El 27 de enero de 1945 el Ejército Rojo al mando del mariscal Iván Koniev liberó el campo de concentración más grande de la Alemania hitleriana, el de Auschwitz (Oswiecim), en Polonia ocupada. La simbólica fecha fue fijada por la ONU como Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto y ha sido recordada con grandes actos en todo el mundo. En nuestro país, la conmemoración principal se efectuó en el Palacio Legislativo, con participación plural. En dichos actos se revivió la dramática historia de este campo de exterminio, donde murió más de un millón de personas (entre 1,1 y 1,6 millones según las fuentes) desde fines de 1941 hasta la fecha indicada, en su gran mayoría judíos, y también comunistas, socialistas, gitanos, homosexuales, discapacitados. Una parte de los que llegaban diariamente eran enviados a trabajar en régimen de trabajo forzado, los demás eran destinados a las cámaras de gas.
En enero de 1945, al informarse de que las tropas soviéticas se estaban acercando, los nazis evacuaron a 38 mil prisioneros de Auschwitz. Los guardias de las SS que se quedaron exterminaron a más de 700 reclusos justo antes de la liberación. Ese día había 7 mil prisioneros, procedentes de una veintena de países, que salvaron sus vidas. Las tropas soviéticas irrumpieron en el campo alrededor de las 15 horas del 27 de enero de 1945. Sufrieron la baja de 231 soldados en la batalla por la liberación del campo, que pertenecían a cuatro divisiones de fusileros del Ejército Rojo. Las divisiones 107 y 100 iban a la vanguardia del ataque. En la 100 servía el mayor Anatoli Shapiro, cuya brigada de asalto fue la primera en llegar a las puertas del campo, penetrando a través de las puertas principales, donde estaba, hecho en alambre, el lema que se hizo famoso en todo el mundo: “Arbeit macht frei” (El trabajo os hace libres). Numerosos relatos de participantes en los hechos exponen las condiciones dramáticas que encontraron en el campo (cadáveres apilados, sobrevivientes más muertos que vivos) y la ingente labor desplegada de inmediato con brigadas sanitarias y de alimentación, para devolverlos a la vida.
Todos estos documentos han sido compilados por la Fundación Rusa del Holocausto y constan en varios libros, como las memorias de V. Petrenko “Antes y después de Auschwitz” y un volumen titulado “Libro Negro”, de la pluma de dos reconocidos escritores soviéticos como Vasili Grossman e Ilya Ehrenburg.
Este 27 de enero se realizó un acto en la entrada del antiguo campo de concentración, con participación de supervivientes del holocausto, el presidente polaco Bronislaw Komorovski y algunos jefes de Estado como el presidente francés François Hollande, el alemán Joachim Gauck y el ucraniano Petro Poroshenko. Insólitamente, el presidente ruso Vladimir Putin no fue invitado, lo que suscitó una crítica generalizada. El presidente polaco abrió la ceremonia con un saludo a los sobrevivientes y expresó “respeto y reconocimiento” a los soldados soviéticos que liberaron Auschwitz. Se estima que de esta manera estaba corrigiendo la torpeza (tal es el término que utilizan los cables) de su ministro de Relaciones Exteriores, Grzegorz Schetina, quien la semana anterior había atribuido la liberación del campo de concentración a los ucranianos. El tema ya había sido dilucidado en la ONU por el representante permanente de Rusia ante el organismo internacional, Vitali Churkin, quien en la fecha misma le solicitó a su homólogo polaco Boguslav Vinid que le explicara al ministro de Relaciones Exteriores que el campo de Auschwitz fue liberado por el ejército de la Unión Soviética, y específicamente por una unidad militar denominada Primer Frente Ucraniano, integrada (como todas las unidades del Ejército Rojo) por soldados de distintas nacionalidades: rusos, ucranianos, bielorrusos, georgianos, armenios, azerbaiyanos, representantes de los pueblos del Asia Central y muchos más. Esta unidad se denominaba Primer Frente Ucraniano porque liberó Ucrania de los nazis antes de llegar a Polonia. En el mismo sentido, el canciller ruso Serguéi Lavrov expresó que “el intento de jugar con sentimientos nacionalistas en esta situación es absolutamente cínico”. Aludía a la interpretación sesgada del canciller polaco sobre la conflictiva situación que prevalece entre Rusia y Ucrania.
En la polémica intervino también el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, quien en una entrevista citada por el sitio oficial del gobierno federal dijo categóricamente que “los soldados del Ejército de la Unión Soviética han liberado el campo de concentración Auschwitz”, agregando significativamente que para Alemania esta fecha es “un día de vergüenza” y que “Alemania reconoce su responsabilidad histórica por el Holocausto y los crímenes de los nazis contra millones de personas en Polonia, la antigua Unión Soviética y otros lugares”.
Por su parte, el historiador israelí Efraim Zuroff, del Centro Simón Wiesenthal de Los Angeles, estima que el aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz no debió celebrarse sin la presencia de Vladimir Putin, presidente de Rusia, el país que realizó una contribución decisiva a la derrota del Tercer Reich. En una nota difundida en el canal israelí i24News.tv dice que “la presencia de Putin es una ceremonia en Auschwitz debe servir como un fuerte recordatorio de quién liberó en realidad el campo de exterminio, de lo cual los miembros de la Unión Europea y de Europa del Este prefieren olvidarse”. El historiador ha dedicado gran parte de su vida profesional a la búsqueda de testimonios históricos contra los líderes nazis para que fueran sometidos a juicio. Agrega que el Ejército Rojo liberó Auschwitz y puso fin a los asesinatos en masa en el campo de concentración, y que las tropas soviéticas desempeñaron un papel fundamental en la derrota definitiva del Tercer Reich. En otras palabras, “si alguien verdaderamente merece una invitación a una ceremonia conmemorativa es Vladimir Putin”.
En el debate sobre estos temas se ha destacado que la memoria de la segunda guerra mundial está vivamente presente en la Rusia de hoy, ya que casi todos los rusos tienen un familiar cercano vivo o muerto que luchó en esa contienda. Derrotar al nazismo y repeler la invasión alemana están considerados como los mayores logros del país en toda su historia. Se recuerda asimismo que el número total de bajas soviéticas en la guerra es de alrededor de 27 millones, mientras que tanto el Reino Unido como EEUU no alcanzaron el medio millón cada uno. El principal agresor, la Alemania nazi, tuvo 6 millones de bajas.
A esto se refirió precisamente el presidente Putin, quien señaló que los intentos de reconsiderar la contribución de Rusia a la victoria sobre el nazismo “allana el camino al renacimiento de esta ideología mortal”. Lo hizo precisamente en relación a la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo, en una reunión con motivo de su 70º aniversario. “El olvido de las lecciones de nuestro pasado común puede llevar a que se repitan estas tragedias” –señaló-, “por lo cual estamos obligados a defender la verdad sobre los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial; defender la hazaña, la dignidad, el buen nombre de los vivos y los fallecidos”. En ese cuadro, agregó que “el holocausto es uno de los capítulos más trágicos y vergonzosos de la historia humana. Millones de personas inocentes fueron víctimas del nazismo; pasaron por el infierno de los campos de exterminio, fueron fusilados, torturados, fallecieron de hambre y enfermedades”. El comunicado también señala que fue “el Ejército Rojo que puso fin a estas atrocidades y a la barbarie despiadada, el que salvó de la eliminación no solo a los judíos, sino también a otros pueblos de Europa y del mundo”.
En sentido análogo, el líder del Comité Eslavo de Polonia, Boleslav Teikoski, declaró que el pueblo polaco habría sido “completamente exterminado” en unos pocos años sin la ayuda del Ejército Rojo, que liberó al país de los invasores fascistas. Lo dijo en una ceremonia en la Tumba del Soldado Desconocido en Varsovia, con motivo del 70º aniversario de la ciudad de los invasores nazis (que coincide con los acontecimientos de Auschwitz). Afirmó que “si el Ejército soviético, junto con el polaco, no lo hubieran hecho, Polonia habría desaparecido en dos o teres años”. Teikovski, que vivió siendo niño la liberación de su ciudad natal de Cracovia por las tropas soviéticas, proyectó estos hechos a la situación actual, y dijo que Polonia no necesita alianzas con la Unión Europea y con la OTAN, sino con Rusia.
Olga Benario Prestes, muerta en un campo de concentración nazi
El caso de Auschwitz me trajo a la memoria un acontecimiento muy próximo a nosotros: la muerte en un campo de concentración nazi de Olga Benario, judía y comunista alemana, esposa del líder comunista brasileño Luis Carlos Prestes. La historia completa puede leerse en un libro apasionante del brasileño Fernando Morais, multipremiado y con primera edición de 1985. En su carátula se lee: “OLGA. A vida de Olga Benario Prestes, judía comunista entregue a Hitler pelo governo Vargas”. Durante varios años, según se relata documentadamente, Olga pasó por varios campos de concentración. Uno de ellos fue Ravensbrück, que también fue liberado por la 49ª División de Infantería el Ejército Rojo el 30 de abril de 1945, poco después de Auschwitz y ocho días antes de la rendición incondicional de la Alemania nazi. Finalmente fue ejecutada en la cámara de gas de Bernburg a principios de 1942. Prestes no lo supo hasta años más tarde, porque estaba preso por el gobierno de Getulio Vargas y le habían cortado toda comunicación con su esposa y su hija Anita, que estaba en México.
Se enteró en circunstancias especiales. Fue liberado en 1945, ya finalizada la guerra, por el gobierno de Getulio, y muy poco días después habló en un extraordinario acto en el estadio de Pacaembú, ante una multitud. Lo precedió en la tribuna Pablo Neruda y le dedicó una poesía especialmente escrita para la ocasión, que en su tramo final dice: “Hoy pido un gran silencio de volcanes y ríos./ Un gran silencio pido de tierras y varones./ Pido silencio a América, de la nieve a la pampa./ Silencio: la palabra al Capitán del Pueblo./ Silencio que el Brasil hablará por su boca”. Al salir del acto, cuando estaba por tomar el tren de regreso a Río, un periodista llega corriendo y le entrega un papel. Traía la noticia de que Olga estaba muerta.
Durante la dictadura, varios compañeros de la dirección del PCU participamos en varias reuniones efectuadas en Moscú. Después de una de ellas, viví uno de los hechos más emotivos de mi vida: acompañar a Prestes a una visita, en la República Democrática Alemana de entonces, al campo de concentración donde murió Olga.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor uruguayo
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