La cercanía electoral sin dudas, politiza el ambiente y le da diálogo a las rondas de boliche. Con un amigo, en nuestro tradicional café del Sportman, intercambiamos opiniones, datos y conclusiones. Casi como invitado de piedra, el último resultado de las encuestas ocupó un buen trecho de nuestros diálogos. Se me ocurre que la explosión mediática de las famosas “fotos de la realidad” ha ido cambiando el tenor de su aparente objetivo. De imagen “quieta” de un estado de cosas se transforma en un actor que condiciona opiniones, discursos y hasta estrategias.
El rigor con que se exponen los resultados, los gráficos que las ilustran, (siempre termino metido en un pedazo de torta sin haber sido consultado) y los datos metodológicos sobre cantidad de personas consultadas, preguntas y demás aspectos de las fichas con las que se elaboró la encuesta, le dan esa apariencia de solidez científica. Luego de que conozcamos el resultado seguro que salvo alguna que quede muy mal parada, la inmensa mayoría, como las predicciones del horóscopo, dirán como habíamos previsto, o tal cual decían las mediciones y con el margen de error, pequeño pero existente completarán el marco de su infalibilidad.
Me pregunto cómo es posible si tienen tanto rigor científico, ¿porque no hay dos que den iguales? Supongo que las respuestas más rápidas podrán ser, como se realiza la encuesta, sobre qué número de consultados, sobre cómo se formulan las preguntas, en fin, una serie de variables que explican los matices y a mí me permiten concluir que si las benditas consultas tienen métodos tan variables poco probable es que sean tan rigurosamente científicas y terminan siendo un insumo más de la política, por lo tanto una herramienta más para construir estados de ánimos y opinión.
Con este relato seguro quedaré en falta desde varios lugares y se podrá rebatir lo que afirmé con valoraciones, ejemplos, estadísticas, etc, lo que quizás condicione mi mirada sobre las encuestas es el uso desmesurado de las mismas que de consulta y referencia se transforman en “vedettes” del escenario político condicionando el estado de ánimo de la sociedad y sobre todo defina hasta los discursos. Puede ser peligroso que quienes disputan las elecciones digan lo que la gente quiere escuchar y no desarrollen lo que piensan, su proyecto.
Los datos que tomo como fotos de la realidad son los que dicen que se afirmó en nuestra sociedad una frontera clara entre lo progresista y lo conservador. El Frente Amplio, luego de dos períodos de gobierno, que no fueron iguales, mantiene claramente más del cuarenta por ciento de la población en su decisión de voto. Este logro, habrá que compararlo con los gobiernos del Partido Nacional, minoría mayor que pretende disputar el gobierno y que nunca logró en su historia el objetivo de continuidad con el predominio y en general fue cogobierno, haciéndole la segunda al Partido Colorado. .
¿Con que herramientas cuenta?, el voto conservador del Partido Colorado, al que necesita como el aire para poder aspirar al gobierno, una campaña publicitaria multimillonaria llena de jingles, pero de enorme improvisación conceptual. Basta con recordar los sucesivos asesores de Lacalle que han salido al ruedo político a opinar y que no han tenido más remedio que salir de escena tan rápido como aparecen porque la debilidad argumental los deja del color de su bandera, en blanco.
Quizás, la doctora Bianchi sea la excepción a la regla y eso solo porque su desparpajo es tan destacado como sus cartoncitos de acreditaciones múltiples en varias disciplinas pero que en realidad lo que confirma es que los “conversos” son los más fieles defensores de las ideas que adoptan.
En mi opinión es innegable que el pensamiento progresista, de izquierda y profundamente democrático ha ido avanzando e instalándose de manera clara en nuestro país. La agenda de derechos, la lucha de sectores postergados históricamente ha cobrado protagonismo y lo más importante ha transformado en leyes y costumbres nuevas formas de convivencia. Hemos desplazado los ejes para medir lo bien o mal que nos va. Antes era la cantidad de autos cero kilómetro que se vendían, hoy la multitud de indicadores sociales que crecen, mejoran y se instalan como construcciones de nuestra sociedad abundan.
Hasta nuestra derecha vernácula se olvida de sus propuestas privatizadoras, lanzando solo dardos contra PLUNA y el mentado déficit de ANCAP. Omite por supuesto, las notables gestiones de ANTEL, UTE, el BROU y olvida mencionar que en el déficit de ANCAP está relacionado con inversiones enormes de modernización y diversificación de su gestión y que PLUNA, sin quitarle mérito a nuestras burradas, viene cosechando fracasos en todas las gestiones. Lo que queda en pie como constante es el necesario rol del Estado como eje de la vida económica y política del país. Allí también podemos apreciar el triunfo de las ideas progresistas y el retroceso neoliberal, las política de reducción sistemática del estado impulsada por los períodos anteriores al FA demostraron que no contemplan a toda la sociedad sino a los sectores predominantes y éstos en las dinámicas de mercados acumulan en dinámicas desproporcionadas ganancias que no son transferidas a toda la sociedad.
El jueves y el viernes pude participar de dos eventos formidables.
Primero la marcha convocada por NO A LA BAJA. La mayor concentración que he visto en mucho tiempo y con participación juvenil que contradice la definición de que los jóvenes no les interesa la política. Con una enorme tarea de reflexión colectiva fueron modificando la mirada del miedo por una búsqueda proactiva de soluciones sociales verdaderas para la seguridad. En la voz de Fabiana Goyeneche y Federico Barreto escuché la proclama del nuevo Uruguay, ése que coloca la agenda de Derechos por encima de la represión. Allí si encontré un indicador de la realidad, las encuestas me dan paridad, opiniones divididas, la pueblada juvenil, me dio alegría y confianza. La sociedad reflexiva, seria, sana propone caminos inclusivos donde el delito es una enfermedad a resolver y no un problema a encerrar en cárceles solamente.
El viernes, en la explanada encontré otra expresión contundente, las Redes Frenteamplistas, en un esfuerzo de ingenio, color y confianza, metieron ruido con mil percusiones y miles de voces que corearon su condición de frenteamplistas. Gobernamos hace 10 años, multitudes respaldan eso. Al miedo que produce la aparente paridad le ganó la rotunda convicción de gente que quiere seguir protagonizando cambios. De pueblo que respalda y exige.
Como en estos últimos días se han multiplicado los actos multitudinarios en todos los lugares del país. Los uruguayo/as que hemos ido incorporando la vida democrática en avance, obligados a comparar y a discernir sobre el porvenir, defendemos los logros del FA.
Estoy seguro que la sociedad en acción, entre jueves y viernes marcó tendencias. Las encuestas lo reflejarán o no pero estoy seguro que este Uruguay progresista tiene el sello de los 2 gobiernos frenteamplistas y ahora nomás, el 26, lo ratificaremos.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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