Guarteche lo anunció
En el primer período de la gestión Bonomi, el entonces director de la Policía Nacional, Crio. Gral. (R) Julio Guarteche, se empezó a notar un dato que mereció la atención de la cartera: los heridos de bala de la cintura para abajo. Toda una señal de un incremento de la violencia criminal que empezaba a configurar lo que se dio en llamar entonces como “ajustes de cuentas”, en una clara señal o aviso para quienes no cumplían con las obligaciones que contraían en el ambiente criminal. Por entonces, Guarteche y su equipo advertían que aquella situación mutaría rápidamente a una escala superior ni bien los criminales afinaran la puntería y empezaran a elevar la mira.
Lamentablemente no pasó mucho tiempo para que aquel augurio se cumpliera y los heridos pasaron a ser, directamente, víctimas fatales. Triste resultado de una violencia criminal que se cobraba con vidas las deudas contraídas, tanto como las delaciones cometidas por las ocasionales víctimas. Así comenzó el incremento sostenido de los homicidios con la consecuente llegada del sicariato y un grado superior de violencia, incluido.
Hoy asistimos a una situación parecida que merece ser atendida con urgencia, y es el caso de los menores baleados. Porque así comenzó la escalada de homicidios, y no podemos permitirnos que se trate el asunto como un tema de mera puntería. Poco aporta a la discusión los datos que aportó la vicepresidenta Argimón en lo que quiso ser una respuesta a los dichos de Yamandú Orsi, pues cometió el error de comparar situaciones distintas. Si algo podemos reconocerle es que puso el tema en la agenda, sin darse cuenta que en lugar de justificarse debiera estar preocupada por el dato revelador de una situación que lejos de mejorar empeora.
En enero de este año, el periodista Tomer Urwicz hizo un muy buen informe sobre el incremento de menores heridos de bala que –según las autoridades del principal hospital de niños del país- pasó en un lustro de menos de una por mes a dos, más que duplicando la cifra.
La letalidad criminal ha puesto al país en un punto difícil de justificar y lejos de mejorar ha empeorado significativamente. No han podido bajar los números a pesar del esfuerzo discursivo que imprimen, pues con dos años de pandemia incluidos lejos de bajar los números se dispararon de forma alarmante. A tal punto que estamos a escaso centenar y medio (aproximadamente) de superar la cifra de homicidios del último quinquenio y marcar un lamentable récord histórico.
El corte Argimón
Fuente imagen: Observatorio MInterior |
La vicepresidenta salió al cruce con datos que no rebatieron lo afirmado por Orsi, pero que la expusieron a la consideración pública por el sesgo elegido. La referencia a homicidios de menores en contraposición de niños baleados ya hacía cuasi imposible cualquier comparación, pero hecha la misma el corte elegido la expuso a que nos preguntáramos el porqué del mismo (0 a 12), dejando fuera al resto de la minoridad asesinada a la que agregaron al cúmulo mayor de homicidios.
La razón es obvia y es que eligió el corte que mejor les favorecía a sus pobres intereses electoreros (estamos en campaña), pues lejos de ser buenos los datos de su administración siguen la misma y triste tendencia de las anteriores. Al querer disimular el dato lo han hecho objeto de atención poniéndolo en la agenda, algo que nos debe interpelar a todos más allá del ruido electoral.
En efecto, según pudimos recoger de gráficos del Observatorio en que se detallan los tramos de edad de las víctimas de homicidios, los casos de menores hasta 17 años han mantenido una triste regularidad, con algún altibajo en años de la actual administración, que obedecen a los efectos de la pandemia, pero que culminada la misma, volvieron al promedio de años anteriores.
Homicidios por Tramo de Edad – 0 a 17 años
- 2016 – informe no incluyó gráfico por tramos de edad
- 2017 – 23 homicidios
- 2018 – 21 homicidios
- 2019 – 25 homicidios
- 2020 – 24 homicidios
- 2021 – 9 homicidios
- 2022 – 20 homicidios
- 2023 – 15 homicidios
Con esos datos a la vista, el corte elegido (para una comparación imposible como la que realizó la vicepresidenta), se convierte –además- en una grosera manipulación que intenta mostrar el sesgo más favorable a sus intereses en un tema tan sensible y desgraciado como los homicidios de menores de edad.
Fuente imagen: Observatorio MInterior |
Tampoco, la vicepresidenta, hace referencia alguna de las circunstancias que desencadenaron los homicidios que referenció en su tabla, dato no menor para un análisis que permita generar masa crítica y no mera pirotecnia electoral en un tema de tanta importancia como este.
Lejos de mostrar sensibilidad para encarar el tema, desde el gobierno se paran en el estrado electoral mostrándose –nuevamente- como meros relatores de desgraciadas circunstancias en lugar de estar proponiendo políticas públicas para ser aplicadas en atención a esas problemáticas.
Hoy deberíamos estar preocupándonos en poder frenar esta inversión de valores donde los niños ya no son un límite para el accionar criminal que -hasta ahora- los usaba como escudos humanos.
A tal punto resultó un desacierto la respuesta que al reportar una supuesta baja de homicidios de menores (que siempre será una buena noticia), olvidó citar la infame cifra de menores baleados que sigue en aumento.
Al final, pareciera que todo se reduce a un tema de puntería…
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