No hay cambios sin gente en la calle, sin voluntades mancomunadas. El Frente Amplio no es más que un ejemplo singular y exitoso de ello. Por edad tuve la suerte de verlo nacer. Cuando yo crecía y mi niñez daba paso a la adolescencia, las viejas divisas tradicionales, daban lugar, a regañadientes, a las banderas de Otorgués, al “hermano no te vayas ha nacido una esperanza”, a las 30 medidas de gobierno, a la presencia en una misma fuerza política a democristianos y comunistas, socialistas, a personalidades políticas descollantes que abandonaron las filas de los partidos tradicionales y se integraron al FRENTE AMPLIO. Alba Roballo, Zelmar Michelini, Rodriguez Camusso. El general Liber Seregni, fue abanderado singular de este proceso. Recuerdo con nitidez de ese período 2 actos, el cierre de campaña, donde desde la calle Colonia (creo) que estaba el estrado hasta el Palacio Legislativo, La avenida Libertador, fue un mar de gente.
El otro acto que me fascinó fue la marcha de las Juventudes, donde las camisas rojas de la UJC, las verdes de la JSU, las naranjas de la JDC, dieron color al nacimiento y decían que los jóvenes mayoritariamente eran frenteamplistas. Éramos expresión legítima de eso que nacía. 1971 fue el año. Oscuros sucesos se avecinaban como respuesta despiadada a tal fenómeno.
Más de 40 años han transcurrido, no podrían se abarcados por pocas líneas y además mucho se ha escrito, pero luego de casi 2 gobiernos del Frente Amplio se puede afirmar alguna cosa. La Democracia en el Uruguay fue recuperada y lentamente, quizás muy lentamente, ha dejado la mancha golpista detrás. El Estado con su “presencia reguladora” dejó en claro que cuando las sociedades quedan libradas “al mercado” al juego de la oferta y la demanda, solo se benefician unos pocos, las sociedades se empobrecen, las inequidades se profundizan.
No me parece necesario abundar en logros, por lo menos aquí porque este pequeño país, despegó en todos los índices en los que estábamos indiscutidamente sumergidos. Seguro que quienes somos de izquierda miramos quizás, con gusto a poco los cambios procesados.
Nuestras ganas, utopías, proyectos y objetivos iban mucho más lejos que los logrados hoy. Podrá explicarse de muchas formas, pero lo que es incuestionable es que la democracia renacida trajo consigo fenómenos nuevos. Los medios de comunicación e Internet, de manera especial han establecido nuevas formas de intercambio y difusión de ideas. La agenda social, se ha transformado en campo de lucha diverso y protagónico en infinidad de aspectos.
La falta de ”relatos totalizadores” que contemplen los rumbos políticos, que nos den “certidumbres” ha sido sustituido por infinidad de luchas reivindicativas que abordan de manera diversa y específica cada problemática. Inequidades de género, violencia, transexualidad, consumo de drogas, modelos productivos. Todo está en discusión y reelaboración. Sin duda es un período fermental. En ese escenario el Frente Amplio ha gobernado, para ello y como alternativa a las derrotas ideológicas y metodológicas ha privilegiado el criterio de la Unidad en la diversidad.
Este aspecto formulado así puede ser visto como un mecanismo válido e inteligente, pero también ha desarrollado dificultades nuevas. La creciente sectorización ha fortalecido el desarrollo de bloques y sectores con influencias parciales y han sido bastantes las contradicciones a las que nos enfrentamos. El rol de las personalidades políticas, de manera individual ha crecido en detrimento de los programas y los acuerdos.
Creo que estamos ante un gran desafío, recomponer e impulsar al FA, como la gran fuerza transformadora de los intereses de las mayorías y en particular de los más humildes. Tomo como válida la apreciación de Constanza Moreira, al impulsar: ”por un nuevo gobierno del FA”. No solo como continuidad sino como búsqueda de nuevos horizontes.
La unidad es un ejercicio de aprendizaje y acumulación que no podemos despilfarrar. Recuperar fraternidades, lenguajes comunes, animarnos a nuevas agendas acordadas, celebrar cada ingreso al FA, como un triunfo de la unidad, sean grupos o personalidades. Estar atentos a los fenómenos nuevos y darles cauce colectivo es en mi opinión, el gran desafío de este tiempo.
Por Walter Martinez
La ONDA digital
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