La falacia de la “grieta”
Para algunos resulta mejor arropar su miseria con nuevas denominaciones que la soslayen, antes que afrontarla y dar de sí lo que históricamente ni siquiera se plantearon hacer: otorgar respeto y escucha al otro que, en lo sociopolítico refiere al hombre y a la mujer de a pie, a los excluidos y, así, eternamente considerados como número y no como quintaesencia de lo humano: llámesele prójimo, conciudadano o simple pero trascendentemente el TÚ de la ecuación dialógica YO y TÚ, del maes-tro de vida Martin Buber.
Vale reiterar este concepto central en la vida: El hombre es un ser social. Luego, se lo comprende como tal, en plenitud, cuando entra en relación con el otro, el desconocido, el diferente.
Los actores políticos que operan desde la dura y cruel desconsideración del otro ven frustradas sus aspiraciones al no reflejar sus acciones receptividad importante en la gente, y mensurable en sus por veces alabadas encuestas – esa otra forma de “formar opinión”.
Creen, así, que se les niega lo que es, a su juicio, de “entera justicia”, por provenir de donde provie-nen y consecuentemente tener un destino manifiesto que alguna fuerza mezquina y oscura busca desligitimar (?).
Heridos en su vanidad, impotentes en hallar la fórmula de la “victoria” que, las más de las veces tiene al otro como objeto y no como sujeto de sus planes, se vuelven violentos.
Así, se da la lucha de clases desde un sector abstruso de la clase dominante para con los represen-tantes, aun con sus deméritos, de la justicia social con equidad y dignidad. Es decir, la derecha más densa expresa su violencia para con la Izquierda, que en el Uruguay lleva el nombre del Frente Amplio, en cuanto a partido volcado hacia la gente en cuestiones concretas y hasta en lo simbólico.
Partido este que a 46 años de constituido y hasta puesto a prueba en la fragua de una historia tan intensa, insiste la derecha guliveriana e impotente en llamarlo de “coalición”.
Justamente ellos que al perder sus columnas de centro izquierda (ostensiblemente el Partido Colo-rado) han devenido, no ya en expresiones electorales de LA clase dominante sino, y peor aun, de algunos de sus estamentos y corporaciones. Representan, las más de las veces, para decirlo eufemís-ticamente, “expresiones de grupos de interés”.
Así, pues, a esa grosera y violenta presencia política, apoyada por el oligopolio mediático, la quieren travestir por el término “grieta”. No procede por burdo.
La propia ignorancia de esa derecha guleveriana en la gente de a pie, el pueblo, ese al que connota-dos representantes blancos y colorados, solían denominar “la mersa” o bien “la gilada”, confun-diendo pobreza con ausencia de criterio, es su oponente y jamás podrá ser parte de la expresión ses-gada de columnas estamentales y corporativas que persiguen no la prosperidad (medida en justicia social) y sí el éxito (visión clasista y economicista de la vida en su vasta complejidad).
Por Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo
La ONDA digital Nº 811 (Síganos en Twitter y facebook)
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