Me molesta tener que admitir esta reflexión. Pero me parece necesario compartirla. Molesta, porque implica poner en duda la esencia misma del tipo de partido que fue desde siempre el Partido Nacional. Necesaria, porque no hay más verdad que la realidad, y hay que ver la realidad para poder luego actuar sobre ella. Aquí la escribo pues.
El Partido Nacional siempre fue un partido catch-all. Esto quiere decir, un partido que en su estructura de sectores, en sus categorías de dirigentes y en el tipo de convocatoria y votantes, alcanzaba a toda la sociedad. Lo votaban ricos y pobres; urbanos y rurales; viejas familias patricias y nuevos inmigrantes; jóvenes y viejos; y así. Un partido pues, atrápalo-todo.
Para ganar elecciones se precisa eso. Implica tener una base popular amplia. Es lo que hace que distinta gente se pueda sentir representada por ese partido. En concreto, al día de hoy, en todas las elecciones en donde el PN terminó ganando y es gobierno departamental, es claro que sigue conservando pues su lógica atrápalo-todo. E incluso, en los departamentos en los que dio batalla y perdió por poco. No se es opción de gobierno y se está por ganar elecciones si no se tiene una amplia base social.
Hasta aquí, todo bien y sencillo de entender y de verificar. El problema es que desde hace un tiempo se está empezando a poner en tela de juicio esa dimensión atrápalo-todo. Hay varias manifestaciones-signos de esto que digo, pero me quedo con dos aquí:
No hay base popular en el mundo urbano de Montevideo sobre todo (y algo de Canelones también), ya que en ese entramado prácticamente hay partido único y es el FA en sus zonas populares urbanas.
No hay discurso ni preocupación partidaria que antes que nada privilegie los problemas y las cuestiones que atañen a las clases populares, sobre todo en la plataforma/discurso/prioridad que enfrenta la dimensión nacional de la elección.
Una cosa está atada a la otra, claro está. Cuando se deja de lado la prioridad de lo popular, se termina horadando el respaldo de lo popular en la base electoral. Si este proceso se afirma, el PN se va a transformar en un partido preocupado por lo popular en los departamentos en los que está verdaderamente implantado y gobierna atendiendo en la escala municipal a esas cuestiones populares, y va a ver disminuido su apoyo a una base que deja de lado la dimensión popular en la cita nacional electoral. Bueno, capaz que alguien lee esto y piensa que ya está pasando algo así ahora.
Pongo ejemplos que ilustren las prioridades puestas en temas que no son de incumbencia de las clases populares. Aquí van: la “universidad para el interior” que hizo que el partido apoyara el invento de Mujica; bajar impuestos de IRPF y de IASS; preocuparse por las escuelas rurales en el impuesto de primaria para los campos más grandes; la preocupación por el precio de las naftas; insistir con que la salud está peor ahora que 10 años atrás.
En TODOS estos casos, el énfasis está puesto en cuestiones que NO atañen al mundo popular. Es decir: no es que estén mal, es que se preocupan por clases sociales que no son las clases populares, entendidas por ellas, las más numerosas, las menos pudientes, y las que precisan mayor atención de parte del Estado en políticas específicas para poder salir adelante –políticas sociales, educativas, de seguridad, etc.-
Si se preocupara el partido por estos temas, ADEMAS de preocuparse por los otros, sería otro el cantar, y entonces efectivamente no se estaría poniendo en tela de juicio su dimensión atrápalo-todo.
El problema es que está fuertemente arraigada la idea de creer que estos temas de ejemplos que puse son los de preocupación real de la gente común y silvestre, la del pueblo. Y el pueblo que vive y lucha, no tiene esas preocupaciones: alcanza con preguntar a los dirigentes de base del partido, los que andan en el primer escalón de gobierno, para darse cuenta de que es así como lo estoy diciendo. Quizá por eso también, se afirme de vez en cuando que “los dirigentes están lejos de la gente”: porque, en realidad, esos dirigentes no sintonizan con los temas populares que efectivamente importan. En esa dimensión, sí son más eficientes como representantes del pueblo popular los ediles, los alcaldes y hasta los intendentes.
Dicho todo esto, el problema es serio: para ganar elecciones hay que ser catch-all. Hay que volver a poner atención en los temas populares. Un Partido Nacional que no sea atrápalo-todo no es Partido Nacional. Escribirlo aquí implica simplemente ver la realidad. ¿Cómo se hace para torcer el rumbo? La respuesta es para varias columnas. Pero hay algo sencillo que se puede hacer: de verdad, los ejemplos que puse son de temas que no atañen al mundo popular. Creer lo contrario ya implica no percibir bien, con datos reales de la sociedad, dónde y quiénes forman las clases populares. Ya ahí, para conocer todo eso, hay mucho para hacer.
Por Francisco Faig
Columnista del Semanario la Democracia
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