Cuando empecé a pensar en esto también recordé que mi hija sostiene que soy irritantemente optimista. Por tanto quizás, mi percepción esté teñida de subjetivismo y ganas. Sin embargo lo esencial de mi afirmación se sostiene en dos cosas básicas, confianza en nuestro pueblo y convicción profunda que el gobierno del Frente Amplio es lo mejor que le sucedió al Uruguay en décadas.
La confianza en nuestro pueblo, no es como mi pasión “aguatera”, un poco irracional. Creo que la confirmación permanente durante una década de más del cuarenta por ciento de la población apoyando al FA, es, en un país de tercios (frenteamplistas, blancos y colorados) la ratificación de una voluntad predominante.
Si el corte lo hago entre la sociedad progresista y la conservadora, siguiendo un poco la afirmación de Seregni, que mencionaba la tendencia de las sociedades a la bipolaridad política también sumaré puntos para el pensamiento progresista. Quienes están enojados con el FA, se abstienen y buscan alternativas por fuera de nuestra fuerza pero no votan a la derecha y finalmente suman en el arco de “pensamiento predominante” progresista. Quizás esto convoque a nuestros miedos por la resta de votos, pero creo que fundamentalmente las sociedades cambian realmente más allá de las coyunturas cuando se logran instalar ideas, formas de vivir y pensar que matrizan un tiempo. El Uruguay frenteamplista cambió a nuestro país. Confío en quienes han sido alcanzados por las políticas que impulsamos. Los trabajadores, son eternos ”corredores” del costo de la vida, su salario y la inflación disputan su poder adquisitivo y basta una pequeña brisa de adversidad en la economía , o una vaya uno a saber que “humor de los mercados” para que sus ingresos queden corriendo detrás. Esas personas saben la diferencia. Las domésticas alcanzadas por los derechos, los trabajadores rurales a los que les llegó la jornada de ocho horas, los consejos de salarios donde los sindicatos defienden colectivamente al trabajador. Eso no es una percepción, es absolutamente comprobable, tanto como que Lacalle tiene habilidades gimnásticas.
El país de los derechos ha avanzado en discusión y leyes como no recuerdo hasta en temas realmente controversiales. El consumo legal de la marihuana por ejemplo. El matrimonio igualitario y ley de aborto, todas han sido batallas donde la sociedad democrática ha predominado sobre el Uruguay conservador. Los uruguayos nos hemos acostumbrado a un intercambio permanente de ideas, nuestros hábitos han sido y son interpeladas por la política y sus actores, los diálogos cotidianos cruzan estos temas. En una de sus más recientes y pintorescas afirmaciones el candidato joven de la derecha tradicional, llama a institucionalizar la ayuda social. Su mensaje, está dirigido a ese segmento de capas medias y altas que pagan impuestos y protestan por tener que pagarlos. Institucionalizar la ayuda es justamente lo que hizo el FA, creó el MIDES. Hizo un mapa de la pobreza definió donde y quiénes eran los desprotegidos y allí ha dirigido las políticas necesarias. Esos miles de uruguaya/os saben ahora que el Estado existe y que su mano contenedora llega a ellos. La base social del respaldo frenteamplista está en el pueblo trabajador y en los postergados, esos que son la mayoría y no cambian el voto.
La derecha tiene su base social en el Uruguay conservador, no es necesario ser muy radical para poder ver adhesiones más contundentes en los sectores privilegiados de nuestro país. Sería interesante de analizar que los candidatos de estos sectores, centran su campaña en aspectos como la inseguridad, cargas impositivas, eficiencia de gestión. No pueden reivindicar rumbos económicos propios, la política conservadora y de derecha es responsable de endeudamiento externo e interno, reafirmación de la mono producción, el descalabro financiero, el haber sido por décadas lugar donde se refugió el dinero evadido de otras economías. Donde la emigración, la desocupación de dos dígitos eran datos endémicos.
Cuando pretendían dar cifras exitosas, citaban la cantidad de autos cero kilómetro vendidos en un año. Sencillamente no pueden contraponer un modelo económico más exitoso que el del FA, porque no tienen, ¿porque son malos o tontos?, no, definitivamente, no. Tienen un concepto de la vida, de cómo se produce la riqueza y sobre todo como se reparte, distinta a nosotros. Eso estará en disputa en octubre. La batalla se da y qué tipo de campaña electoral se instala, Si es de slogans o de reflexiones.
El NO A LA BAJA, es un ejemplo claro, Bordaberry, explotó el miedo y la violencia para lanzar una iniciativa absurda porque no resuelve nada. La constancia en la reflexión, la permanente prédica de la Comisión que confronta desde el minuto uno esta iniciativa apeló a la argumentación reflexiva, convocó a toda la sociedad a entender el fenómeno de la violencia.
La reflexión sensata, argumentada y seria, está cambiando las encuestas. Esto creo que es un ejemplo de lo que tenemos que hacer. No hay manera que el que candidato que no tiene apellido y el joven blanco que no podrá disponer de su presunto sueldo de presidente para donaciones porque tiene tres hijos que mantener, puedan confrontar con la década frenteamplista.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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