“No quiero ser salvado” Eduardo Galeano
Los bancos saben más de nosotros que nuestras madres, esposas e hijos. Para que cuiden nuestro dinero debemos, formularios y certificados mediante, previamente desnudarnos. Literalmente si van a prestarnos. Pero también para gastarlo. Qué razones hay para tener que dar nombre, documento de identidad, teléfono y, por supuesto la firma, con cada utilización de una tarjeta de débito personalizada? La seguridad del usuario, argumentan, mientras nos hacen memorizar claves y contraseñas para eso mismo. En realidad es la seguridad para el sistema, evitando reclamos sobre instrumentos de relación que, como todo lo humano, pueden resultar falibles. Que intencionalmente o no, en los hechos acrecientan el control sobre nosotros, particularmente usuarios, pero sustancialmente ciudadanos de este mundo interconectado, globalizado para circular los bienes…y también los males.
A cuenta de más sobre el control
Saben quiénes somos, dónde vivimos, qué familia tenemos, dónde, cuándo, qué y cuánto compramos. Qué seguridad tenemos que la tomografía computada de nuestros cerebros, cuerpos y almas en una base de datos, no sea filtrada, robada, comercializada? Francamente, entre su potencial utilización por quienes manejan, no sé quiénes ni desde dónde, el sistema, prefiero la eventualidad de los hackers. En cualquier hipótesis de conflicto, tan afín a las grandes potencias, estas bases no serían usadas? Entre la protección obligada que me obligan prefiero el libre albedrio de disponer a quién le doy mi confianza incluyendo mi dinero depositado en los bancos. La bancarización creciente se traduce sobre todo en el uso de la tarjeta de débito. En su utilización, la operación comercial es simultánea a la bancaria en línea.
El comercio no corre ningún riesgo pues se acredita en el mismo acto el importe de la compra en su cuenta así que no tiene por qué recoger mis datos. No quiero firmar más tickets ni facturas pagadas con mi tarjeta! La frase de Galeano abarca mucho más que esta resistencia, la dijo en una Universidad de Estados Unidos pidiendo como uruguayo, en vista de los resultados de la ayuda a Irak, que los yanquis no lo salvaran. A él y a nosotros. Como la tendencia al control es creciente, tal vez con el tiempo la referencia puede que no resulte exagerada. De todas formas, es mi modesto homenaje al maestro.
Volviendo al tema
Como puedo parecer un francotirador, hago mención a la excepción en la referida operación: Tienda Inglesa nada exige sobrepuesto al uso de la tarjeta mencionada. Su indiscutida idoneidad y liderazgo comercial es más que contundente ejemplo para avalar mi postura de resistencia en este asunto.
Por el Arquitecto Luis Fabre
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