Es una interrogante que se nos plantea, toda vez que la gestión del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), se sale, al menos por 3 vectores de las tareas a él encomendadas, tanto por la Carta de la OEA, cuanto por la normativa administrativa interna del organismo.
Pasamos a detallarlos:
1. Su salida individualista y protagónica, podría estar en conflicto real con las funciones que su cargo le demanda – al menos, ese fue el estilo y el talante de las personas que ocuparon ese cargo.
2. Vulnera, entonces también, la esencia misma de toda buena gestión diplomática: el no caer en personalismos y representar la estructura que lo tiene como su portavoz.
3. En consonancia con lo antes dicho, carece, al menos hasta donde hemos podido indagar, de resoluciones expresas del Consejo, que apoyen sus manifestaciones que involucran a naciones miembros de la OEA, sin que estas hayan sido ni siquiera enteradas con antelación y forma debida (si la hubiera, lo que nos permitimos dudar)
Asimismo, nos preguntamos:
A. ¿los uruguayos que fueron al inicio con el Embajador Luis Almagro, aun están a su lado? ¿qué tareas específicas les demandan sus cargos?
B. ¿Se condice la novedosa gestión del diplomático uruguayo con el programa del partido de gobierno?
C. ¿Qué hace y dice nuestro actual representante respecto de las acciones del Secretario General? ¿Acaso ha apoyado con el voto del Uruguay?
En definitiva, si ni siquiera cuenta con el consentimiento del presidente de la república, según lo declarado públicamente
¿Quién avala a este cid campeador?
Y por qué no da la cara.
Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo
La ONDA digital Nº 805 (Síganos en Twitter y facebook)
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