Los sonidos del silencio

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Era casi un chiquilín cuando vi la película El Graduado, Dustin Hoffman fue el protagonista y la banda de sonido de Simon and Garfunkel.

De todas las canciones el tema que me impactó fue, Los sonidos del Silencio. En sí mismo me pareció una belleza, pero el título de la canción me llamó mucho la atención. Nunca había reflexionado sobre eso antes. Nunca me imaginé que el silencio tuviera sonidos.

Claro, hice por primera vez el ejercicio de “escuchar” el silencio y prestando atención sin emitir ningún ruido o palabra pude empezar a distinguir otros sonidos, ésos, que cuando uno está ocupado haciendo ruido se pierde.

Me acordé de aquél descubrimiento ahora que los compañeros Mujica y Valenti andan a “puro sonido”.

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A veces también cierro los ojos para ver mejor, para viajar en mis recuerdos. Hace ya una punta de años, pero me acuerdo cuando vi por la ventana de la celda del Penal de Libertad, la primera salida al recreo “de los rehenes” los compañeros que durante largos años recorrieron cuarteles, llegaban, para completar su tiempo de cárcel. Todos estuvimos contentos, por ellos y por lo que sabíamos que significaba. Era un triunfo político de los uruguayos, un paso más en el camino de la retirada de la dictadura, una garantía más que no los iban a desaparecer, pasaban a usar un mameluco y a ser un número como todos los presos políticos. Recuerdo que todos seguíamos curiosos sus movimientos y nos esforzábamos por dar muestras solidarias. Tupamaros, comunistas, socialistas, anarcos, todos, todos, éramos una misma cosa, presos políticos de la dictadura.

De Esteban tengo otros recuerdos, más intensos, de mayor cercanía. Dirigente de la organización en la que militaba, fue un compañero al que admiré, de las tantas anécdotas que conocí en la cárcel, una me la contó un amigo en común. En la anécdota evitó decirme quien era el otro protagonista del relato, muchos años después, en un libro de Valenti leí el mismo suceso contado por él. Allí supe que el compañero de andanzas de Jorge Bayarres en aquel suceso no era otro que el mismísimo Esteban. Vino la democracia, la recomposición partidaria, guardo por ahí todavía, un cassette sobre oratoria que Esteban dio, me pareció fantástico, lo atesoré siempre. Admiré su brillantez intelectual, no es por prejuicio o por antipatía acumulada que concluyo hoy.

Prefiero siempre evaluar a la gente por sus fortalezas, las cosas que los hacen destacables, son protagonistas indiscutibles del quehacer político uruguayo. Desde tantísimo tiempo han participado y marcado con sus acciones no pocos sucesos, Mujica, hasta presidente. Sin embargo hoy apelo con fervor a sus silencios, quizás, se pueda, ellos y yo, escuchar a otros.

Del último duelo verbal es claro que el Pepe “se fue de boca”, como no es la primera vez, casi que estamos acostumbrados a que cada tanto salga con algún disparate y luego con mayor o menor celeridad se desdiga, o pida disculpas. Esteban con su famoso “hablar claro”, acumula opiniones sobre todo o casi todo.

Hay algo que les reconozco a los dos, ninguno “es tonto” Saben ampliamente que sus dichos no pasan desapercibidos. Por tanto no adjudico inocencia de discurso a ninguno de los dos.

Todavía recuerdo que no hace mucho cuando necesitaron, fueron visto juntos, reunidos en un conocido bar. A veces me da la sensación que ambos se consideran imprescindibles, que sin ellos, la política en Uruguay no sucede.

Es cierto que el problema de Ancap nos trajo un fuerte dolor de cabeza, pero en mi opinión, el gobierno tomó una medida fuerte, decidió su recapitalización, se aprobó por parte de la fuerza política una comisión investigadora, se remueven directores, se recorre un camino de salida.

Por si fuera poco, luego de un año bastante complejo, se aprobó la ley de presupuesto, se lograron algunos acuerdos con Argentina que destraban conflictos y potencian soluciones como el de la regasificadora, el presidente viaja a Artigas y absorbe los reclamos dando la cara en un momento difícil para todo el litoral.

Sin embargo allí estamos entre dichos y desdichos, hablando de Mujica y Valenti. Ambos son parte de esa fuerza diversa que es el Frente Amplio, ambos deberían saber que detrás de sus dichos hay quienes se encolumnan. Sus opiniones aumentan el malhumor, las divergencias.

Haciendo un ejercicio de memoria, encuentro muchísima menos agresividad entre otros dirigentes de los sectores del FA, que van emergiendo. “El Pacha” Sanchez, Pereira, Andrade, Constanza, Varela, el flaco De los Santos, Civila, que no son necesariamente jóvenes. Pero si son relevos generacionales a nuestros longevos dirigentes.

Creo que la unidad se construye con gestos, acciones, con cuidados indispensables en el trato.

¿Alguien cree al FA le “sobra” algún voto o sector?, pues bien miremos solamente el presupuesto departamental de Montevideo, una bancada minoritaria se transformó en árbitro de nuestra política de obras,….nos faltaron solo tres ediles, pero…. Novick condicionó y limitó nuestro plan de obras.
Precisamos más pueblo rodeando y votando al FA.

Precisamos más unidad para la acción.
Quizás, si estos compañeros con tanta historia y méritos, fueran capaces de hacer un poco de silencio, podrían escuchar otras voces, otros sonidos, otras miradas.

 

Por Walter Martinez
Columnista uruguayo

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