El jueves 13 de marzo, sobre las seis y media de una tarde algo fresca, se realizó la presentación del último libro publicado por el periodista, reportero de Tenfieldigital y columnista de La ONDA, narrador, dramaturgo y actor teatral José Luis González Olascuaga, “Quién tuviera tus alas”, publicada por Caras y Caretas.
En la sala de Arteatro alrededor de una treintena de personas acompañaron al autor. La mesa estuvo integrada por Alberto Grille, amigo personal del autor y director ejecutivo de la revista Caras y Caretas y Carmen Galusso, docente, editora y coordinadora de talleres literarios, además del escritor que, de tan emocionado, apenas si pudo agradecer la presencia de todas y todos y señalar, como decía Federico García Lorca, que, si me dieran a elegir, “pediría medio pan y un libro”.
El autor ha recibido 10 premios o menciones por obras en varios géneros, entre ellos en la Feria del libro en tres ocasiones, Premio Municipal, Teatro Circular-Sorocabana, La Hora, Comité Olímpico Uruguayo, Casa de Cultura y Comité de Escritores.
Sus obras publicadas incluyen las novelas: Chau, Bogart (1989), Las luces del Estadio (1992) Gardel antes de Gardel (1996), Identikit (2003), De Schiaffino a Forlán (2000), 1983 (2008), Las luces del estadio (1992), El Código Gardel (2005), De La mirada de Federico (2002), El exilio de Artigas (2012), Misterios chinos (2014), El muro (2015) y Abrazo de gol (2016, cuentos).
Además de ser coautor de varias obras, sobre todo relacionadas al fútbol (El gol del siglo en 2000, Mi revolución en 2003, Al fondo de la red en 1989 y Orsai en el paraíso en 1992 y El gol en el barro en 2000, La historia prohibida del fútbol uruguayo en 2002, Casal vs Damiani en 2006 ensayos), y los reportajes Rompiendo la historia en 2001 y Vayan pelando las chauchas en 2009.
“Quien lo conoce, lo quiere”
Quien abrió la presentación fue Alberto Grille, quien señaló, en primer lugar, la versatilidad del autor como dramaturgo, escritor, periodista y militante. Luego, sin embargo, aclaró que “no tenía una idea muy clara de su vida”, su calidad humana, puesto que esta obra incluye memorias y recuerdos de su propia vida, pincelazos intimistas de la vida de Joselo, y nos muestra el desarrollo personal y vital.
Destacó algunos elementos de la novela, entre ellos la lluvia, que atraviesa la obra, el silencio, la calma, los juegos en solitario. Llamó la atención sobre la capacidad de retener detalles de la niñez, de la cual hace un repaso, incluido el disgusto corporal que sintió en esa etapa de su vida. El puerto y los barcos como un símbolo del trabajo pero también de paz interior, la existencia de curas progresistas en su paso por el seminario Del Sagrado Corazón, la máquina de escribir Adler, regalo de su padre, que le confirió una relación estrecha con las letras y, sobre todo, un sentido del humor particular, una humildad no impostada y su amplitud ideológica, en la que asienta que “no hay un discurso único”.
“Escrituras del yo”
Carmen Galusso, mientras tanto, hizo un análisis más formal de la obra y la definió como una novela de ficción, una nouvelle más propiamente, puesto que si bien hay una aproximación sobre la verdad de su propia vida, hay mucho tratamiento literario en ella. La estructura de la novela, entonces, tiene un tronco temático pero también aparecen historias de otras personas. Tampoco se trataría de una autobiografía puesto que el autor se transforma en personaje literario y elije qué recordar.
Por lo tanto, la obra estaría inscripta en el género de las “escrituras del yo” que colinda con las memorias, lo epistolar, los diarios. Este término es utilizado por la teoría literaria francesa contemporánea, en especial del pensamiento de Genette, Doubrovsky, la fenomenología del recuerdo Ricoeur. Se señala como antecedente, en particular, “Les écriture du moi”, de Georges Gusdorf.
El autor utiliza varios recursos literarios —señala Galusso— como la hipérbole o la intertextualidad. En cuanto a los temas dijo que aquí están todos los grandes temas: el amor y el desamor, el conflicto con la fe, la muerte, la corrupción, el ser y el parecer. Además hace una escritura valiente, puesto que define qué esperan los demás de uno, el autismo y la sexualidad y el prejuicio social sobre el tipo de trabajo, ya que cuando uno dice “poeta” o “escritor” siempre se pregunta de qué trabaja, como si eso no pudiera ser un trabajo.
Las cuestiones íntimas que revela el autor funcionan, en el lector, como una proyección de lo que lee, y en ese sentido su intimismo es universal. También, como se hace en poesía, dice mucho con poco, siendo una economía de lenguaje.
Es decir, utilizando un término actual —y esto lo digo yo—, esta es una novela de autoficción que retrata una vida particular y una época crucial de la historia del país.
(Quién tuviera tus alas, Joselo Olascuaga, edición de Caras y Caretas, marzo 2023, Montevideo, 81 páginas)
Por Sergio Schvarz
Escritor, poeta, y ensayos breves.
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