McDonald’s se va de Bolivia. Si bien en el contexto americano actual el hecho tiene un profundo simbolismo, lo impactante es la razón instrumental, la causa directa del retiro. Ella es la continuada en el tiempo, persistente resistencia de la, como llama Evo Morales, multinacionalidad boliviana a la exógena propuesta gastronómica. De nada sirvieron las promociones, las imágenes, las gratuidades tramposas del consumo globalizado, usadas por esa Empresa. Ganaron las arcaicas costumbres, los hábitos, componente de su identidad y pertenencia, de los pueblos originarios. Y no necesitaron movilizarse para que retiraran esa comida chatarra; simplemente no la consumieron. Siento admiración y envidia por la actitud del pueblo boliviano.
In home
Al mismo tiempo en nuestro aculturizado Uruguay, le damos a la misma Empresa el mejor lugar disponible en la capital para su enésimo local. Es verdad que su oferta es afín a nuestra dieta carnívora y fritera, pero simultáneamente al contenido de grasa nos venden el ícono máximo del capitalismo globalizado. Tomamos más Coca Cola que jugos de frutas, mientras nuestros productores las tiran pues no se consumen. No es meramente una cuestión de mercado; en realidad los hábitos alimenticios han cambiado. Implicadas en nuevas formas de vida y trabajo, con humanos nómades en la propia ciudad, las comidas y abastecimientos al paso, alimentos elaborados con sabores y conservantes artificiales, son parte de la misma. Así que en definitiva es una cuestión cultural, impensadamente adoptada. E importada. De ahí lo de aculturizado. Coincidentemente, vivimos la paradoja de un cambio climático que nos acerca a un régimen tropical con más y mejores frutas y verduras. Pero no las consumimos.
Para tratar de entender
La interconexión material del mundo por el auge de los medios de transporte, el desarrollo de la logística, incrementaron exponencialmente la posibilidad de acceso a productos procesados y naturales, preservados y saborizados artificialmente. La mercantilización, herramienta del sistema, (capitalista) provocó la apertura de fronteras y la competencia con producciones autóctonas. Y también su producción asistida en ambientes acondicionados artificialmente. El destinatario final de esta distribución masiva, esta invasión compleja y diversificada pierde noción de la procedencia y también de la estacionalidad natural de los productos. El consumo se diversificó con productos independientemente de su origen, aparejando el decaimiento de las costumbres, desfigurando los hábitos. El exceso y la saturación hacen consumir lo más lejano, despreciando lo que se tiene al lado. Por lo demás, en la sociedad de consumo aparece el envase como atractor del deseo. Ahora no remite solamente a su contenido, también al contexto. Es la propuesta de locales gastronómicos de “comidas sanas” como un descubrimiento exclusivista, original… que cuesta como tal.
Qué hacer
Si este proceso, esta realidad es irreversible y no se puede volver a las fuentes, sí podemos ir hacia adelante. Ya dijimos que la adopción de algunas rutinas como el desayuno con frutas y el consumo en referencia a un listado de elementos memorizables alfabéticamente está al alcance individual de la mayoría de los uruguayos.1 Agregamos que la información, la educación al respecto, debería acompañar el acto del consumo en los espacios cerrados y abiertos (las ferias) de comercialización, incluso en su adquisición no-presencial. A fin de recuperar la identidad local, como mínimo contemplar la condición nacional y su estacionalidad. Y, con este abordaje, actuar las instituciones de Estado que deben velar por la salud alimenticia, sobre todo mediante la prevención. Aprovechar los recursos disponibles más que abundantes. Entre todas ellas , en primer lugar, las educativas.
1 –“El ABC de la alimentación” La Onda digital de Uruguay.Luis Fabre
Por el Arq. Luis Fabre
La ONDA digital Nº 803 (Síganos en Twitter y facebook)
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