El ex intendente por Canelones fue homenajeado por la Comisión Patriótica de la ciudad de Las Piedras, en un desbordado Centro Cultural Carlitos –y precisamente un 18 de mayo, celebración del triunfo del ejército artiguista ante los españoles que iniciaría, a la postre, el camino independiente de nuestro país–, con amigos, conocidos y público en general y, entre ellos, representantes departamentales y personalidades locales y de relevancia política e institucional.
La Comisión Patriótica de Las Piedras rindió tributo a quien se entregó, en cuerpo y alma, a hacer por los hombres algo más que amarlos, como pedía Terencio y nos lo recordaba, insistentemente, Paco Espínola.
Recibió, además, de manos del escultor Adrián Silveira, una obra hecha en cerámica a pedido de la Comisión Patriótica, una figura simbólica que representa los valores históricos, tradicionales y humanos de Marcos Carámbula.
El discurso del homenajeado puso el foco en los conceptos humanistas de Perico Pérez Aguirre y recordó, con contenida emoción, el legado de su hermano Gonzalo, y tuvo palabras elogiosas para su esposa, la historiadora Elena Pareja, para sus cinco hijos y sobre todo la hermosa esperanza que significan sus once nietos.
Tuvo, también, agradecimientos para sus amigos de siempre, para los amigos de infancia, para quienes compartieron su formación médica, del Sindicato Médico y para sus pares de la Facultad de Medicina, y para sus grandes referentes: Líber Seregni, Juan Crottogini, Vivián Trías y Rodney Arismendi, así como al entrañable equipo de la Intendencia de Canelones y de la seguridad pública. También a su entorno familiar, destacándose un agradecimiento especial, muy sentido, a su hermano Gonzalo, que está siempre presente.
Su currículum
En primer lugar se leyeron los datos personales de Marcos Carámbula Volpi, su trayectoria académica y política, con base en una recopilación que realizó Ana Gatti.
Así, tenemos que Marcos nació un 23 de diciembre de 1947, vivió su infancia y adolescencia, y luego con su esposa (casados en 1972), la historiadora Elena Pareja Picabea, en el barrio Garibaldi de la ciudad de Las Piedras. Su padre, Felisberto Carámbula Aznarez, “Pocho”, y su madre, María Delia Volpi Rodríguez, la “Monona”, fueron descendientes de familias canarias que se instalaron en dicha ciudad desde 1840. Su abuelo, provino de la ciudad de Saronno, de la provincia Varese, en la Lombardía, y su bisabuelo Valentín era vasco.
Hizo la escuela y el colegio San Isidro de la ciudad de Las Piedras, preparatorio de medicina en el liceo Nº 9 ubicado en Colón, en el año 1966 ingresa a la Facultad de Medicina recibiéndose como médico el 18 de diciembre de 1974 y en el año 1979 se recibe como médico neumólogo.
Entre 1969-1970 es delegado por la Asociación de Estudiantes de Medicina (AEM) ante el comité ejecutivo del SMI. Durante el periodo de intervención del Sindicato Médico de Uruguay, presidió la Intergremial Médica, fue secretario general del comité organizador de la 7ª Convención Médica Nacional en pleno periodo del gobierno de facto. Fue electo miembro del comité ejecutivo y secretario del Sindicato Médico en las primeras elecciones libres después de la dictadura. Ejerció en la salud pública, en especial en Saint Bois, en el hospital Maciel, brindando su asistencia a los más necesitados. Junto a profesionales vinculados al tema, fundaron el Programa Nacional de Prevención de Asma y Afines. Del 2003 al 2005 fue presidente del Sindicato Médico del Uruguay. En el año 2004 presidente la 8ava Convención Médica Nacional. Entre el año 2018 y 2020 ejerció la presidencia de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE).
De 1979 a 1982 fundó, en plena dictadura, junto a su hermano Gonzalo –un destacado referente de la cultura, fallecido en el año 2015–, la revista La Plaza, que fuera clausurada por la dictadura. Fue presidente del club Juventud de Las Piedras desde la divisional C a la Primera división.
Entre 1989 y 1994 fue electo diputado por Canelones por el lema Frente Amplio. Del 2015 al 2018 fue electo senador de la República por el mismo lema. Del año 2005 a 2015 fue electo intendente de Canelones –estuvo dos periodos consecutivos–, culminando con el 64% de aprobación.
Desde el Comité Patriótico.
El integrante del Comité Patriótico, el nacionalista Jonathan Franco, repasó algunos elementos de la personalidad de Marcos Carámbula y su conocimiento de la parte humana, como amigo, como profesional, desde su participación en un cuadro de básquetbol del Ascenso, el Platense, hasta la resolución favorable de una grave crisis asmática de su esposa gracias a la coordinación de Marcos, desde el CRAMI, y a Failache del Hospital Maciel.
Encontró la solución al Hipódromo de Las Piedras con una licitación, reorganizó el funcionamiento de la Intendencia, con los festejos del Bicentenario sacó no solamente a Las Piedras sino a Canelones para afuera, generó un policlínico en la zona de 18 de Mayo que es un orgullo, y ahora, incluso, Marcos Carámbula no se queda quieto, está con un proyecto de un Polideportivo que va a abarcar más que a la ciudad de Las Piedras. Su inquietud –como dice Jonhatan– no termina con los cargos, se termina con el compromiso a los vecinos.
Ex edil Julio Varona: “Canelones fue una cosa antes de Marcos y otra después de Marcos”
Un amigo, el ex edil Varona, tuvo emocionadas palabras sobre el ex intendente, destacando su personalidad y su humanismo y, sobre todo, el compromiso con su ciudad, Las Piedras.
“Marcos Carámbula afrontó muchas situaciones. Yo tuve la desgracia de caer preso en el año 1976 hasta el año 1981. Todo ese periodo quedé medio aislado de lo que es la comunidad pedrense. Cuando salgo me entero, y eso lo tuvimos que manejar con mucho cuidado porque había problemas de seguridad por medio, que algunos compañeros –con Marcos que era un compañero más– estaban haciendo “pillerías” con la revista La Plaza. Si bien duró poco la revista porque la cerraron, para los que estuvimos adentro, cuando salimos y teníamos poco contacto, esa revista era un faro que nos iluminaba y que nos daba perspectivas”.
Otro hecho de esos tiempos, que conmovió a la ciudad, fue el cierre del frigorífico Comargen. El funcionamiento de la fábrica era muy importante para la ciudad de Las Piedras, ya que derramaba el salario de sus trabajadores sobre el comercio, hasta el punto que empresas de Montevideo se instalaron en la ciudad.
“¿Y a quién encontramos, en primera línea, para pelear por su reapertura? A Marcos Carámbula. Se formó una comisión de vecinos y se le pudo dar una amplitud de trabajo, y se elaboró una plataforma reivindicativa. Los contactos que Marcos brindaba, entre ellos un vecino, ya fallecido, que era secretario y presidente del centro comercial y que jugó un papel notable, ayudaba en esa lucha. Y toda la lucha que se hizo, mediante las jornadas cívicas que se hizo en Las Piedras ese año, yo la verdad que pocas veces recuerdo (…) que haya habido tanta participación de tanta gente. No logramos que se reabriera Comargen, sin embargo el sindicato siguió movilizándose para buscar su reapertura. En un momento plantearon una marcha a Montevideo, hacia el Banco República o a otras instituciones para ver si podíamos abrir otra oportunidad. Y Marcos, con ese cuerpo no nada pequeño, fue a la marcha a pie desde Las Piedras. Y cuando fue Intendente de Canelones nunca se olvidó de eso, y así que para recuperar Comargen tuvo la capacidad de darse cuenta y lograr una inversión. Y eso reafirma lo que decía al principio, su compromiso con la ciudad”.
Nadie se salva solo
Marcos Carámbula desarrolló varios conceptos, conceptos humanistas extraídos de la experiencia de su vida y centrados en el ejemplo indeleble de Perico Pérez Aguirre, y señaló, principalmente, la necesidad de pensar en el nosotros, en relación directa con la comunidad.
“Yo los miro a todos ustedes y me genera una enorme emoción. Amigos de todas las épocas de nuestra vida, de todas las responsabilidades en nuestra vida, es impresionante, no saben cuánto les agradezco que estén acá, realmente es una enorme emoción, muchísimas gracias. Jonathan, con el que nos hemos peleado mucho en su condición de nacionalista, creo que interpretó, verdaderamente, el sentir de nosotros los pedrenses (por más que haya algún paceño por allá atrás que me miró medio serio, y me mira serio, los de Las Piedras siempre les ganamos a los de La Paz, perdónenme, creo que no me van a saludar más. Todos saben que quiero mucho a La Paz).
“Pero lo que quería decir es que para nosotros, los pedrenses, esta (la del 18 de mayo) es la fiesta mayor, la de la mañana, la del desfile escolar, la del desfile liceal, de las organizaciones sociales. La sentimos con el alma, porque primero desfilamos nosotros, después nuestros hijos, ahora desfilan nuestros nietos y los hijos y los nietos de los amigos, etcétera, etcétera. Es la fiesta por excelencia de Las Piedras.
“De pasada se dijo, en la biografía, que yo nací –porque nacíamos en la casa en aquel tiempo, con una partera– acá a la vuelta, me crié toda la vida en este barrio, el barrio Garibaldi. Antes Las Piedras era chiquita, todavía, con sus 20 mil habitantes cuando nacimos en la década del cuarenta, del cincuenta, y tenía sus barrios. Para nosotros, la figura del Comité Patriótico era una figura impresionante, nos generaba una enorme mezcla de admiración, de representatividad. Yo recuerdo bien, y acá hay algunos veteranos de mi época, al concejal don Arturo Trías, tío de Vivián Trías…, el concejal Tomasito Martínez, o el concejal Silvera, unos colorados, otros blancos, (el Comité Patriótico) era la institución que nos representaba a los pedrenses. Algunos de nosotros, Carlitos Crespo, Fernando Trobo, Daniel Schubert, después que terminaba el desfile seguíamos cuatro días desfilando por Garibaldi (risas) y nos dirigía Carlitos Crespo, que ya era músico, y todos nosotros atrás, porque era la convocatoria mayor. Entonces lo primero es agradecerle al Comité Patriótico, a Martha Rodríguez, la presidenta, y a todo el Comité Patriótico, todos los que están acá: muchísimas gracias.
“Como bien se decía (en la biografía), los Carámbula hace 183 años que estamos acá en Las Piedras. Tenemos un arraigo desde aquel canario de Fuerteventura, José Carámbula Perdigón, que se casó acá en la Iglesia San Isidro con Guadalupe Duarte en 1845. Tenemos una cosa muy sentida con Las Piedras.
“Pero yo quería hacer alguna referencia en este homenaje a lo que uno piensa de la vida, porque en definitiva este homenaje, que a uno lo abruma, tiene que ver con el sentimiento de la vida. La felicidad no viene tanto del ejercicio de las capacidades sino en el desarrollar una vida buena, que para uno es lo más importante. Nosotros llegamos al mundo como seres vulnerables y dependientes, nos criamos en esa vulnerabilidad y esa dependencia. Y eso nos obliga, aún mayores, aún grandes, a seguir pensando en los más vulnerables y dependientes como éramos nosotros cuando nacimos. Todos nacimos de esa manera, una madre que nos cobijó, nos amamantó, una familia o afectos que nos rodearon, todos precisamos que seamos así, con el cuidado y con mucho afecto.
“Bolívar decía: “Si la existencia es el primer bien, el segundo es el modo de existir”. Me parece que eso tiene un enorme valor. La razón de vivir, decían los japoneses, no es un don, hay que buscarlo, hay que encontrarlo, a través de la introspección, de la humildad, siempre en relación con la comunidad. No vamos a resolver ni a encontrar el don, de saber vivir, de encontrar la razón de nuestra existencia, sino pensando con humildad e introspección en nosotros, pero pensar en la comunidad.
“Nosotros, sin duda, aprendimos desde la militancia, mucho. Quiero recordar, en una primera instancia, y ahí empezamos a militar con Elena (Pareja) y con algunos compañeros, que eran la juventud estudiantil cristiana, pensar en esa red. La red decía: “lo más satisfactorio de la vida es haber sido capaz, en gran parte, de brindarle a los demás”. Yo creo que ese es un mensaje muy importante. Capaz no sólo de vivir nuestra vida sino también brindarle en gran parte a los demás.
“Ninguno de nosotros está al margen del dolor, del sufrimiento, de la angustia, de pérdidas inconsolables a lo largo de la vida que nos ponen al frente de los límites, como personas que tenemos, nos ponen al frente de la capacidad mayor de sufrir, de padecer, de angustiarnos. La cuestión está en que ahí hacemos en pensar en la razón de ser y la respuesta vuelve a ser la misma”.
La ética de la compasión, la confianza en el ser humano y la tierra de la utopía
Continúa desarrollando ideas Carámbula, con concentrada emoción, buscando las palabras justas y mirando hacia el frente, hablando sobre uno de sus mayores maestros, que derramó su sabiduría sencilla entre los más necesitados, y recordando conceptos que fueron y son la guía para transitar en este mundo.
“Perico Pérez Aguirre, que es, y fue y será nuestro referente siempre –y aquí están los queridos amigos de la red de Perico–, decía que (lo de brindarse a los demás) es el meollo de la vida. Separaba algunos puntos, que yo brevemente quiero reivindicar. La pasión, cuando uno es apasionado por celebrar la vida, es el primer punto. Perico refrescaba –a mí me parece maravilloso–, un poema de Antonio Machado: “En el corazón tenía la espina de una pasión, logré arrancármela un día: ya no siento el corazón”. El corazón y la pasión van de la mano.
“Sentir, siempre, con solidaridad. El otro aspecto que Perico hablaba mucho es la ética de la compasión, la ética de la responsabilidad de los que hemos ejercido la gestión pública. Los que están en distintas organizaciones, en la sociedad civil, sabemos de eso, de la ética de la responsabilidad, de las convicciones –Seregni hablaba de esto–. Pero Perico insistía en la ética de la compasión, sentir al otro, sentir que el otro es tan valioso como uno, que en el otro está la vida, y que por lo tanto defender la vida del otro es defender nuestra vida. La ética de la compasión. Respetar su dignidad, respetar su autonomía.
“Agregaba, y yo lo creo como fundamental, lo que nos diferencia a nosotros es la confianza en el ser humano. Tenemos confianza en el ser humano. Hemos tenido, y tendremos, muchos golpes de origen en la condición humana. Es así, tal cual. La esencia es creer en la condición del ser humano. A veces, justamente la inseguridad que nosotros tenemos frente a la existencia, porque no sabemos, tenemos dudas, tenemos interrogantes, tenemos angustias, en el mundo de hoy se resuelve con esta cosa posmoderna que lo efímero es lo que vale, mañana será otra cosa, que de alguna manera todo vale en la medida del tiempo de hoy y se van perdiendo las utopías, se cree en un culto a un presente absoluto. Se deja de pensar en eso que a todos nos convoca, que es pensar en una sociedad en igualdad, en solidaridad, más allá de uno. Entonces, frente a esa visión posmoderna de la realidad, más que nunca la pasión, la compasión, creer en el ser humano.
“Y ahí hay dos conceptos, a mi entender, fundamentales, que lo sentimos, que lo vivimos. Uno es la ética. La ética no sólo en la profesión, no sólo en el ejercicio de cada una de nuestras responsabilidades, cualquiera que sea la responsabilidad que tengamos lo tenemos que hacer con una ética de la responsabilidad, de cumplir con lo que nos asigna, de cumplir con lo que nos responsabiliza, una gestión. Pero hoy, la ética va mucho más allá de lo individual. Hay quien habla de una ética planetaria, porque el hombre estuvo centrado siempre en el hombre como centro y dueño de la naturaleza, el poder hacer con la naturaleza lo que quiere. Sin embargo, la vida, lo que hemos vivido últimamente (sequías e inundaciones, por ejemplo, el cambio climático), nos muestra que el hombre es con y por la naturaleza, y que el hombre no es el centro del mundo, el hombre es parte. Hay un mundo biológico, en todos los planos, que nos convoca a cuidarlo. Por eso la ética planetaria, la ética del otro, de lo otro, la ética con la naturaleza.
“A mi entender eso tiene un concepto fundamental. Se acuerdan que en la pandemia decíamos: “vamos a construir una nueva realidad”, porque estábamos todos conmovidos, estuvimos dos años encerrados –y a veces lo olvidamos– por temor a la muerte, con la incertidumbre de lo que iba a pasar al otro día, de nosotros, de nuestros familiares, nuestros amigos. Vivimos con mucho dolor eso. Y en aquél momento hablábamos, y yo lo vuelvo a reafirmar, de la reconciliación del hombre con el hombre, de la mujer con la mujer, de nosotros, no seguir pensando sólo en “el yo y las circunstancias”, somos el nosotros y las circunstancias.
“El otro concepto que a mí me parece sumamente importante, es la utopía. Perico –y verán que cito mucho a Perico porque cada vez que tengo una circunstancia tan particular como esta, vuelvo a su amistad, a sus textos, a sus conceptos… Cuánta falta nos haría hoy–, y él dice, hablando de la utopía, y describe la utopía de Tomás Moro que era “el sin lugar”, esa es la etimología de los griegos, porque en el sin lugar están esos valores formidables de una sociedad igualitaria… Perico, citando, dice: “si nosotros en el mapa del mapamundi no vemos la tierra de la utopía no vale la pena volverlo a mirar dos veces”.
“Fíjense la profundidad y la necesidad de la utopía para caminar, para seguir teniendo sueños, para seguir pensando y actuando”.
La construcción colectiva, las raíces y los afectos
“Yo voy a terminar con algunas cuestiones que me parecen fundamentales, también, que es la construcción desde lo político. Nada, nada es posible desde lo individual o desde los liderazgos personalistas y caudillescos. La vida nos muestra que la construcción de una nueva sociedad es sobre la base de los colectivos, de la construcción colectiva. Y a modo de ejemplo, cada una de las etapas de mi vida, por suerte, fue formar parte de equipos. El equipo aquel, original, de la juventud estudiantil cristiana, estamos hablando del año 63, 64 –no sé si está Rogelio por ahí, Carmen, “Yuyo” Bocanova, Daniel Coll– empezó a mostrar la esencia de los valores.
“Luego mi querida AEM –y veo acá al Huguito parado allí–, somos forjados por la Asociación de Estudiantes de Medicina, no porque fuera la asociación de estudiantes de medicina sino por valores gremiales, de colectivo, de emprendimiento, de pensar más allá del presupuesto, que era el motivo de nuestra lucha, pensar en la democracia, en la libertad, en la justicia, en la igualdad. Sin duda la construcción colectiva en el Sindicato Médico del Uruguay –y hasta hoy esa barra que tenemos que nos juntamos, recordando, afianzando y afirmando aquellos valores–.
“En la Intendencia, que se formó un equipo formidable de compañeros y compañeras, que lo hicimos en el primer periodo. Había que estar 24 horas por 24 horas al servicio de la comunidad, con aciertos y errores que uno con el tiempo los ve, los mira y los siente. Pero nadie puede dudar que una responsabilidad pública tiene que tener un compromiso 24 horas por 24 horas al servicio de la gente que nos confió esa autoridad. Elena (Pareja) sabe que aquellas noches y esos años de la Intendencia no dormía, o no dormíamos, porque teníamos una enorme responsabilidad. Muchas veces pensé que si no cumplíamos esa responsabilidad, ¿qué iba a pasar en nuestras vidas? Sin embargo ese equipo fue el puntal para sacar ese objetivo que era Canelones.
“Y después equipos más en lo puntual –y podríamos citar varios–, el equipo de la salud pública, en el Hospital Saint Bois en que trabajé muchos años, el Maciel, el equipo de ASSE, formidable equipo, seis o siete compañeros que también 24 horas por 24 horas estuvimos al firme. Y acá en Las Piedras, que estaba Luisito y Eduardo, construimos un equipo en los temas de las enfermedades respiratorias. Y puedo hablar de cada uno de ustedes, por ejemplo veo a Mirtha Guianze. Que alguien tenga tanto valor, tanta generosidad, altruismo, coraje, como Mirtha –y estoy sugiriendo al Comité Patriótico que si alguien tiene que ser homenajeada puede ser Guianze (aplausos)–… Y puedo hablar de cada uno de ustedes, que los veo y me emociona mucho porque todos han sido mis amigos, mis compañeros, mis confidentes cercanos, en todos los planos. Cada una de las responsabilidades que hemos asumido ha sido en colectivo, y con compañeros y compañeras formidables –y no puedo nombrar a todos porque sería injusto–.
“Quiero rescatar, por esa esencia que me parece fundamental en la vida, las raíces. También Perico decía que no es lo mismo predicar desde un castillo que predicar desde los más humildes, que eran aquellos que más sufrían. Siempre hablaba de las raíces. Y nosotros nos criamos en un pueblo chico en aquel momento, en un pueblo de jugar al fútbol todo el día hasta que el hormigón nos iba corriendo, hasta terminar allá abajo; de hermandad, de hermandad muy cercana, de valores. Y quiero recordar, porque está presente, a Carlitos Labarces que se crió conmigo desde la más tierna infancia, y también venía Carlitos Crespo, otro amigo del alma, o Rogelio Rodríguez, o los que no están, Daniel Coll, Fernando Trobo, Schubert Carámbula. Los amigos, la infancia y las raíces.
“Los amigos de militancia que fueron nombrados en la biografía, que también. No voy a nombrar a todos, pero pensar en Daniel Pazos, un hermano de la vida, o los más cercanos, que tienen que ver con mis viejos. Que si algo aprendimos con mis viejos fue la tolerancia, que debe ser una gran virtud. Mi viejo colorado y masón, mi madre cristiana y blanca, y nosotros comunistas, frenteamplistas, que en aquel tiempo en nuestro pueblo, cuando hicimos el primer acto en la plaza, acá, en el 71, ser lo que éramos nos costaba muchas enemistades. Sin embargo mis dos viejos… –mi viejo, siempre lo recuerdo, decía, porque era colorado y masón: “en mi casa ni curas, ni milicos, ni comunistas” (risas), y tenía dos hijos de izquierda, y a Gonzalo ni hablar, ni hablar–”.
La voz le cambia a Marcos Carámbula, se hace más profunda, una de sus manos encuentra el bolsillo de su abrigo y por un momento se queda allí, en un gesto que es muy suyo. Su mirada parece brillar.
“Gonzalo, para mí, fue mucho más que un hermano, nos llamábamos todos los días, éramos confidentes de todas nuestras cosas, permanentemente me estaba conteniendo los impulsos, orientando, ayudando, siempre pensando por encima de lo cotidiano, siempre pensando más allá. La vida ha tenido la gran gratificación que es que, después de esos años, del 2015 en que falleció Gonzalo –y es una palabra que no me gusta usar–, se ha rescatado todo su aporte en la cultura. Pero en lo personal, y lo siente Elena, y lo sienten mis hijos, Gonzalo fue impresionante. Y como decía, el dolor hasta el límite es de los dolores que nos acompañarán toda la vida. (Aplausos cerrados)
“Por último, mi familia más cercana. Este homenaje debería haber sido compartido junto con Elena, es más, tendría que haber hablado Elena… (Aplausos sostenidos) Verdaderamente es así. Una construcción que hicimos desde que fuimos novios, allá en el 69 hasta hoy, más de cincuenta y cuatro años juntos, que hace y explica nuestra esencia, de los dos. La creación de una familia, de nuestros hijos, de nuestros nietos, tiene que ver también con una construcción colectiva y en pareja. Siempre recuerdo que cuando decidimos casarnos estábamos en plenas luchas estudiantiles, nos ennoviamos en el 69, en el 72 nos casamos, y siempre, siempre, pensar en construir una familia era pensarla hacia afuera. Guardo por ahí –y lo veo a Facundo– un hermoso mensaje de la Biblia que nos mandó cuando nos casamos, que era un poco eso, el compromiso de la familia hacia afuera.
“A mis cinco hijos, maravillosos, que muchas veces, cuando uno recibe esos hechos tan gratificantes como los del Comité Patriótico, no piensa o no magnifica lo que nuestros hijos son, los que nuestros hijos nos apoyan, lo que nuestros hijos comparten con nosotros, lo que nuestros hijos sufren y a veces sufren mucho más que nosotros. Porque cuando uno está en la actividad pública sabe que puede recibir palos de un lado y de otro, nunca se sabe de dónde vienen los palos. Y es muy dura la actividad pública, son instantes de alegría pero es, sin duda, de mucha tensión, y esa tensión la bancan nuestra compañera y nuestros hijos. Así que si algo tengo que agradecer, es, desde luego, a ellos, a Matías, a Francisco, a Jimena, a Marquitos y a Joaquín. (Aplausos)
“Y además, debo expresar mi alegría de la vida –Martínez, cuando nos empezó a asesorar en materia de planificación en la Intendencia, hablaba de “la gratificación diferida”–, la gratificación diferida de nuestras vidas son los nietos. (Aplausos) Unos nietos maravillosos, desde Pedro, Ignacio, Julia, Juan, Felipe, Emilio, Lina, Josefina, Guadalupe y la más chiquita que es Florencia, Florcita. Es, verdaderamente, un encuentro cotidiano de una ternura, de un afecto y de un apoyo para todas esas luchas que uno vive, que es formidable.
“Si ustedes me permiten, no hablé de la experiencia de Juventud de Las Piedras, que efectivamente subimos de la (divisional) C a la A, pero fue la etapa más dura de nuestra vida. (Aplausos) Como decía Damiani “el fútbol uruguayo no se puede sustentar”, y un amigo, un buen amigo que acaba de fallecer, Eduardo Arzuaga, decía “disfrutá ese momento porque es el único momento” (risas), el equipo no sale campeón, no gana un clásico, le gana a Peñarol o a Nacional. Pero, en esto de la gratificación diferida, yo quiero pedirles –porque acá veo muchos hinchas de Nacional–, pero quiero pedirles perdón a los hinchas de Nacional y decirles de la enorme gratificación diferida ver a Pedro (su nieto) con la camiseta de Peñarol. (Aplausos)
“Termino de nuevo agradeciéndoles a todos muchísimo, me gustaría nombrarlos uno por uno pero no puedo, porque realmente tengo amigos de toda la vida que están acá, y eso es lo que uno se lleva, siempre. Para el actual intendente, que no lo nombré, disculpá Marcelo (Metediera) que no te nombré de entrada, muchas gracias por estar. (Aplausos) Hay representantes nacionales que quiero mucho, anda por ahí el Boca (Andrade) y otros representantes nacionales. (Aplausos) También representantes departamentales, gente que integraba nuestros equipos, gente con los que hemos trabajado y pensado juntos…
“Voy a usar, para este final, una metáfora, también de Perico Pérez Aguirre en su libro Que no deseen olvidar. Cuando se acaba la esperanza, cuando se apaga la esperanza, se apaga la capacidad de vivir, y tomo un ejemplo que a mí siempre me gusta mucho. Dice que estaban bailando las tres virtudes. La más chiquita, una mechita, la Esperanza. Y la esperanza es, para mí, Florencia, la más chiquita, que anda por ahí. Bailoteaba con las dos hermanas mayores, que eran la Caridad y la Virtud. Y cómo, bailoteando, la Esperanza era la que iba llevando a esas dos hermanas y a los que estaban con ella. Siempre es la esperanza lo que nos mueve, la esperanza es lo que nos convoca.
“Hay un mañana mejor, y a eso los convocamos”.
La anécdota
Un momento especial en el homenaje a Marcos Carámbula fue la anécdota, del año 2003, que se contó a los asistentes al evento, que incluye a Ana Ribeiro, actual subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, cuando estaba al frente de Agenda Confidencial en canal 12 con Néber Araujo.
Ana Ribero le dice a Néber: “Marcos Carámbula me pidió que integrara el Comité Patriótico, pero a mí esas cosas de política no me gustan…”. Y Néber le contestó: “Profesora, si el doctor Carámbula le invitó, no es por un tema de política, es por un tema de amor a su pueblo, un tema de cariño a su ciudad. Usted vaya y trabaje con él y haga lo que él le pida”.
Por Sergio Schvarz
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