Seguridad, inseguridad e ideología

Tiempo de lectura: 4 minutos

Seguridad: nombre femenino. Ausencia de peligro o riesgo.
Antónimos: inseguridad. Sensación de total confianza que se tiene en algo o alguien.
Ideología: Conjunto de ideas que caracterizan a una escuela o a un autor.
Sociología: Conjunto sistemático de representaciones, valores y creencias, que refleja la forma en que los miembros de una formación social viven sus condiciones de existencia y las justifican o rechazan.

No trataré aquí de hacer un ensayo teórico, me falta formación e investigación sistemática para ello. Simplemente impactado por las noticias cotidianas de alguna manera trato de entenderlas en su contexto. Busqué en el diccionario la definición de seguridad e ideología para tener un punto de partida.

Casi como los combios climáticas, los delitos violentos que día a día los medios de comunicación nos informan van variando. De los moto chorros y arrebatadores en general, pasamos a los copamientos, los asaltos más o menos espectaculares a sitios de recaudación y los de modalidad más reciente, el secuestro, nos dan un insumo cotidiano para discutir, opinar y renovar nuestros miedos. La violencia creciente nos sorprende a veces con verdaderas batallas, donde bandas rivales con altísimo poder de fuego se confrontan entre sí. Los femicidios, visibilizados por organizaciones que denuncian y dan cuenta de la magnitud de esta forma de violencia. Por supuesto las vedettes de la violencia explícita mediática son los desmanes en los estadios, donde no hay operativo de seguridad que los evite.

walter- 200 paginaComo dato estadístico necesario del rumbo de la sociedad, vamos teniendo cifras y porcentajes de la marcha de nuestra economía, exportaciones, importaciones, balanza comercial. Le sigue el índice de desocupación, que preocupa pero no tanto, la cantidad de turistas que viajan a nuestro país y cada tanto para ilustrarnos, tenemos datos estadísticos de los porcentajes de modalidades de delito, hurtos, rapiñas, asesinatos, etc.

No podríamos decir que el Estado está omiso en la búsqueda de soluciones, tenemos presos como nunca, plazas carcelarias que aumentan incesantemente tratando de resolver el hacinamiento con distintas modalidades de reclusión. La vigilancia electrónica ha hecho irrupción con bastante éxito y las cámaras de vigilancia han aportado la posibilidad de ver delitos mientras suceden, sin evitarlos, permite que los delincuentes sean detenidos. Vamos detrás de cámaras que tengan reconocimiento facial para mejor identificación de los “malos”. Tenemos drones y llegan helicópteros con visores infrarrojos. El Estado (¿podría decirse que todos nosotros?) se tecnifica en la lucha contra el delito.

La justicia recibe como propuesta y reclamo, penas más duras, el muy famoso “entran por una puerta y salen por otra” se reproduce como verdad bìblica. El Código de faltas para los menores infractores es durísimo y sólo se promete más de eso.

Crece como” necesidad” la industria de la seguridad. Se multiplicaron las empresas que ofrecen este servicio. Los herreros han visto jerarquizado su trabajo enrejando las casas. Hasta el absurdo de los rollos de alambres dentados, propio de campos de concentración, ahora decoran hasta casas elegantes. La tecnología se expande en el área privada al servicio de la seguridad.

Crece un mercado que a esta altura me pregunto si más que una solución no será un sector importante que “necesita” que haya delito para existir y ganar dinero. La misma relación entre los vendedores de armas que necesitan guerras para que su negocio funcione, creo que vamos desarrollando un monstruo que nos devora.

La contra cara de sentirnos “seguros”, esa inseguridad que nos desarrolla el miedo, el quedarnos en nuestras casas viendo violencia por tv y en computadora nos alimenta el reclamo que nuestros gobernantes deben atender. Casi como una pequeña Guerra fría a domicilio el delito se hace más sofisticado y la represión hace otro tanto.

Aquí en este punto cuando arribamos al gobierno, a la política, es donde la ideología entra en juego. ¿Cuánta violencia aceptamos, apoyamos o hasta reclamamos para vencer nuestros miedos? ¿Qué fuerza represiva del Estado estamos dispuestos a respaldar para sentirnos seguros?

Por si faltara algo para el cóctel del delito, la policía del mundo (EEUU) nos da una muestra de moralidad y eficiencia descubriendo que en la FIFA, se realizaba de manera organizada, metódica y en cifras millonarias un proceso de corrupción institucionalizada. La diferencia entre los secuestradores recientes y Eugenio Figueredo son sus antecedentes. Parece que el uruguayo “famoso” no mató a nadie.

Me pregunto ¿cuánta violencia acumulada hay en esos millones de dólares en coimas?, ¿cuánto habrá desplazado el “reparto de la torta” de los índices económicos de distintos países a gente humilde para que este buen hombre tenga bienes por todos lados?

Una vez más allí hay ideología, vemos con más desprecio y miedo al secuestrador cercano que al vicepresidente de FIFA, de traje y con títulos.

El pensamiento dominante nos expone los delitos de tal manera que lo horrible y peligroso está cerca, eso es lo que nos amenaza. Soy de los que creo que en Uruguay hemos avanzado y mucho. Salir de la noche de la dictadura, del estado neoliberal de los noventa, no es poca cosa. Me parece que por primera vez, en décadas se le dio al pensamiento conservador y reaccionario un golpe fuerte. Los candidatos de la derecha, con y sin maquillaje fueron derrotados. La irrupción de miles de jóvenes en las calles derrotó un concepto. Fue una batalla ideológica, abstracta, No a la Baja, los jóvenes nos enseñaron a buscar caminos distintos. No sirve solo reprimir, condenar más.

Ese camino democrático es el que debemos recorrer, las plazas de convivencia son un ejemplo explícito de como la sociedad, cuando se apodera de los espacios mejora. Las calles se llena de chiquilines en las hamacas, muchachos con skates se dan unos buenos golpes tratando de mejorar sus técnicas de equilibrio, madres y padres jóvenes conversan con otros. La vida se socializa, se hace más humana, el delito simplemente no tiene más remedio que retroceder. Educar para la equidad y la convivencia, con ello la vida se hace más segura y previsible.

El pensamiento y la acción de izquierda es necesario, porque desde allí se promovieron los cambios, desde allí se defendió la libertad, desde allí surgieron las herramientas para defender a los humildes. Lo colectivo no tiene por qué ser contradictorio con lo individual, la vida nos demuestra que cada vez más somos interdependientes, todos nos necesitamos. El conocimiento, las técnicas, la producción es inabarcable sin muchos en participación socializada permanente.

A ese mismo pensamiento y acción colectiva tendremos que apelar para de-construir el espiral de violencia de mercado en el que estamos inmersos. Cada vez que recorro la rambla de Montevideo y veo a multitudes disfrutándola, cada vez que veo generaciones distintas en las plazas, jóvenes, niños y viejos usufructuando espacios comunes digo claro que se puede.

Por Walter Martinez
Columnista uruguayo

La ONDA digital Nº 725 (Síganos en Twitter y facebook)

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.