La pasión revolucionaria como insoslayable compromiso político, social y ético es la convocante materia temática de “El Negro Pedro en el Caribe”, el libro autobiográfico del ex guerrillero Víctor Estradet publicado por Editorial Fin de Siglo.
Este relato es una secuela de “Memorias del Negro Pedro” (2013), el cual recrea la participación del autor en la revolución sandinista que, en 1979, derrotó al dictador derechista nicaragüense Anastasio Somoza e instauró un gobierno popular.
Esta obra precedente reconstruye la peripecia combatiente de Estradet, cuyo alias era Pedro, quien en 1969 se incorporó a los cuadros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros e integró la columna encabezada por José Mujica.
En 1972, en plena ofensiva del aparato represivo del gobierno autoritario de Juan María Bordaberry, marchó el exilio inicialmente a Buenos Aires, luego a Chile y finalmente se radicó en Cuba.
En este nuevo título, el autor evoca precisamente su historia en la heroica patria de Martí, donde se sumó a la revolución castrista como si se tratara de un cubano más.
En muy buena medida, la vida del Negro Pedro es un auténtico ejemplo del internacionalismo revolucionario fermentado durante las décadas del sesenta y el setenta en nuestra América Latina, que enfrentó los salvajes embates del imperialismo en plena guerra fría.
Por entonces, los movimientos guerrilleros desafiaron a las dictaduras títeres instaladas por la Casa Blanca y el Pentágono y se jugaron el pellejo para luchar por la causa de la liberación y de los oprimidos.
Este segundo libro narra la historia de un combatiente con bastante menos exposición mediática que otros referentes del MLN, pero con idéntico compromiso con la radical transformación de una sociedad injusta y asimétrica.
En ese caso concreto, el relato se centra en la actividad cotidiana del protagonista en Cuba desde el lugar que le asignaba el gobierno revolucionario.
En ese contexto, el autor dedica varios capítulos a su trabajo con los presos, en una visión de la vida carcelaria que impacta por su frontalidad, elocuencia y profundidad.
El escritor no soslaya su viaje a Holanda con el propósito de de visitar a sus padres, en cuyo contexto denuncia las vicisitudes y restricciones que padeció para movilizarse.
Estas reflexiones autobiográficas dan cuenta de un mundo en permanente estado de tensión y confrontación bipolar, con la guerra fría como colofón.
Uno de los pasajes más impactantes es el referido a la invasión a la pequeña isla Granada perpetrada por tropas norteamericanas en octubre de 1983, durante la primera presidencia de Ronald Reagan.
El autor denuncia la agresión armada de un pequeño país por parte de una gran potencia económica y militar, bajo el pretexto de que su gobierno se había alineado con la Unión Soviética.
Estradet destaca la inapreciable cooperación de La Habana con esa soberana nación ultrajada por la prepotencia del imperio, que por entonces operaba impunemente en todo el continente.
Queda claro que, luego de la revolución sandinista, los “halcones” de Washington no estaban dispuestos a tolerar otro proyecto revolucionario que desafiara su hegemonía en su propio “patio trasero”.
Por supuesto, todas estas experiencias galvanizaron el espíritu del autor, que siempre consagró lo mejor de sus esfuerzos a la consecución del sueño de la emancipación de los pueblos latinoamericanos.
No en vano luego de regresar a nuestro Uruguay tras la consumación de la restauración democrática en 1985, se reincorporó a la lucha política en las filas del MLN, que por entonces ya actuaba en la legalidad.
Este auténtico soliloquio en voz alta -que está naturalmente cargado de emoción y hondas reminiscencias- recrea la experiencia de reencuentro con su país, su pasado y su barrio, en un discurrir que rescata sus raíces identitarias pero también ideológicas.
También corrobora su intransferible vocación revolucionaria, que tuvo un segundo capítulo con su retorno a Cuba y, nuevamente, su integración a la lucha solidaria con la heroica Nicaragua, agredida por la contrarrevolución apoyada y financiada por los Estados Unidos.
“El Negro Pedro en el Caribe” es bastante más que una mera historia de vida. Es sí la crónica de una épica personal signada por el valor, el coraje y la convicción.
Más allá de la mera peripecia individual, este libro es igualmente un invalorable testimonio para interpretar cabalmente la historia contemporánea de un continente recurrentemente cruzado por la tragedia y el intervencionismo de matriz colonialista, pero también por el heroísmo y la dignidad.
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario
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