Cuando faltaban minutos para terminar el conteo de votos de los dos senados en disputa (en segunda vuelta) en el estado de Georgia, uno de los cargos fue adjudicado al candidato demócrata Rafael Warnock. Éste ha vencido a la candidata republicana Kelly Loefler por una diferencia importante. El otro lo está ganando el demócrata Jon Ossof frente al republicano David Perdue por una diferencia de más de 17 mil votos con menos de un 1 por ciento de votos pendientes de contar, provenientes de distritos urbanos, tradicionalmente de mayorías demócratas.
Estos resultados, de confirmarse, dejarían en manos del partido Demócrata las dos cámaras del Congreso. A la holgada mayoría en la cámara de representantes, le sumaría en el senado 48 senadores demócratas (más los dos independientes que votan con los demócratas). En caso de empate con los 50 republicanos, se resolvería con el voto de la vicepresidenta Kamala Harris, que aportaría la mayoría necesaria para la aprobación senaturial de la agenda de Joseph Biden.
Esto define temas de enorme trascendencia social y económica. Los subsidios para las familias sin ingresos, las reformas favorables a los inmigrantes, la designación de autoridades judiciales de importancia estratégica, las modificaciones de la matriz energética, el plan de mejoramiento de las infraestructuras de la unión, de un volumen extraordinario, que dinamizará la economía rápidamente. Todas las designaciones que necesitan aprobación del congreso, Biden las podrá definir acordando dentro de su propio partido, sin riesgos de vetos ni necesidad de negociaciones con los republicanos. La victoria demócrata alcanzó finalmente todos sus objetivos. Las consecuencias de sus políticas tendrán impacto dentro y fuera de fronteras. Una recuperación económica rápida de Estados Unidos ayudará a empujar una recuperación global.
La perfomance de Donald Trump continúa en su patético periplo hasta el final. Trump ha logrado que el estado de Georgia tenga presencia del partido Demócrata por primera vez en 20 años. No solo de un senador, sino de los dos que le corresponden. Sus delirantes discursos en los días previos, supuestamente en apoyo de los candidatos republicanos, pero despreciando el pronunciamiento ciudadano, ha logrado alentar a votar por los candidatos demócratas que votaron significativamente mejor que en ocasión de la eleccion simultánea con las presidenciales de noviembre pasado.
A ello se le suma la presión ejercida sobre legisladores republicanos, para que este miércoles, interpusieran en la sesión protocolar del conteo de los votos que la Constitución establece como la solemne instancia en que el Poder Legislativo formaliza su aceptación y celebra la elección del nuevo presidente, una exigencia de devolver a los estados los resultados para que cuenten los votos nuevamente. Esto, es una parodia sin consecuencias; pero impregnado de intento de golpe de estado legislativo para desconocer el pronunciamiento ciudadano ya certificado en forma inapelable.
Trump sigue llevando a su partido al desastre. Perdió la elección popular por amplísima diferencia. Perdió la elección en el Colegio Elector por amplia diferencia. Perdió el control del Senado, arrastrando a su partido a quedar sin poder alguno de negociación.Ya se proyectan fracturas. Su mezquindad sin límites ha logrado que un capital de votos muy significativo para él en noviembre, que le hubiera permitido reclamar su regreso en cuatro años con el apoyo de su partido, lo dilapidara por su narcisismo patológico. Incluso su propio futuro jurídico está en serio riesgo. El control de ambas cámaras hace probable acciones del Poder Judicial que podrían acusarlo de muy graves delitos.
El discurso del actual presidente republicano del Senado, terminó de sepultar cualquier posibilidad de desconocimiento del resultado. Mitch Mc Connell rechazó con significativa contundencia el reclamo alentado por Trump. Muchos legisladores de ambos partidos han calificado de vergonzosa la actitud de Trump. Y peor aún han afirmado avergüenzan a su país ante el mundo.
La trágica fase de Trump termina definitivamente el 20 de enero al mediodía. Su legado dejará una herida difícil de sanar en la sociedad estadounidense. Su propia actitud lo estará condenando a inventarse un futuro político en soledad, o por lo menos sin el apoyo de más de la mitad del partido Republicano que probablemente vivirá un cisma político y una fractura. Tuvieron que suspender la sesión en el Capitolio por la invasion de manifestantes armados a los que Trump instigó a ir al Congreso a apoyar a los que exigen un nuevo conteo. Entregaron máscaras antigas a los legisladores y los evacuaron. La alcaldesa de Washington Muriel Bowser decretó el toque de queda a partir de las 6 pm.
Termina su período como lo ejerció. Patéticamente de principio a fin.
Por Carlos Pita
Médico, político, ex embajador uruguayo en EE.UU.
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