La memoria como crucial herramienta reflexiva

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La fermental mixtura entre la reflexión crítica y recuerdos recuperados de intenso talante autobiográfico constituyen la materia prima temática de “El refugio de la memoria”, el último libro del desaparecido historiador británico Tony Judt, que fue publicado por el sello editorial Taurus.

Este trabajo conjuga el relato con las diversas inflexiones de la memoria histórica y personal, en un itinerario literario de fuerte y hasta conmovedora impronta emotiva.

No en vano esta obra es realmente el legado póstumo de unos de los pensadores más preclaros, incisivos y comprometidos de la era contemporánea.

EL REFUGIO DE LA MEMORIAEn efecto, si bien Judt falleció hace ya cinco años, casi toda su existencia transcurrió en el pasado siglo XX, un tiempo histórico signado por removedoras mutaciones políticas, sociales y culturales.

Naturalmente, esa circunstancia coadyuvó -en forma determinante- a moldear una personalidad inquieta e interpelante, que se plasmó en su vasta producción intelectual.

Esa propia actitud desafiante le permitió resistir una grave enfermedad, que paralizó su cuerpo pero jamás su conciencia y su intrínseca capacidad de reflexionar.

En efecto, Tony Judt padeció una variante de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), un trastorno neuro-motor que lo condenó a la postración durante los últimos años de su vida.
Esta patología degenerativa le provocó la pérdida de la movilidad y de la voz y hasta la posibilidad de respirar por sus propios medios, sin recurrir a la tecnología médica.

En efecto, tres meses antes de morir, Judt era un tetrapléjico incapaz de valerse por sí mismo y dependiente para desempeñar cualquier actividad, incluso para escribir.
Sin embargo, jamás se rindió a su agobiante infortunio y mantuvo inhiesta su fortaleza emocional, lo cual le permitió culminar los veinticinco capítulos que componen este volumen.

Partiendo de la premisa que estas reflexiones no estuvieron pensadas para ser publicadas y teniendo claro esta es una suerte de herencia literaria, el autor construye inicialmente un minucioso cuadro de situación, en el cual describe los estragos provocados por la enfermedad.

Su relato -que es a todas luces conmovedor- constituye un descarnado testimonio sobre hasta qué punto una afección de estas características puede devastar a una persona.
Aunque llegó a ser un prisionero dentro de su propio cuerpo, jamás se dejó ganar por la desesperación y la angustia, pese a que era plenamente consciente que estaba transitando un compulsivo camino sin retorno.

En ese contexto tan crítico este ejercicio de memoria deviene experiencia vital, con el propósito de condensar buena parte de su peripecia personal.

Empero, la clave es que estas vivencias –ricas en sabiduría empírica y por supuesto académica- corroboran que nada de lo humano le resultó ajeno, tal cual lo proclamó el eminente filósofo español Miguel de Unamuno.

El propio título original de este libro, “The Memory Chalet” (El chalét de la memoria), sugiere desde el inicio un fuerte sentido de pertenencia asociado al refugio y, consecuentemente, a los afectos.

No en vano en su relato el autor recrea los años de su infancia en plena post-guerra, cuando su Londres natal padecía las penurias y privaciones derivadas del peor conflicto bélico de la era contemporánea.

Por supuesto, buena parte de la narración rescata elocuentes postales de su adolescencia y su juventud, en una mixtura que conjuga lo meramente doméstico con la formación académica que le permitió alcanzar un sitial de privilegio en el universo intelectual.

En ese marco, fue uno de los más lúcidos intérpretes de la historia europea posterior a la Segunda Guerra Mundial, en una larga reflexión que aterriza en pleno siglo XXI.

Autoproclamado ideológicamente como un socialdemócrata, Judt construye en este libro su propio refugio contra el desencanto originado en una sociedad caótica y ciertamente contradictoria.

En efecto, varios capítulos de este trabajo permiten visualizar su vocación por el pensamiento crítico y hasta autocrítico, que para nada soslaya su condición de judío de izquierda y ulteriormente de librepensador, luego de un prolongado proceso de elaboración teórica.

Por lo pronto, el autor fustiga ácidamente la frivolidad de la política contemporánea, asumiendo que este tercer milenio es un tiempo histórico complejo en el cual los ciudadanos deben movilizarse y reivindicar su derecho a ser atendidos en sus legítimas demandas.

“El refugio de la memoria” es bastante más que una mera autobiografía. Es, ante todo, un conjunto de interpelantes reflexiones que apuntan a remover la conciencia colectiva.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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