La situación en Siria continúa siendo dura, mortífera y compleja. La intervención de Rusia parece haber alterado el rumbo de la guerra, no sólo en favor de Assad, sino también en el sentido de una reestructuración política de Oriente Medio y de su propio status global. Eso coloca a los EUA en una encrucijada.
Hasta aquí, el gobierno americano procura mantenerse fiel a una estrategia que tiene como primera premisa no aceptar la permanencia de Assad en la presidencia del país. Para lo cual ya había decidido ayudar con recursos y armas a los rebeldes sirios, sabiendo incluso que varios de ellos tienen vinculaciones con organizaciones como al Qaeda y el Estado Islámico. Los grupos rebeldes, y hay centenares de ellos en Siria, nunca fueron ni son coherentes entre sí. Al contrario, por tener diferentes lealtades a veces llegan a luchar unos contra los otros. Como consecuencia de esas confusiones interminables, en la práctica el esfuerzo militar norteamericano fue menor y menos eficiente de lo que se esperaba.
Cuando Rusia decidió intervenir militarmente en la guerra, sus fuerzas ya estaban reconstituidas y pudieron mostrar en la fase actual una sólida superioridad aérea, al punto tal de que hoy es ella quien controla los cielos de la región Norte de Siria. Ni los EUA ni Israel objetaron la acción de Rusia y establecieron acuerdos y entendimientos con la misma, para evitar fricciones accidentales.
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El principal escenario de combate es la región Norte-Noroeste de Siria, hasta la frontera com Turquía, y tiene como epicentro la ciudad de Aleppo, la mayor del país, con más de tres millones de habitantes y que está en manos de los rebeldes hace tres años. Con el apoyo de los cazas y bombarderos rusos y sus modernísimos misiles S-400, las tropas fortalecidas de Assad sitiaron Aleppo, que puede caer en un futuro no muy distante, retomaron diversas ciudades menores y más próximas a la frontera sirio-turca y amenazan cortar las líneas de suministro de los rebeldes, operadas por diversas facciones, sobre todo el Estado Islámico y la Nusra, grupo ligado a al Qaeda, por donde pasan armas, petróleo (sobre todo del ISIS) y refugiados.
La posibilidad de la caída de Aleppo y del fin de las líneas de conexión entre los rebeldes y Turquía podrá marcar el inicio del fin de la guerra.
La última semana, un oficial superior americano dijo, al contrario de lo que venía diciendo el gobierno de Washington, que “puede haber una solución militar… sólo que no es la nuestra: Es la de Putin.” (New York Times de 11/2) El principal negociador americano, el mismo Secretario de Estado John Kerry, también habló, el martes 09/02: “Todos nosotros estamos muy, muy conscientes de cómo y cuán crítico es el momento actual” (ídem).
Es en esta situación que fue negociado en Munich un acuerdo de cese de hostilidades, esfuerzo capitaneado en conjunto or Rusia y por los EUA; acuerdo parcial y complejo, que comprende la participación, si bien no muy confiable, de numerosos grupos rebeldes, pero excluye explícitamente al Estado Islámico y al Nusra.
Hace parte de ese entendimiento el que una fuerza de tareas conducida por los EUA y por Rusia decidirá cuáles serán los blancos permitidos para operaciones militares.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, dice percibir un “cambio cualitativo en la política militar de los EUA para cooperar con Rusia”, agregando que “la clave es la cooperación entre nuestros militares.” Por su parte, Kerry señaló que “no hay cambio en la política (de los EUA).”
El acuerdo puede propiciar un tiempo importante para hacer llegar ayuda humanitaria a las poblaciones alcanzadas y cercadas por tropas hostiles y también para profundizar negociaciones en busca de un entendimiento más duradero.
El papel de Moscú en ese contexto es crucial. Las acciones bélicas de las últimas semanas colocaron a Rusia, al gobierno de Assad y a sus aliados en posición de fuerza, pero aun no garantizan el control militar de la región Norte y el corte de las comunicaciones a través de la frontera sirio-turca.
En la percepción de muchos, la posición rusa permanece fuerte. El enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura dice al respecto: “Yo no puedo parar a Putin.” Y, refiriéndose a los EUA y sus aliados, agregó: “¿Ustedes tienen cómo decir no a Putin?” (New York Times, 13/2/016)
Por su lado, el Ministro de Defensa de Rusia afirmó que su país no cederá ante acciones de Occidente que busquen impedir el esfuerzo que dio a Assad un poderoso impulso en el campo de batalla (ídem).
Reordenamiento general
Aunque siempre sea muy difícil, y más aun en este momento de fluidez, hacer especulaciones con respecto a desdoblamientos futuros, me atrevo a hacer algunas meditaciones.
Rusia
– La jugada político-estratégica de Putin con la intervención en Siria fue brillante y bien ejecutada. Con ese acto de “atrevimiento” y con el éxito, hasta aquí obtenido, él mostró que la acción rusa no tiene nada de atrevida, pues apenas vuelve a colocar al país entre las potencias principales, ejerce prerrogativas que los propios EUA y sus aliados de la OTAN ya venían ejerciendo en la propia Siria, y muestran que quien arma a los vecinos de Rusia en su contra puede esperar una reacción en el campo estratégico-militar.
– Ahora no se puede saber si el cese al fuego tendrá una duración corta o larga, pero es evidente que Rusia no desea perder la ventaja estratégica que alcanzó en Siria. En resumen, dependiendo aun de la reacción de los EUA a sus movimientos más recientes, la perspectiva para Rusia es bastante favorable.
– Pendiente de confirmación en el Norte de Siria una derrota del estado islámico y de los grupos terroristas sunitas (que se articulan con los musulmanes de Chechenia y de otras áreas del Cáucaso, en las fronteras del país), Rusia reforzará su propia seguridad.
– Al obligar a Turquía a mantenerse dentro de sus fronteras, hará posible un avance de los kurdos desde el límite oriental de la frontera con Siria hasta el mar.
– Podrá formar una nueva alianza en el Oriente Medio con Irán, kurdos, Hezbollah y tal vez incluso Irak.
EUA
– Si Rusia efectivamente consigue desarticular la red rebelde y mantener a Assad en el poder, los EUA correrán el riesgo de sufrir una fuerte pérdida de influencia en la región y en el Oriente Medio como un todo.
– Por otro lado, los EUA podrán, en principio, ampliar sus acciones militares, posiblemente en conjunto con la OTAN, para forzar una solución final menos desfavorable, pero esa es una alternativa improbable pues un conflicto total es algo impensable y el mantenimiento de un conflicto de baja intensidad es oneroso y peligroso.
– A este respecto, el Presidente Obama, en este su último año de gobierno, ciertamente no deseará liderar una escalada militar en Oriente Medio, cosa que ha buscado evitar con prudencia y sensatez a lo largo de los últimos años. Por otro lado se debe admitir que él no tiene un plan de control de las decisiones estratégicas del establishment americano y en ese contexto será curioso observar las implicaciones de la situación sobre las elecciones de noviembre y la actitud que tomará el nuevo Presidente.
– El peligro de una confrontación entre la OTAN y Rusia sólo existe en la hipótesis de Donald Trump ser el nuevo Presidente de los EUA.
– Los EUA deberán reestudiar y tal vez intentar reforzar sus alianzas con Israel, Turquía y Arabia Saudita de lo que podrá resultar cargas y deudas políticas.
– Podrán aun convocar a una reunión internacional para alcanzar la paz en el Oriente Medio, pero tal reunión sólo podría interesar a los EUA si tuviera participación limitada a países escogidos (sin la presencia de China y de los países del Sur, por ejemplo), lo que disminuiría su legitimidad.
Turquía
– Turquía puede estar ante una situación complicada. Invadir el Norte de Siria “para evitar el influjo de nuevos refugiados” será una iniciativa de enorme riesgo, una vez que la OTAN no está obligada a apoyar a sus países miembros en acciones ofensivas y sus miembros europeos lo pensarán mucho antes de decidir enfrentarse con Rusia, contrariando toda la estrategia de los últimos setenta años.
– Por otro lado, la unificación del Norte de Siria bajo dominio kurdo será vista en Ankara como una derrota nacional que deberá costarle el poder a Erdogan.
Kurdos
– Podrán tener una buena oportunidad para hacer revivir la lucha en pro de la independencia del Kurdistán, pero tendrán que negociar también con Irán e Irak que tienen dentro de sus territorios significativas poblaciones kurdas.
– Rusia apoya a los kurdos en Siria (así como los EUA, por lo menos hasta ahora) y tal vez Assad no tenga condiciones de pleitear más que un acuerdo “equilibrado” con los kurdos, que, inclusive, proporcionará a Damasco un escudo contra ofensivas turcas.
– A partir de las bases aquí discutidas, un Kurdistán independiente podría alinearse con los aliados regionales de Rusia.
Arabia Saudita
– Además de enfrentar una transición relativamente difícil para el gobierno del Príncipe Salman, los sauditas tienen su imagen desgastada por el apoyo cada vez menos velado que prestan a grupos terroristas sunitas y por su poca tradición militar.
– Es difícil evaluar hoy la eficacia de las Fuerzas Armadas sauditas pero ellas no llegan a inspirar temor reverencial. En el pasado reciente no se puede decir que ese país haya aumentado su prestigio.
Europa
De mantenerse el escenario aquí esbozado, es posible que Europa evolucione para una posición más defensiva, inclusive explorando posibilidades que la libren de una nueva ampliación del movimiento de refugiados en dirección a sus países.
Siempre existe la posibilidad de que, si los EUA retrocedieran de su posición de inflexibilidad con relación a Assad, Siria pueda al final, encontrar la paz.
La solución podría pasar por la realización de elecciones generales en el país, de las cuales el partido de Assad podría participar, en igualdad de condiciones con los futuros movimientos pacíficos y desarmados de la oposición.
Por: José Viegas Filho
Embajador jubilado. Fue Ministro de Defensa del Brasil
13/2/2016
Traducido por Héctor Valle
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