Los bloques ideológicos; Uruguay del siglo XXI

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1.»Llamé al doctor Lacalle, al doctor Vázquez, al doctor Mieres, a desearles suerte. Hemos competido con ideas, con propuestas, a veces con diferencias muy grandes, pero de eso se trata la democracia».
(Manifestación pública del señor Pedro Bordaberry, una vez conocido el desenlace electoral). 26/10/2014

TAN SOLO UNA HORA DESPUÉS:

1. “¡Hay que hacer mierda a Tabaré Vázquez!”
(Manifestación del señor Pedro Bordaberry proferida en el lugar del acto blanco, donde reconocieron su derrota, y a oídos de un asesor directo del señor Lacalle y que fuera recogida por un periodista radial, cuando Pedro fue a visitar a Luis, ofreciéndole su concurso personal para sumar esfuerzos rumbo al balotaje, en el Uruguay). 26/10/2014.

l. Las expresiones del señor Bordaberry. Su páramo.

El ciudadano Bordaberry es un ser político en caída libre que, como si la derrota fuera poco, dejó al descubierto una inarmonía de su ser. Un Jano trágico que ni siquiera deja herencia política pues su compañero de fórmula acaba de ser derrotado ignominiosamente en su lugar de origen.

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Quizá, en ese modo de presentarse en público, pueda anidar parte, pequeña pero parte, de su trágica derrota: la gente parece no haber validado un discurso inocuo, plagado de lugares comunes y eslóganes. Es decir, intuía que tras de la máscara había agazapado un ser diferente

A su frente, con menos años, menos experiencia, o casi ninguna, y menos astucia el señor Lacalle realizó una puesta en escena similar, aunque sin tantos vaivenes. A éste no le acompañó tampoco su cercanía inmediata, confundiendo a su jardinero (sea de Montevideo o de Punta del Este) con un trabajador rural, etcétera.

Pero el páramo del señor Bordaberry es definitivo, en el orden de lo existencial y político: vino para quedarse. Y ante esto, un ser inteligente, como lo es él, sabrá evaluar con sabiduría creciente, que la tiene, los pasos a dar en el futuro. Pero frente a la suerte del país, la suya, con todo respeto, pasa a ser anecdótica.

Respetuosos de la historia como de sus estadísticas, les proponemos visitar aquella, a través de estas últimas y así, lenta y reflexivamente, llegar a una cuestión de mayor trascendencia que la incontinencia verbal de un individuo, al calor de uno de los peores momentos de su vida.

l. Partido Colorado, comportamiento electoral: 1966 a 2014. Síntesis.

Desde la elección nacional del año 1966, en la que alcanzó el 49,4%, hasta esta elección del 2014, el Partido Colorado sufrió la pérdida de un 74 por ciento de su electorado. Estamos hablando de cientos de miles de votantes.

¿Qué sucedió desde aquel año hasta la fecha?

En el año 1971, se creó el Frente Amplio y ya en la elección de ese año el Partido Colorado tuvo una merma electoral del orden del 17%, al obtener el 41% de los votos.

En el año 1984, se impuso el candidato de los militares y el Partido Colorado consiguió mantener su electorado (42,1%) para caer en la elección de 1989 al 30,2%. Ya en esa elección, la suma de votos de la izquierda en su conjunto (Frente Amplio + Nuevo Espacio) igualó tal porcentaje.

En el año 1994 el Partido Colorado descendió al 32,35%, porcentaje que mantuvo en el año 1999 (32,80%). En cuanto al Frente Amplio, en el 94 mantuvo el electorado de izquierda (30,61%), siendo que en el año 1999 ya asciende al 40,10%.

En el siglo XXI, es el Frente Amplio quien alcanza la mayoría del electorado, con una votación del 50,05%, en tanto que el Partido Colorado pasa a un tercer lugar del que ya no se moverá más, hasta la fecha: 10,26%, en el 2004; 17,02%, en el 2009 y, en esta elección del 2014, nueva caída al 12,9%.

l. Lo que resta aun dentro del Partido Colorado

Luego, nos podemos preguntar ¿cuál es la ideología dominante en la actualidad en el Partido Colorado, con un oscilante 10% del electorado nacional?

Veamos.
a. Está el “Riverismo”, que ocupa, a nuestro entender, más del 75% del Partido;

b. Está el remanente del llamado ¨Batllismo¨, aunque con advertencias que lo singularizan. Hablemos de sus mentores, más que de los candidatos de ocasión:

– Está el señor Sanguinetti, que luchó y ganó debajo de este paraguas ideológico, aunque en realidad se formó en un ámbito terrista donde, en todo caso, la figura señera era la del político colorado Julio María Sosa y no, precisamente, la de José Batlle y Ordóñez.

– Está el señor Jorge Batlle, quien, para decir lo menos, no gozaba, historia mediante, de la elección y simpatía política de su padre, el recordado estadista Luis Batlle Berres.

– Están, en suma, en una proporción que debe oscilar en un 20% de votantes del Lema, el resto de los batllistas “de ley”, que aun no emigró.

l. La migración Batllista hacia la Izquierda

Como hemos visto en el numeral II, en el último medio siglo, ha habido un tránsito, anotado en porcentajes, que representa la emigración de cientos de miles de ciudadanos, hombres y mujeres, desde el Partido Colorado hacia el Frente Amplio, en su amplísima mayoría.

Ahora bien, este tránsito que indica movimiento, ¿a qué correspondió? ¿A qué movilidad nos referimos, entonces?

Bueno, nuestra idea consiste en que el entonces votante batllista que emigró, con sus oscilaciones, tuvo en su persona una consecuencia superior: el lento pero progresivo crecimiento en libertad y en claridad conceptual. Recordemos que estamos hablando de décadas de migraciones, aunque la tendencia es firme en el emigrar hacia la izquierda, sin registrar casi retroceso alguno.

Veamos.

Todo proceso de cambio interior en la persona humana, lleva tiempo, convengamos. Nuestra idea consiste en que, a lo largo de los últimos 50 años y, singularmente, el último cuarto de siglo, el otrora batllista no sólo se fue liberando de ataduras partidarias que ya le refractaban por falsas y lo cosificaban, quitándole todo poder protagónico, sino y especialmente, comportamentales: su conciencia crítica creció y, con ello, el cielo de su libertad se despejó.

Y, así, aquel batllista devino en izquierdista. Pasó de ser un liberal con ideas solidarias en lo socioeconómico, sin un Partido que lo representara a carta cabal, carente de todo protagonismo o rol crítico, a ser una persona con libertad responsable, que supo estar al descampado y por tanto creció en responsabilidad, espíritu crítico, compromiso social, a la vez que se determinó a ser coprotagonista de los avatares de su sociedad, fundamentalmente en lo sociopolítico.

Un ser sin dogmas, pero con principios claros y un compromiso profundo para con el otro. Un ser que goza, como buen izquierdista, de un respeto por sí mismo y por los otros que le hace precaverse y, por qué no, enfrentarse, voto mediante, por ejemplo, contra los mandamases, aquellos seres que se creen iluminados.

Por ello, siendo de izquierda, no necesariamente y en todo momento se halla en el Frente Amplio, aunque ésta colectividad sea, digámoslo, su natural espacio donde expresarse políticamente.

El haber sido engañado, utilizado, menoscabado en el pasado, hace con que sea muy precavido respecto a candidatos y propuestas. Como en el Frente Amplio ha primado el programa y las estructuras por sobre los personalismos, con los naturales e históricos altibajos, sigue votándolo. Pero es un voto razonado, en cada instancia, para cada situación. No es más un ser acrítico. Ha pagado en alto precio el liberarse de la servidumbre voluntaria, esa que otorga al “líder”, su libertad, su adhesión, sin más.

No volverá más al primer Partido que votó en su juventud y madurez primera, toda vez que allí no queda nada salvo el deseo de restauración de un sector burocrático-empresarial que supo tener buenos logros, en lo personal y corporativo, cuando estuvo en el poder.

El lugar del otrora batllista es el estar al descampado, sabiéndose de izquierda y no entregando su voto así porque sí, a “golpe de balde”, como suele decirse. Pero es, aunque crítico, un votante natural del Frente Amplio, de su programa y así, consecuentemente, del candidato que se entiende hará honor al mismo.

Por ende, el batllista mutó, consciente o inconscientemente, de socialdemócrata a socialista, en la versión uruguaya del mismo.

Restauración Vs. Rebeldía

Así, tenemos, y que nos disculpen los sociólogos y politólogos por nuestro atrevimiento, una serie de bloques ideológicos en el Uruguay, cada vez más nítidos:

Izquierda: 50% (Frente Amplio y otros, todos dentro de un variado abanico);
Centro: 20% (Wilsonismo y votantes del Partido Independiente);
Derecha: 30% (Herrerismo y Riverismo).

Con esto, queremos significar y desenmascarar la falacia que la derecha suele utilizar (usualmente cuando pierden) en el sentido de manifestar que el país “está dividido en dos mitades”. Mienten.

Lo que sucede es que ellos, siendo la minoría, poseen el oligopolio mediático, junto con ciertos estamentos burocráticos y corporativos, desde donde pretenden manipular y así generar acciones que, una y otra vez, van a dar al despeñadero, al no contar con mayorías democráticas que los respalden en los ámbitos apropiados.

Han perdido. Y volverán a perder, pues no quieren comprender el sentido mismo de una vida dignamente vivida desde el llano, en una democracia republicana y crecientemente participativa.

Ahora, en el siglo XXI, lo que la gente reclama es el “gobierno por discusión” y no la restauración de ciertos estamentos.

Allá ellos, acá el ciudadano de a pie, rebelde y augusto en su deseo de vivir, crecer y ser, junto con los suyos, un ser erguido que mira de frente al horizonte, sin temor a los vientos que lo azoten, sin miedo al pan que hoy no llegue, dándole la mano al otro, mientras masculla entre dientes: “¡Avanzar, siempre avanzar!”.

De esta manera, esa persona es, día a día, más humano. Un ser humano comprometido con lo social, en tanto entendemos por “social” aquella cuestión pública que no se agota en las fronteras imaginarias de su país, sino que se extiende al mundo. Luego, pues, somos ciudadanos del mundo, hombres y mujeres aquerenciados en este lugar, nuestro querido Uruguay.

Nos despedimos de esta entrega, como se despidió Albert Camus, casi al culminar su gran obra “El hombre Rebelde”, con estas exactas palabras:

“En el mediodía del pensamiento, el rebelde rehúsa así la divinidad para compartir las luchas y el destino comunes. Nosotros elegiremos Ítaca, la tierra fiel, el pensamiento audaz y frugal, la acción lúcida, la generosidad del hombre que sabe. En la luz, el mundo sigue siendo nuestro primero y nuestro último amor. Nuestros hermanos respiran bajo el mismo cielo que nosotros, la justicia vive. Entonces nace la alegría extraña que ayuda a vivir y a morir y que nosotros rechazamos en adelante aplazar para más tarde. En la tierra dolorosa, ella es la cizaña incansable, el amargo alimento, el viento duro venido de los mares, la antigua y la nueva aurora.”

Continuaremos.

Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo

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