Hace pocos días leí un artículo publicado en el diario La Nación de Argentina: “En Europa con la pluma y la espada”, que lleva la firma de nuestro ex presidente Julio María Sanguinetti.
Hombre culto, de los pocos políticos uruguayos que ha sido dos veces electo presidente, un mérito singular en un país como el nuestro que no tiene mecanismos de reelección. Referente ineludible del Partido Colorado, aunque esta colectividad por éstos días no goce de particular prestigio electoral, el Dr. Sanguinetti escribe regularmente para ese diario conservador.
En su artículo trae antecedentes que, como mojones de la historia, nos van conduciendo desde las célebres cruzadas, conflictos nunca resueltos entre occidente y oriente, hasta nuestros días. El atentado a la revista Charlie Hebdo, según Sanguinetti, no sería más que un capítulo sangriento de una guerra en curso que Europa aún no se dio cuenta de que existe.
En su texto, con una gran exhibición de “todo como en botica” aparecen célebres batallas, no falta Lepanto, donde como todos sabemos Cervantes perdió su mano, y artículos de prensa que, como él, advierten el peligro de la guerra con “musulmania” -me permito robarle el término al célebre Darwin, el de la radio, por supuesto-. En fin, una concatenación histórica de hechos que termina mencionando la no aceptación del Estado Palestino a Israel y el peligro que correría nuestro occidente judeocristiano si por ventura cayera algún símbolo santo como Jerusalem o el propio Estado de Israel , o sea: occidente estamos en el horno, nos declararon la guerra y nosotros no nos enteramos.
La versión moderna que nos ofrece Sanguinetti del conflicto Occidente –Oriente tiene del lado del mal a El Estado Islámico, Al-Qaeda, Hezbollah y Hamas (musulmanes, por supuesto), que parece que son distintos pero no tanto, y por supuesto al Estado Palestino que amenaza permanentemente las fronteras de Israel.
Como no soy un estudioso sistemático acudí a nuestro “mataburros siglo XXI”, Wikipedia. Allí me encontré con la cifra de mil cien, mil doscientos millones de musulmanes en el mundo, aproximadamente, musulmán más, musulmán menos. Aparentemente, una religión con más adeptos que el catolicismo.
Los 5 preceptos religiosos fundamentales de su religión son 1) adorar a un solo dios 2) orar 3) compartir recursos con los más necesitados 4) ayunar en ramadán 5) Ir de peregrinación a la Meca por lo menos una vez en la vida. No me parecen estos preceptos, a simple vista, muy beligerantes que se diga.
Por otra parte, con lo que cuesta formar un cuadro político de los sencillos nomás, lograr convencer a un cabeza hueca de que matando caricaturistas se defiende la fe debe costar bastante más. Solo por eso, calculo que la totalidad de los combatientes diversos que andan por el mundo integrando organizaciones que libran la guerra santa no deben ser más que unos miles.
Luego de esto me puse a pensar en las series de televisión a las cuales soy casi un adicto. En general de manera más o menos ingeniosa reproducen la realidad y en ella, occidente (EEUU) sufre agresiones y a falta de un país comunista como la gente con el cual batirse, los árabes hacen sus maldades a diestra y siniestra. Lo curioso de esto es que aun en las series más groseramente panfletarias jamás aparecen armas inventadas por los malvados. Siempre, siempre, la tecnología es de occidente, las armas que los oscuros traficantes mueven son vendidas desde occidente y el dinero que producen estos negocios terminan en… pocos bolsillos.
Le adjudico a los hombres cultos, a los pensadores, mayor responsabilidad de análisis y exposición. Creo que es clarísimo que los escenarios de guerra donde pueblos enteros eran arrastrados a la guerra y la muerte detrás de símbolos religiosos han quedado atrás. Las últimas guerras modernas que involucraron a la humanidad cambiaron de sesgo ideológico y se libraron batallas por doctrinas políticas y libertad. Hasta la guerra ha mutado como virus incontenible y en este mundo globalizado los combatientes, todos, los buenos y los malos cada vez son menos. Las armas cada vez producen más muerte por su poder, y las víctimas que provocan cada vez más son más civiles inocentes, que de repente sí creen en Dios, se llame Jesús o Alá, pero que ni se les ocurre andar matando gente.
En estos días, recibimos de Guantánamo a algunos árabes que, por lo que sabemos, se pasaron doce años presos sin que se le probara delito. También llegaron familias sirias desplazadas por la guerra, y lo único que provocaron fueron gestos preciosos de integración donde niños uruguayos de la escuela pública de Varela los recibieron de manera fantástica. O tenemos árabes, allá en la frontera, a los que cada año la gente, cuando va a veranear a Rocha, les compra ticholos. Son árabes, convivimos pacíficamente con ellos, eso que es una simple lectura de vida. El historiador, ex presidente, que escribe para diarios conservadores, nos cuenta de una guerra en curso que protagonizan unos pocos , que afecta a muchos, donde los que mueren en general son civiles y, con un resultado desigual, las víctimas musulmanas son siempre más. Como frutilla de la torta, los resultados económicos son siempre abultados déficits de los países que necesitan comprar armas, y cifras millonarias que se guardan en bancos donde muy poca gente tiene cuentas voluminosas.
Supongo que yo también, si tuviera la formación histórica del doctor Sanguinetti, podría establecer una cronología donde, en todos los tiempos, con excusas religiosas o por fervores nacionalistas, muchos murieron y pocos hicieron buenos negocios con ello.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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