Testimonio de la barbarie dictatorial

Tiempo de lectura: 3 minutos

El odio irracional y la salvaje inquina de la prepotente dictadura liberticida, es el removedor disparador temático de “Crónica de una infamia”, el contundente libro testimonial de investigación del escritor, periodista y productor Mauricio Almada, que fue publicado por Editorial Fin de Siglo.

En esta obra de altísimo valor histórico y obviamente documental, el autor recrea uno de los episodios represivos más abominables del gobierno autoritario, acaecida en abril de 1975, casi tres años después del golpe de Estado que demolió a las instituciones democráticas.

En ese contexto, Almada recupera la memoria de la pesadilla padecida por un grupo de adolescentes afiliados a la Unión de la Juventud Comunista del Uruguay (UJC), quienes fueron torturados salvajemente en el cuartel del Batallón Nº 10 de Infantería del Ejército con asiento en Treinta y Tres.

CRONICA DE UNA INFAMIA

El comunicado al cual alude el investigador en el propio título de este trabajo, fue una suerte de amarga parodia contaminada por el infundio y la mentira, en cuyo marco se acusó a los jóvenes de haber participado en una multitudinaria orgía sexual, durante un campamento realizado en el balneario “La Esmeralda”, en Rocha.

Por supuesto, también alude a supuestas actividades de connotación conspirativa, subversiva y “anti-nacional”, a los efectos de justificar las detenciones, en el marco de las medidas que excepción que regían en la época.

Veinticinco fueron las víctimas de ambos sexos que soportaron lo insoportable, incluyendo golpizas, submarino mojado, submarino seco, picana eléctrica, caballete, extracción compulsiva de piezas dentales sin anestesia y diversas modalidades de intimidación y hostigamiento psicológico sistemático.

Por supuesto, todos los encarcelados estaban sometidos a un régimen de aislamiento e incomunicación, lo cual lo exponía al drama de la total y absoluta indefensión y sumió a sus familiares en la incertidumbre y la impotencia.

Como fue habitual en el caso de los presos políticos privados de libertad por la dictadura uruguaya, el mayor ensañamiento se concentró en las mujeres, en el marco de incalificables actos de ultraje y cobardía que quedaron tatuados en la memoria de las damnificadas.

Contrariamente a las acusaciones formuladas en el canallesco comunicado, en el campamento no hubo “competencias sexuales” ni se prepararon operaciones de resistencia armada, ya que se trataba de un colectivo de militantes recién iniciados que estaban el pleno período de concientización y aprendizaje.

No obstante, la amplia difusión de la patraña horadó la confianza de buena parte de la población en las víctimas, lo cual fue potenciado por el miedo y la pacata y conservadora moral pueblerina de Treinta y Tres.

La propia reproducción de este libelo en los medios impresos autorizados a circular en la época -luego que la censura dictatorial barrió con toda expresión opositora- denuncia la obsecuencia o mera complicidad de algunos diarios con el discurso oficialista hegemónico.

No es casual que los acontecimientos se hayan precipitado en el denominado “Año de la Orientalidad” y en vísperas de la conmemoración del Desembarco de los 33 Orientales, que fue celebrado con singular pompa y euforia por los usurpadores uniformados.

Empero, lo realmente sustantivo del relato son los testimonios de las víctimas, a cuatro décadas de uno de los atropellos más deleznables perpetrados por la dictadura.

En todos los casos, las versiones de los damnificados dan cuenta de tratos inhumanos, en el marco de una operación minuciosamente planificada y dirigida, entre otros, por el por entonces comandante de la División de Ejército IV, general Gregorio Álvarez.

El ex dictador, hoy condenado y confinado por su grave responsabilidad penal en numerosos homicidios especialmente agravados -tras usufructuar el paraguas de impunidad que le otorgó la Ley de Caducidad pergeñada por el bloque conservador durante más de veinte años- fue, sin dudas, el auténtico arquitecto de la barbarie liberticida que asoló a Treinta y Tres.

El contundente cuerpo testimonial condensado en este libro de alto impacto, trasunta el irracional odio de los uniformados adiestrados bajo las pautas de la denominada doctrina de la seguridad nacional y azuzados por el núcleo más duro, reaccionario y visceral de la sociedad uruguaya de la época.

“Crónica de una infamia” es un documento histórico imprescindible, que permite decodificar las dantescas estrategias de sometimiento físico y psicológico practicadas por la dictadura, en un contexto de aberrante violación de los derechos humanos.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

La ONDA digital Nº 725 (Síganos en Twitter y facebook)

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.