“Lula, hijo de Brasil”: Una historia de lucha

Tiempo de lectura: 4 minutos

La infancia, adolescencia y juventud del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva es la poderosa materia temática de “Lula, hijo de Brasil”, el film biográfico del realizador brasileño Fábio Barreto, que recrea los orígenes de uno de los personajes políticos más significativos e influyentes de nuestra historia contemporánea.

Se trata de una producción de 2009 que llegó a las salas cinematográficas cuando Lula aun ocupaba la primera magistratura del vecino país y arribó a Uruguay con nada menos que nueve años de retraso.

Tal vez el estreno en el circuito local se relacione con que Lula se ha transformado nuevamente en noticia, luego de haber sido procesado y encarcelado por presuntos cargos de corrupción de los cuales no se poseen pruebas concluyentes.

Más allá de la mera coyuntura, es evidente que Luis Inácio Lula da Silva –que sigue siendo el favorito de las encuestas para las elecciones de octubre de este año pese a estar privado de libertad-es una figura de singular relevancia a nivel mundial.

No en vano durante sus dos presidencias aplicó un programa de gobierno de cambio, que permitió rescatar a 29 millones de brasileños de la pobreza, bajar el desempleo del 10,5% al 5,7% y engrosar la clase media del país, que el final de sus mandatos sumaba el 51% de la población.

Asimismo, mediante programas sociales como “Bolsa familia”, el Estado, bajo la presidencia de Lula, asistió a más de 12 millones de brasileños en grave situación de vulnerabilidad social.

Como si eso no fuera suficiente, la economía creció a un promedio de un 4% anual y se canceló toda la deuda con el Fondo Monetario Internacional, lo cual permitió a Brasil superar la dependencia y el condicionamiento que le impedía desarrollarse acorde a su riqueza y real potencial.

No obstante, el estreno de esta película detonó más de una controversia, porque parte de la crítica internacional la consideró una suerte de panegírico complaciente, más allá de la mera estatura histórica del personaje recreado.

Al margen de eventuales disensos, esta película –que por su cuantioso presupuesto es la más cara de la historia del cine brasileño-  posee indudables virtudes en materia de producción.

Empero, tal vez otra de sus cualidades sea reconstruir el pasado de Lula con epicentro particularmente en su actividad como sindicalista, y obviar su actuación política.

En efecto, esta historia real narra inicialmente la peripecia del Lula niño en su Pernambuco natal y ulteriormente en San Pablo, donde padeció, junto a su numerosa familia, las terribles penurias características de la pobreza en la periferia de la sociedad.

Como si no fuera suficiente, también debió soportar los rigores de un padre alcohólico y violento, lo cual provocó la previsible separación, por decisión de una madre corajuda que afrontó las consecuencias de su temeraria decisión.

En esas circunstancias, la mujer (brillante Gloria Pires) luchó denodadamente junto a sus siete hijos por la supervivencia, ingeniándose para enviarlos a la escuela pese a que igualmente tuvieron que trabajar para minimizar las graves privaciones.

Una de las secuencias que retrata en modo más elocuente los estragos provocados por la miseria originada por una sociedad groseramente asimétrica, es la inundación nocturna de la precaria vivienda ocupada por la madre y su numerosa prole.

Obviamente, el mayor protagonismo del film está naturalmente centrado en el Lula adulto, interpretado correctamente por el debutante actor Rui Ricardo Diaz, y en su actividad como dirigente sindical, la cual se intensificó luego que el joven obrero metalúrgico experimentó el doloroso impacto emocional y afectivo de la pérdida de su primera esposa y su primer hijo.

La película, que destaca por su gran trabajo de producción, se adentra naturalmente en la historia reciente de Brasil, que está indisolublemente ligada a la peripecia del propio Lula.

No en vano el auge del futuro presidente como líder del sindicato metalúrgico coincidió con la dictadura militar, que detentó el poder durante veinte años en el gigante sudamericano.

Intercalando fragmentos documentales, Fábio Barreto elabora un prolijo y bien elaborado relato destinado a recrear las más grandes huelgas obreras de la historia de Brasil, que desafiaron abiertamente el irrestricto poder del gobierno autoritario.

En ese contexto, impactan por su calidad de filmación las escenas con concentración de grandes multitudes movilizadas, la violenta represión policial a los huelguistas y hasta la toma de una fábrica por parte de piquetes obreros.

Tal vez lo que sí se puede cuestionar a esta película son algunas debilidades en materia de guión, que no permiten explotar en todo su potencialidad al personaje, acorde a su descollante dimensión política e histórica.

Aunque se trata de un trabajo bastante complaciente, no minimiza, en modo alguno, algunos cuestionamientos que debió padecer el Lula sindicalista por parte de sus propios compañeros trabajadores, en la fase más compleja del proceso de reconstrucción de las organizaciones gremiales durante la prolongada dictadura.

Más allá de opiniones necesariamente subjetivas, “Lula, hijo de Brasil” es una película biográfica narrada con esmero, que destaca particularmente por la reconstrucción histórica y por la recreación de uno de los períodos más tensos y problemáticos del pasado reciente de la vecina nación latinoamericana.

 

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

La ONDA digital Nº 863 (Síganos en Twitter y facebook)

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.