El periodismo basura de impronta extorsiva que manipula burdamente la realidad en un contexto de recurrentes prácticas corruptas, es el disparador temático de “Número cero”, la flamante novela del escritor e intelectual italiano Umberto Eco, editada recientemente por Lumen, de Penguin Ramdom House Editorial.
La historia está deliberadamente ambientada en 1992, cuando detonó un escándalo de corrupción de proporciones y fuertes resonancias en las altas esferas del poder, que salpicó a gobernantes y referentes del sistema político italiano de la época.
Ello originó un proceso judicial conocido como operación “Manos Limpias”, que culminó con más de mil doscientos procesamientos. En buena medida, las consecuencias de ese impactante mega-juicio modificaron radicalmente el mapa político de la nación peninsular.
No en vano dos años después, el desprestigio del Partido Demócrata Cristiano y del Partido Socialista Italiano, muchos de cuyos miembros fueron enjuiciados, permitió el acceso al gobierno del multimillonario empresario Silvio Berlusconi, al frente de una coalición ultraderechista que prostituyó aun más la escena pública.
Si bien “Número cero” narra una historia de ficción, son claras las alusiones que remiten al lector al aciago 1992, que marcó un crucial punto de inflexión y un agotamiento del crédito que ostentaban las colectividades tradicionales entre la ciudadanía.
En ese contexto, el relato toma como eje temático la manipulación mediática de las noticias, que, en muchos casos, discurre entre la verdad y la mentira entendida en su sentido más literal.
El protagonista de esta peripecia literaria es Colonna, un escritor y perdedor empedernido que ha sobrevivido con trabajos de escaso o inexistente relevancia.
A los cincuenta años de edad y en una situación límite, es contratado como redactor jefe de “Domani” (“Mañana”), un diario inexistente destinado a transformarse en un arma para chantajear a personajes muy poderosos de la sociedad. También se le encarga la escritura de un libro, que jamás será publicado.
El equipo de redacción está integrado por profesionales de la comunicación que tampoco se han destacado, a quienes anima un idéntico propósito de superar su propia mediocridad, pese a que encarnan los peores vicios del oficio.
El autor de este oscuro proyecto es el comendador Vimercate, un hombre maquiavélico, inescrupuloso y que amasa una considerable fortuna, quien tiene cuentas a saldar y aspiraciones no colmadas.
Como bien lo consigna el título, esa suerte de redacción fantasma tendrá a su cargo la edición de sucesivos números cero del rotativo que jamás verán la luz.
No obstante, esas publicaciones –que suelen elaborarse como prueba o bien como presentación de un nuevo producto impreso para su futura distribución- constituyen, en este caso, una auténtica “maquinaria de fango”, destinada a salpicar a diestra y siniestra a los eventuales implicados en prácticas supuestamente sórdidas o desdorosas.
Umberto Eco, quien es un atento y crítico retratista de la realidad contemporánea, configura una escenografía grotesca poblada por personajes que se mueven según sus lógicas e intereses.
Partiendo de la tesis que “Domani” se adelantará a los acontecimientos y generará una suerte de hiper-realidad paralela, Eco corrobora que el periodismo se nutre a menudo de meras suposiciones y abundante imaginación.
En buena medida, esa publicación virtual es una suerte de alegoría de la propia sociedad de entonces y también de ahora, recurrentemente cruzada por conflictos y enconadas luchas por el poder.
Teniendo en cuenta que la información es una poderosa arma susceptible de ser manipulada para satisfacer propósitos espurios, el autor indaga en las miserias humanas como potenciales disparadores de la ambición y hasta de la celebridad.
El avezado escritor sazona su obra con jugosos apuntes históricos, como la Operación Gladio, que fue una red clandestina secreta anticomunista que operó en Europa bajo la dirección de la CIA en tiempos de la guerra fría, el presunto asesinato del papa Juan Pablo I y la actividad de los “terroristas “rojos” infiltrados en el Estado, entre otros acontecimientos.
Todos estos ingredientes componen el cóctel que prepara el talentoso y erudito narrador para seducir al lector y, por supuesto, inducirlo a reflexionar en torno a la naturaleza eminentemente enrevesada de la política.
“Número cero” mixtura el relato con el ensayo, en una conjunción que apunta a denunciar los estragos provocados por un periodismo basura colonizador de conciencias y funcional a los intereses corporativos.
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario
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