Hazaña popular / Chile cambia vertiginosamente

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Chile eligió por primera vez en la historia a sus autoridades regionales. Esto significa un avance democrático y descentralizador de gran relevancia. Solo 3 de las 16 regiones se definieron en la primera vuelta con más del 40 por ciento de los votos. En mayo, el independiente Rodrigo Mundaca por la lista FA en Valparaíso, la socialista Andrea Macías Paulina en Aysén y el izquierdista independiente por la Unidad Constituyente Jorge Files en Magallanes. En las 13 regiones que fueron a segunda vuelta se registró una muy buena votación de la centroizquierda, que gobernará en la amplia mayoría de las regiones, incluida Santiago de Chile.

El pacto de partidos de centroizquierda Unidad Constituyente, que incluye a independientes y a la vieja concertación democrática , se quedó con 10 de las 16 regiones. 8 de ellas en segunda vuelta y dos en la primera. El candidato de la UC batió en la capital a la candidata del Frente Amplio. Claudio Orrego, del PDC, ganó por un 52,7 por ciento a su rival del FA, Karina Oliva que obtuvo el 47,27 por ciento de respaldo.

La derecha fue nuevamente la gran perdedora. Ya había quedado fuera del balotaje en Santiago y solo logró ganar en segunda vuelta en la Araucanía, con el candidato independiente Luciano Rivas, aliado al bloque oficialista “Chile”.

Esta elección contó con una muy baja participación, en un país agobiado por la pandemia pese a su avanzada vacunación y con medidas de reducción de la movilidad vigentes en muchas regiones.

La victoria de la Unidad Constituyente en Santiago, donde viven más de 7 de los 19 millones de chilenos y chilenas, hizo revivir a la Democracia Cristiana, que además ganó en otras regiones y fortaleció a los partidos de la concertación. El PDC había obtenido sólo dos escaños en la constituyente. Estos resultados confirman un panorama de cambios encauzados en una institucionalización cívica que ubica a Chile en una perspectiva histórica realmente prometedora y alentadora. A la vez, la fluidez de los cambios genera, además de grandes expectativas, incertidumbres.

La Convención Constitucional electa deberá lograr acuerdos complejos para concretar la nueva constitución. Una carta democrática, que garantice un marco para construir un estado de bienestar inclusivo y moderno, en un país de grandes recursos y con capacidades para hacerlo. Deshacerse de la herencia ultraneoliberal e híper centralista que dejó atada el Pinochetismo será un logro formidable. Para ello se deben encontrar los acuerdos políticos necesarios. Esto ocurre con las elecciones presidenciales el próximo 21 de Noviembre en el horizonte cercano.

Para encausar esta etapa inmediata, los independientes progresistas, la izquierda y la centroizquierda deberán buscar elaborar acuerdos constituyentes y definir sus políticas hacia las elecciones. Lo segundo incidirá mucho en lo primero. Si se plantea una contienda electoral a nivel nacional entre ellos, las dificultades para arribar a acuerdos imprescindibles serán aún mayores. También existe una clara posibilidad de refortalecimiento de la derecha. Históricamente muy fuerte, con recursos económicos ilimitados y con capacidad de alianzas con independientes reales. Esto podría generar una opción de tercios de resultado incierto, además de mayores dificultades para acuerdos constituyentes.

Han existido posicionamientos de la izquierda que generan preocupación. Definiciones como la de estar en un tiempo de “hacer lo que se debe”, como retórica puede ser útil. Siempre que no exprese la oposición a hacer lo que se debe dentro de lo que se puede. Que es lo que en democracia sucede, salvo excepciones que confirman la regla. También han aparecido interpretaciones sobre el estallido social, que niegan su propia definición. Atribuyendo las gigantescas y espontáneas movilizaciones a una “acumulación de fuerzas” similar a la que llevó a Allende a la presidencia de Chile hace décadas.

En realidad cada uno tendrá su interpretación histórica. Pero comparar el proceso citado con el actual parece a todas luces no adecuado a la realidad. Sería una temeridad no plantear seriamente el riesgo de una derecha recompuesta y competitiva para noviembre. Ojalá los progresistas chilenos, independientes, de izquierda y de centroizquierda encuentren la manera de culminar con éxito esta hazaña popular ciudadana, que se inició con la explosión del pueblo en la calle y que se encausó de manera ejemplar hacia caminos de construcción democrática e institucional. El valor real de la amplitud, de la unidad y de la responsabilidad los estarán acompañando hacia el éxito. Pero nada es seguro si no priman esos valores .

Por Carlos Pita
Médico, político, ex embajador uruguayo en EE.UU.

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