“El clan”: entre la violencia y la flagrante impunidad

Tiempo de lectura: 3 minutos

El secuestro como ilegal manifestación de violencia privada, atentado a la libertad o mera práctica delictiva de sesgo extorsivo es la materia temática que propone “El clan”, el nuevo y exitoso film del inquieto e iconoclasta realizador, guionista y productor argentino Pablo Trapero.

Esta película, que narra una historia real acaecida en la primera mitad de la década del ochenta, corrobora la intransferible paleta artística de talentoso creador, cuyo cine realista suele hurgar en las miserias de una sociedad contaminada por el egoísmo, la marginación y la injusticia.

De su ya importante producción cabe destacar, muy particularmente, “El bonaerense” (2002), “Nacido y criado” (2006), “Carancho” (2010), “Siete días en La Habana” (en co-dirección-2011) y “Elefante banco” (2012), entre otras.

EL CLAN 2Esos trabajos cinematográficas le han permitido a Trapero edificar una rica y no menos fecunda personalidad artística con fuertes resonancias en el ámbito cultural, tanto nacional como internacional.

“El clan”, film ambientado en los dos últimos años de la dictadura y los dos primeros de la restauración democrática en la Argentina, recrea la historia de una famosa familia de secuestradores y asesinos de ascendencia italiana.
Como un clan mafioso al estilo de la Cosa Nostra siciliana, los Puccio integraron una temible organización criminal, que, hace más de treinta años, monopolizó las portadas de los medios informativos de la vecina orilla.

El trágico saldo de estas actividades delictivas fue de cuatro secuestros y tres asesinatos –todas víctimas privadas de su libertad por los captores- hasta que la banda fue finalmente desarticulada por la policía.

El protagonista de este thriller inspirado en acontecimientos reales es Arquímedes Puccio (Guillermo Francella), cabeza de una familia aparentemente tranquila, religiosa, respetada y de “buenas costumbres”, de la cual nadie razonablemente podría siquiera sospechar.

Durante la dictadura este siniestro hombre, que era abogado de profesión, integró la Secretaría de Inteligencia del Ejército (SIDE), teniendo activa participación en la represión de la denominada “guerra sucia”.

Su hombre de confianza era Alejandro Puccio (Peter Lanzani), su hijo mayor, devoto de las “enseñanzas” de su padre y uno de los protagonistas de los acontecimientos que conmovieron a la sociedad del vecino país.

Incluso, su cualidad de conocido jugador de rugby e integrante del poderoso seleccionado Los Pumas, lo transformó en un actor fundamental en la tarea de identificación de las familias candidatas a ser extorsionadas.

Desde las primeras secuencias, aflora explícitamente el espíritu corporativo de este atípico conglomerado familiar, que actúa siempre con discreción, lo cual le permite mantener sus actividades ilícitas en la más absoluta reserva.

EL CLAN 3

Por supuesto, esa actitud de sobriedad, ponderación y encubrimiento es una condición sine qua non para usufructuar los beneficios económicos originados en los cuantiosos rescates que pagan los familiares de las víctimas.

Para situar al espectador en el contexto histórico en el cual se desarrollaron estos impactantes episodios, Pablo Trapero ensaya una rápida instantánea retrospectiva que retrata los años de transición de la dictadura a la democracia, con el alienado mandatario militar Leopoldo Fortunato Galtieri y el ex presidente Raúl Ricardo Alfonsín como protagonistas.

Aunque según se especula los Puccio habrían eliminado a una docena de personas, la película narra los secuestros de cuatro de ellas, acaecidos entre 1982 y 1985.

Por supuesto, la clave del relato es la doble vida de un grupo de personas unidas por un secreto realmente indescifrable, hasta un epílogo que arroja luz sobre la verdad en las instancias judiciales.

Corroborando su reconocida vocación por hurgar en psicologías humanas, Trapero construye un entramado narrativo que describe la extrema sordidez de los personajes y sus motivaciones más ocultas.

En ese contexto, enfatiza en la impertérrita soberbia del protagonista que actúa con la más absoluta impunidad, al igual que los militares de su país que secuestraban opositores y los hacían desaparecer durante el oscuro período del gobierno autoritario.

“El clan” es un thriller tan potente como dramático, narrado con la habitual visceralidad y frontalidad de un cineasta osado, talentoso, rupturista e irreverente.

La atinada reconstrucción de época y la solvencia interpretativa de un reparto actoral encabezado por un sugestivo Antonio Francella, transforman a este film en una plausible y muy consumible propuesta cinematográfica.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

La ONDA digital Nº 739 (Síganos en Twitter y facebook)

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.