En el barrio hay una murga que desfila pero no quiere dejar cantar a las demás. Tal vez porque cuando ella lo hace desafina muy mal.
Es un rejuntado de trasnochados, inexperientes, irresponsables, peligrosos e improvisados. El escenario les está quedando muy grande. El mismo está complicado.
En el barrio hace mucho calor, hay mal humor y olor a champagne. Del virus ni que hablar porque no da piedad.
Detrás del champagne está solo el vacío. Decía el porteño del barrio «viste pibe, así era con Menem, te vaciás el champagne y ¿después qué tenés?. Resaca. Así quebré solo te aviso».
Algunos la llaman La Frívola, La Negligente y otros La Intoxicada y sus Berretines.
Primero Siempre que es el dueño de las marquesinas, un típico personaje arrastrado, tradicionalista, conservador que no falta a ninguna misa resalta el libreto de la murga aunque sea desafinada. Es que el negocio depende de ellos ya que el Director de la murga hace tiempo perdió sus líneas. Vive su momento como en un safari con palitos de golf. Tampoco quiere darle lugar a las demás aunque parezca muy joven y amable.
El barrio es un ecléctico grupo de personas que luego de varias tormentas y esfuerzos habían logrado crecer, progresar y traer el Sol a sus esquinas. Lógico que ciertas antiguas inercias destructivas todavía no se solucionaron, ni mucho menos. Pero las inquietudes y cuestiones eran sobre la mejora de la calidad, ética, libertad (excepto algunas importantes excepciones) y no cómo no retroceder en calidad, ética y libertad. Antes las discusiones para definirlo de alguna manera llegaban a niveles de «vida o muerte» ahora son más anecdóticas, banales y desapercibidas. Todo mérito de las marquesinas y también de tu nube de pajaritos desalineados que te distraen y no atrapan tu atención.
El barrio se está reorganizando. Viene bien pero falta mucho y se aproximan grandes desafíos.
Recientemente hay mucha preocupación por los récords de crímenes y lo poco de soluciones.
También hay indignación por la siesta que durmieron para apagar las 40.000 hectáreas incendiadas. Si no hubiera sido por el esfuerzo acumulado de la gente del barrio el director pop de la murga desafinada tendría un álbum completo de fotos de su careta y con cada una de las caras del barrio mientras todo se quemaba. Eso sí, su pelito y camisa se mojaba para la foto se acomodaba.
Hay desaliento porque no aseguran una segura seguridad para el clásico y nadie se quiere hacer cargo ni tampoco plantean soluciones además que patean la pelota para el costado.
Hay perplejidad al escuchar a la señora grave en sonidos que desafina cuando quiere cubrir al barrio con manto de sospechas infundadas sobre los métodos y actos de justicia empleados. Gracias a su desquicie retrocedemos en libertad pero en el barrio igual se preocupan por ella. Hay un cartel con su foto que dice «está perdida y sin medicación». La foto debe ser actual porque está despeinada y con los ojos bien desorbitados. Dicen que Gustavo en subida va detrás de ella. Pobre Gustavo sigue sin aprobar el curso de «Recapacitación Filosófica» tal vez sus traumas familiares y fracasos personales no le permiten sobreponerse y evolucionar.
En el barrio están preocupados por el bar de Guido porque suceden cosas muy extrañas y oscuras tanto de noche o de día. La puerta y ventanas siempre están cerradas aunque se escapan verdades. Las mujeres libres no son bienvenidas y si quieren entrar deben pedir permiso y tomarse de la mano de algún macho primitivo que las llevan a donde ellos quieren. Se escuchan ruidos de traiciones y algunos ven siluetas de fantasmas reales a su alrededor. Además cuando brindan se escuchan ecos viejos como de abusos, torturas, asesinatos y muertes. Si alguien al llamar golpea las maderas viejas de la fachada de ese bar solo se escucha el silencio, cómplices y traidores silencios. La historia indica que mucha gente inocente la ingresaron a ese bar y nunca más volvió.
Guido estreñido fiel a su estilo talló en una de sus maderas «los rumores de este bar son Sicarios de verdades que no rezan». Gracias a su fascista paranoia retrocedemos en libertad pero la historia conoce bien a Guido y sabe bien que son solo intimidaciones, tácticas y técnicas de la mierda de ayer. El problema es si la ignorancia y el populismo lo dejan crecer.
En el atardecer del barrio sin horizonte los malla de oro van en avión ya no importa si los caminos tienen asfalto o están empedrados. La falta de rumbo, la deriva y los problemas son para los no privilegiados.
El barrio se merece algo mucho más humano, creativo, inclusivo y mejor. Todas y todos lo saben. La reconstrucción de la cultura es valor fundamental para cambiar.
La murga desafinada sabe bien de su negligencia, incapacidad y su poder de actuar.
Mientras el Director se parece al Mono Titi con sus muecas en las marquesinas distrae y ejecuta su plan para unos pocos que afecta de manera no conveniente a todas y todos. Por ejemplo no nos vamos a detener nuevamente en el regalo del puerto a extranjeros ni en el hostigamiento continuo y constante para el desmantelamiento de Antel.
El barrio se está reorganizando. Viene bien con el incomprendido de José Ignacio. No hay que dejarlo solo hay que acompañarlo. Falta mucho y se aproximan grandes desafíos.
El próximo desafío es afinar bien fuerte en marzo votando SÍ.
Tal vez el Director de la murga desafinada luego de un baldazo de agua fría comience a tomarse con responsabilidad y seriedad el cargo que la ciudadanía le encomendó.
Su inercia y tradición le va a costar mucho bajarse de su safari y soltar los palitos de golf pero le va hacer bien si deja escuchar, cantar y proponer a las demás murgas.
Esto también nos hará bien. Si no cambia su actitud de parque de diversiones mientras el virus nos disemina, aumenta la pobreza y la desigualdad para el 2024 los votos los va a obligar a tener que preparar la retirada.
De paso ya se lo empezamos agradecer porque sustento de futuro así para el barrio es imposible de sostener.
“Sí no tomar medidas es una medida” ¿para qué pepinos te votaron?. Antes renegaste de la ideología ahora renegás de administrar. En el barrio dirían “estás bien pintado, dejá”.
Por Andrés Legnani
La ONDA digital Nº 1033 (Síganos en Twitter y facebook)
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