Por Héctor Valle
vallehec@gmail.com
Introducción:
El Brasil permite un abordaje histórico multidisciplinario, desde diversos prismas y épocas. El prerrequisito, sin embargo es no querer abarcarlo, circunscribirlo, a una definición superficial y lineal, es decir, a una única manera de entenderlo.
Convengamos, entonces, que es una tarea tan ardua como apasionante, en la que confluyen procesos civilizatorios, propios y ajenos, culturas diversas, lenguas y etnias de variada naturaleza.
Esto, además, a lo largo y ancho de más de 5 siglos, hacen al Brasil una circunstancia fascinante para quien quiera llegar a comprender a cabalidad sus ricas cosmovisiones.
Comenzaremos esta serie, pues, como si fuéramos leñadores abriendo caminos de bosque.
Es decir, y recordando el pensamiento del filósofo Martin Hiedegger, sobre esta especificidad, nos adentraremos en la floresta de los tiempos y los modos de evolucionar del Brasil.
Así, hallaremos, por lo pronto, una aproximación lo más seria posible al tema sujeto de análisis, para luego salir, hacer una pausa y luego regresar a abrir otro y otro camino hasta que, en un momento dado, miremos en nuestro propio firmamento interior y reconozcamos que ya es tiempo de adentrarnos en la espesura misma de una floresta que nos interpela.
Estando allí, en lo denso de la floresta, estaremos en condiciones de llegar al centro mismo de su entendimiento para poder dar, finalmente, una mirada en derredor lo que facilitará la convergencia hacia una posición analítica que redondee y presente ante ustedes al Brasil de la Alteridad.
Un Brasil con sus luces y con sus sombras, con sus preguntas y sus silencios, con sus músicas y sus lamentos, en definitiva, una Nación caleidoscópica y digna de ser conocida a cabalidad.
De ahí que, entendemos, no debe haber reto más maravilloso para un historiador – y, por extensión para toda persona interesada en conocer y aprehender otras cosmovisiones – que el hurgar en pos de ese conocimiento revelador de cómo los otros estructuran su pensar y encaran el diario vivir.
Con tal actitud, pues, hoy juntos emprendemos el viaje hacia lo diverso, entrando y saliendo de una floresta también cambiante, en sus épocas y en sus modos y acercamientos hasta arribar al centro mismo de este país-continente, de esta Nación cuyo futuro se conjuga y articula en el presente.
Arribados a la centralidad del otro, del alter del Brasil, podremos otear el horizonte y desde esa posición regresar a nosotros mismos para descubrirnos, quizá, tan diversos como complementarios a esta otra cosmovisión de cosmovisiones que, así lo entendemos, es el Brasil.
“Democracia ascendente”
La adjetivación que colocamos en el título de esta serie, obedece a que el Brasil, singularmente en los últimos 30 años viene dándose una democracia crecientemente participativa.
Esto es, hay un corte con el pasado, donde la letra sobre el papel – fuere Constitución, como leyes, decretos y normativas diversas – disentía de lo que en la vida real acontecía con este pueblo hermano.
Ahora, merced a la participación e involucramiento de sus gentes, el Brasil se ha transformado en una democracia ascendente, vamos, en un gobierno por discusión, por imperio, repetimos, de la crecientemente plena participación de su ciudadanía en las cuestiones más sensibles a la vida del país.
Cosmovisiones
Así y todo, sería temerario y vano, comenzar este primer camino de bosque sin asumir que nuestra cosmovisión, sudamericana pero de cuño hispánico, sea la lente correcta para enfocar los diversos ángulos que irán siendo objeto de nuestro estudio.
Esto es, debemos poner a nuestra cosmovisión en cuestión, por lo pronto y hasta que vayamos comenzando a entender la otra y complementaria, es decir, la sudamericana con cuño luso-brasileño.
Por poner un ejemplo: Se erra al mirar al Brasil con los ojos de nuestra cosmovisión cuando le achacamos no tener vocación o condiciones de “liderazgo”. Siendo que, por liderazgo, nosotros consideramos, consciente como inconscientemente, el caudillismo, algo en las antípodas de la comprensión y asunción, como modo de actuar, de ser, del brasileño.
En tanto para el brasileño, liderar, dice más respecto del coordinar, moderar, es decir, liderar de manera consensuada, nunca de manera radical y tajante.
Por el contrario, el armonizar posiciones, llevar adelante un emprendimiento del grado que fuere, pero siempre considerando a los otros en el sentido de no actuar impulsiva ni individualmente, sin que esto, por otra parte, no implique el dirigir, el maniobrar según su criterio, pero una vez analizados los otros y, de ser posible, contemplados.
A este respecto, digamos que una de las entregas de nuestra serie tratará, exclusivamente, del tema “liderazgo”, en la concepción de ambas cosmovisiones: la hispánica y la luso-brasileña.
Prosigamos
El Brasil, quiérase o no reconocerlo para una persona de “mirada” hispánica, no será jamás entendido si no advertimos, siquiera, repito, que en ellos existe, claro que sí, la pasión, la pulsión de vida, pero nunca, el desborde que viene precedido por la actuación aislada y temperamental que ciega la vista y nubla el entendimiento.
Es una visión, la luso-brasileña, en donde priman las estructuras y el análisis, por sobre lo pasional e individual. Esto es, son las estructuras las que conducen determinaciones e incluso pasiones que, al verse sopesadas por una estructura, terminan siendo traducidas (¿conducidas?) de manera racional y progresiva al plasmar la idea en acción.
El nuevo sindicalismo – antecedentes
Despertares
En el penúltimo período de gobierno de la dictadura, encabezado por el general Ernesto Geisel (15/3/1974- 15/3/1979), llegó a su fin el relativamente breve período del llamado “milagro brasileño” (1968/1971), donde hubo un crecimiento acelerado del PBI.
El despertar fue duro, singularmente para su pueblo: le tocó aterrizar a la cruda realidad del condicionamiento extremo de una economía tercermundista a las políticas de la centralidad del poder económico mundial.
Un “despertar” que trajo consigo, inexorablemente, el aumento de la deuda externa, junto con el consiguiente aumento de la inflación y, como correlato, la reducción de los salarios.
Consiguientemente, el descontento de la población no sólo creció sino que se hizo patente en diversas formas, sea por la aun más que débil vía electoral, sea por el despertar, luego de un letargo demasiado largo, de las manifestaciones obreras. Si bien, en lo que a la cuestión sindical en general, ya había habido indicios a comienzo de los años 60 de una mayor conciencia de clase.
Pero fue recién en los años 70 y, muy especialmente, en el segundo lustro de esa década, que hubieron intentos sistematizados, a pesar de la cruda represión, de erguirse y marchar por reivindicaciones salariales y sociales dejadas de lado por el Estado en pro del apoyo a la dirigencia empresarial y a las élites vinculadas, de una u otra forma, al poder establecido y detentado – que no ostentado, por falta total de respaldo popular – por cúpulas civiles y militares.
Al mismo tiempo, el movimiento estudiantil regresaba a las calles, promoviendo asambleas y caminatas, no circunscribiendo sus reclamos al mundo estudiantil sino siendo también solidarios con la clase obrera.
Accionaron juntos, manifestándose a través de una oposición creciente a las patronales y signando, así, un presente donde ya comenzaba a marcarse un sendero del que no habría marcha atrás, por más represión, tortura y muerte que hubiere. Algo que, muy lamentablemente, siguió ocurriendo.
Fue así que, muy someramente narrado, se llega al año 1978, con una dirigencia obrera opositora, con creciente determinación y poder como para enfrentarse, y ganar, tanto a las patronales cuanto al régimen dictatorial que les hacía, una vez más, de centinela obediente.
La región del gran ABC
El ABC paulista es una región reconocidamente industrial del estado de São Paulo. Nos referimos a parte de la región metropolitana de dicho estado, con una marcada identidad.
La sigla en cuestión viene de 3 ciudades que en su origen formaban la región. Son ellas: São André (A); São Bernardo do Campo, y São Caetano do Sul (C).
Por consiguiente, esas 3 ciudades que, por orden alfabética, históricamente llevaron nombres de santos desde sus fundaciones conformaron una región que pasó a ser un polo industrial indudablemente estratégico para el país.
Ya que mencionamos lo histórico, digamos al pasar que Santo André da Borda do Campo fue fundada, como villa, en el año 1553, a cuyo influjo dio comienzo la ocupación de la vasta meseta (planalto) paulista. Así, al año siguiente, se fundaría la villa de São Paulo de Piratininga, vamos, la actual ciudad de São Paulo…
El ABC paulista es conocido, más concretamente, por ser históricamente el primer centro de la industria automovilística brasileña lo que convirtió a la región en la cuna del nuevo movimiento sindical contemporáneo del Brasil.
El Nuevo Sindicalismo
Y llegamos a las puertas de esta “hora” histórica del movimiento obrero brasileño. Y por aquí nos quedamos, hasta la próxima entrega, una vez que adentrándonos en la misma no salgamos hasta siquiera haberla presentado a cabalidad.
Tal es su importancia y trascendencia, en no poca medida, para la democracia creciente y por qué no también, ascendente del Brasil de hoy.
Continuaremos.
* Historiador y geopolítico uruguayo.
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