El presidente Joe Biden propuso a la OCDE un impuesto mínimo global a la facturación de las grandes multinacionales.
Este impuesto pretende poner fin a la competencia fiscal internacional, en un momento en que su gobierno se dispone a aumentar el impuesto de sociedades de 21 a 28 por ciento en su país.
Con ello busca evitar que se produzcan deslocalizaciones de empresas y la migración a otros países.
Las reacciones fueron inmediatas.
La OCDE aplaudió la iniciativa que “reanima la negociacion del tema” y el G20 anuncia que aspira lograr un acuerdo en Julio.
La propuesta de Biden significa un gran impulso a quienes están a favor de un impuesto global a las grandes corporaciones transnacionales.
En el documento enviado a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo) delinea un proyecto para gravar a las grandes compañías (incluidas las tecnológicas, con base física en EEUU), en proporción a la facturación que obtienen en cada país.
El “Financial Times”, al revelar esta “macro” movida, señala que “pretende armonizar los gravámenes a las grandes empresas multinacionales, después de que varios países aprobaran impuestos propios como la “Tasa Google”a las tecnologías (España y Francia por ejemplo), al ver que no se había logrado un acuerdo hasta ahora para imponer un impuesto global. “
Más allá del interés nacional que Biden pretende defender, su postura reanima, y quizás torne viable los esfuerzos de muy diversos gobiernos , por lograr una mínima justicia tributaria e impida que las megacorporaciones se sigan beneficiando en forma ruin de la competencia entre estados por bajar impuestos para atraer inversiones. Sumado a la inmoral práctica de estas compañías de depositar sus activos líquidos en paraísos fiscales.
Esta iniciativa se produce en un momento en el que el mundo entero se escandaliza con las indecentes ganancias de muchas compañías (sobre todo las tecnológicas y farmacéuticas) durante el desarrollo de la pandemia del coronavirus.
Indignación que explota cuando aparecen los principales propietarios, protagonizando miserables acciones de caridad , cuando se conoce que sus fortunas se multiplicaron varias veces en el primer año de la pandemia. En paralelo al crecimiento de la pobreza, el hambre y la desigualdad, en igual periodo en el mundo, acompañando a las millones de muertes acumuladas en la crisis sanitaria.
Muestra abominable del comportamiento del capitalismo salvaje globalizado, que muchos neoliberales defienden, aún en la tragedia. Recordar al presidente Lacalle y su triste y patética frase sobre no tocar a “los malla oro” durante la crisis.
En la OCDE varios han manifestado su acuerdo con la propuesta, que muchos vienen impulsando hace más de diez años sin éxito.
Esta propuesta aparece como una buena contribución para promover el fortalecimiento de un multilateralismo activo y de iniciar un camino de búsqueda de una gobernanza mundial basada en la cooperación.
No se debe perder la oportunidad de poner en la agenda del debate político en todos los paises.
El espectáculo inmoral del acceso discriminado a las vacunas y la lascerante realidad del incremento brutal de la desigualdad, en medio de una tragedia mundial de salud, pueden ayudar a poner esta cuestión de poder global en la discusión ciudadana.
Esta propuesta logró en pocos días que el G 20
“salude” públicamente la iniciativa que reanima la negociacion por un impuesto global” y anuncie que espera lograr un acuerdo para este verano boreal”.
Por Carlos Pita
Médico, político, ex embajador uruguayo en EE.UU.
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