiere un significado más amplio: se trata de incorporar a la sociedad formal hombres, mujeres y niños junto a viviendas. Aunque seguiremos el tema, para rematar esta entrega, como “en el principio fue el verbo”, comenzamos por llamarle barrio al lugar donde habitan, parte de la ciudad, nuestra ciudad.
Por el arquitecto Luis Fabre
La ONDA digital Nº 670
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