Una cosa es lo que se ve y otra es cómo y por qué se hizo. Los edificios, árboles y lugares patrimoniales merecen, además de su mantenimiento en los dos sentidos, mantener con vida y sano, el conocimiento de su contexto. Las construcciones hablan del desarrollo de la técnica de los descubrimientos y de los inventos. Pero la crónica de su génesis y ejecución hablan de los sueños, los desafíos y los triunfos, aunque algunos efímeros, de sus creadores. Ellos encarnaron el espíritu de la época y sembraron innovaciones que trascienden en la configuración actual de la sociedad, del país, de la nación. Por eso el relato debe integrar la visita, la apreciación visual y el juicio estético de los elementos de la ciudad que hoy reciben el calificativo de “bien patrimonial”.
Aún en este año 2015 donde el énfasis se pone en la arquitectura como síntesis del hecho construido, pensado y diseñado, como dije, en un contexto histórico singular.
El primer ejemplo es el también primer edifico en altura de la costa sur, el Rambla Hotel, proyectado por Mauricio Cravotto. La crisis internacional del 29 repercutió en el ámbito interno y retrasó las realizaciones de todo tipo. El Rambla en realidad eran dos torres gemelas con un basamento y ocuparían toda la cuadra frente al mar. Pese a su capacidad y disposición, Cravotto inauguró la costumbre uruguaya de empezar obras sin poder terminar. Costumbre hoy mantenida en su otra gran obra: el Palacio Municipal.
Un ejemplo posterior es el Panamericano, hito insoslayable de la costa, también ella patrimonio histórico de la capital. Fruto de la actividad vital de un gran arquitecto como Raúl Sichero, este edifico hubo de pasar por gestiones y tiempos de negociación con la institucionalidad reglamentaria sobre el territorio. En la década del 50 del siglo pasado se consolida la Ley de Propiedad Horizontal que da impulso a la creación e implantación de innumerables edificios que poblaron el barrio Pocitos de Montevideo. Como las alturas en la rambla estaban acotadas a 28 mts. hubo de convencer a los técnicos de que permitieran los 50 mts de su proyecto. Asimismo fabricar él mismo dispositivos constructivos inexistentes en el país como aberturas exteriores de aluminio con vidrios dobles para aislación térmica, cubriendo dimensiones de “piso a techo” y otros adelantos a la época como suficientes garajes en el subsuelo. No disponía de capitales propios suficientes, debiendo apostar a la venta anticipada de unidades para financiar la obra.
Si bien el Banco Hipotecario otorgaba préstamos para construir, lo hacia discrecionalmente, negándoselo a Sichero porque “tenía mucho trabajo”. Eso explica por qué, habiendo superado limitantes reglamentarias a favor de su arquitectura, no pudo superar las financieras, siguiendo la peripecia inaugurada por Cravotto. Para el caso los 195 metros del Panamericano quedaron en 100, aunque sin desmedro de su funcionalidad gracias a la división no visible en torres independientes que forman la gran pantalla. Otros edificios con aberturas de aluminio totales vidriadas y predominio de horizontalidad en fachadas realizó Sichero. Si bien el más conocido es el Ciudadela, la Rambla de Pocitos cuenta con el Guanabara y los edificios de las calles Martí y Guayaquí en sus respectivas confluencias con esta.
Los coincidentes cien años de la Facultad en este 2015 ofrecen una paralela historia de la Arquitectura. Poco tiempo después de la fundación en sentido amplio que lideró el francés arquitecto Carré, los uruguayos superaron el eclecticismo (uso de varios estilos) aprehendido en la misma, como Cravotto en sus viajes que incluyeron Estados Unidos o impreso en revistas y libros venidos de Europa como deben haber sido aplicado por Bello y Reborati. Ejercieron junto a Crespi, Vilamajó, D’Agosto, Surraco, Fresnedo y tantos otros, un ejercicio profesional sincrético devenido en estilo nacional como el art déco de los años treinta y cuarenta o el racionalismo de las dos décadas posteriores. Algunos de los proyectos realizados precisa, justicieramente, integran el patrimonio.
Aunque ya desde los veinte, una vez Francisco Piria dejó fraccionado el territorio montevideano en cerca de un centenar de barrios, una feliz confluencia de diseño y negocio inmobiliario desarrollaron Bello y Reborati. Arquitecto y constructor se unieron para realizar más de 150 viviendas en un periodo de poco más de diez años! Lo significativo es que aún son perfectamente habitables y su estado exterior se mantiene por la nobleza de materiales y revestimientos. Aún cuestionadas por la Academia, el tiempo les dio su lugar en el acervo edilicio y su tipología de utilización vertical de predios pequeños, hoy reconocida, caracteriza también a Pocitos.
Crónicas similares cuentan las odiseas de otros colegas pioneros como Luis García Pardo. Eximio proyectista, sus mejores obras fueron financiadas…por él mismo! Una es el edificio “El pilar” en Bulevar España y la Rambla, primero en el mundo “colgado” de ménsulas (brazos) que salen sobre la azotea desde un pilar hueco de hormigón que a su vez contiene la escalera y el ascensor. Y un par de años después el “Positano”, con su planta baja libre, mural en la medianera y escultura de German Cabrera al estilo de Le Corbusier. También incluye una estructura integrada a la estética con cerramientos vidriados térmicos de piso a techo en una ubicación destacada en la calle L.P.Ponce por el detalle de variar su alineación con la visualmente presente Bulevar Artigas.
Nos toca a los arquitectos actuales, la obligación ética de poner en valor las obras de estos colegas y simultáneamente hacer valer como creadores nuestro derecho al apoyo del Estado en emprendimientos no mercantilizados. Sobre todo con llamados a concursos y préstamos a ejecución de proyectos, hoy limitados, cuya calidad trascienda a los usuarios, para mantener el acervo de la mejor forma; habitando.
Arq. Luis Fabre
luisfabre@gmail.com
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