El Papa Francisco dijo al referirse a la reforma que lleva adelante en la Iglesia que “será eficaz sólo únicamente si se realiza con hombres renovados y no simplemente con nuevos hombres”. El Papa ha definido las resistencias a sus reformas como aquellas que “brotan de las mentes distorsionadas y se ocultan detrás de las palabras justificadas refugiándose en las tradiciones, en las apariencias y en la formalidad”.
Francisco explicó que la reforma del Gobierno de la Iglesia «no tiene fines estéticos» y que «no puede ser entendida como una especie de lifting o de maquillaje para embellecer el anciano cuerpo curial o como una operación de cirugía estética».
«Queridos hermanos, no son las arrugas de la Iglesia lo que se tienen que temer, sino las manchas», agregando que «sin una conversión y una purificación permanente, sin un cambio de mentalidad, el esfuerzo funcional resultaría en vano». El Papa dijo que prevé “un mayor número de laicos, sobre todo en los dicasterios donde pueden ser más competentes que los clérigos o personas consagradas” y dijo que “dar valor al papel de la mujer es también de gran importancia.”
El jueves 21 de diciembre el Papa Francisco, en el discurso para felicitar en Navidad a la curia romana, escogió hablar de las tres “resistencias” que prosperan entre los prelados del vaticano: las “abiertas”, las “ocultas” y sobre todo las “malvadas”.
“Era necesario hablar de las enfermedades y de las curas porque cada operación, para lograr la éxito, debe ser precedida de un diagnóstico profundo, de un exacto análisis y debe estar acompañada y seguida de prescripciones precisas.
En este proceso resulta normal, incluso saludar, encontrarse con dificultades, que, en el caso de la reforma, se podrían presentar en diferentes formas de resistencias:
-Las resistencias abiertas, que nacen a menudo de la buena voluntad y del diálogo sincero
-Las resistencias ocultas, que nacen de los corazones temerosos o petrificados que se alimentan de las palabras vacías del “gatopardismo” espiritual de quien dice que está dispuesto al cambio, pero quiere que todo se quede como estaba antes.
– Existen también las malas resistencias, que brotan de las mentes distorsionadas y se presentan cuando el demonio inspira malas intenciones (a menudo disfrazadas de ángeles). Este último tipo de resistencia se oculta detrás de las palabras justificadas y, en muchos casos, son acusadoras, refugiándose en las tradiciones, en las apariencias, en la formalidad, en lo conocido, o en el querer llevar todo sobre lo personal sin distinguir uno del otro, los autores y las acciones.
¡La ausencia de reacción es signo de muerte! Las resistencias -e incluso aquellas menos buenas- son necesarias y se merecen ser escuchadas, aceptadas y expresadas”.
“Todo esto quiere decir que la reforma de la curia es un delicado proceso que debe ser visto: Con fidelidad a lo esencial; con continuo discernimiento; con coraje evangélico; con sabiduría eclesial; escuchando atentamente; con acciones tenaces; con silencio positivo; con firmes decisiones; con mucha oración; con profunda humildad; con una clara previsión; con concretos pasos -y cuando resulte necesario dar también pasos hacia atrás; con una voluntad determinada; con una vitalidad viva; con una potestad responsable; con una obediencia incondicionada; pero en primer lugar con dejarse guiar por el Espíritu Santo, confiando en su necesario sustento”.
Informe con base en la Prensa Internacional
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